"Cargadoras de heno", 1880 - Galerías Rehs, Inc., Nueva York
En la mitad del siglo XIX, 1845, un grupo de pintores decide reunirse en el pueblito francés de Barbizon, cerca al bosque de Fontainebleau, para formar la “Escuela de Barbizon”. Este movimiento artístico fue creado como una respuesta antagónica al romanticismo imperante, romanticismo cuyos referentes eran Delacroix y Géricault.
Los fundadores de la “Escuela Barbizon” más conocidos son Corot, Daubigny, Millet y Rousseau. Poco se sabe de uno de sus seguidores, años más tarde, quizás el más olvidado de la historia del arte francés, Julián Dupré. Basta que cualquier persona coloque su nombre en un buscador de Internet, como Google, para darse cuenta que no hay casi nada escrito sobre el, en ningún idioma.
La simple acción de salir de París e ir a instalarse a un pueblo olvidado expresa, de por si, una actitud rebelde. Rebeldía que, aparte de situarla en el plano de las artes, nos traslada, inevitablemente, al contexto social de esa Europa pobre e injusta del siglo XIX.
El siglo XIX, en las artes y en Francia, estuvo dominado por el estilo Neoclásico de un grande de la pintura, injustamente tratado posteriormente, como fue Jacques-Louis David. Una respuesta a este estilo fue el “Romanticismo” que ocupó el espacio de “vanguardia” hasta la llegada de los hombres de la “Escuela de Barbizon”.
La llegada de la obra del pintor inglés John Constable (1776-1837) al Salón de París en 1824, remeció Francia; que se maravilló por las escenas rurales tratadas de una forma tan innovadora, real y natural. Tanto fue el éxito que su cuadro “Carreta de Heno” logró la medalla de oro. Esta nueva forma de ver y tratar las escenas rurales fue la llave para que este grupo de jóvenes, y sus seguidores, salieran del “Academismo” y entraran a un lugar pleno de matices filosóficos, políticos y artísticos.
Con la división de las pinceladas, que nos llevan a ver la variación de los elementos lumínicos en el cuadro, Constable entrega a los franceses una forma nueva de tratar la paleta, forma que utilizaran los pintores impresionistas años más tarde.
Julien Dupré fue uno de los principales representantes del realismo francés en la pintura del siglo XIX.
Vemos en la obra de Dupré un tratamiento analítico de los personajes del campo, tratamiento casi fotográfico de ese instante de trabajo y esfuerzo, que es la representación fidedigna del actuar campesino. Millet es un referente a este modo digno de retratar la vida rural, como lo puede ser Dupré si tuviera el reconocimiento merecido. Es, en definitiva, poder ver en una obra los sentimientos más íntimos del trabajador. Es sentir, viendo el esfuerzo o la tranquilidad del trabajador, su alma.
Su obra, junto con la de Breton y Millet, ejerció gran influencia en el desarrollo de la temática agraria del realismo socialista, de manera particular en la Unión Soviética y la República Popular China.
A mediados de la década de 1870 viajó a Picardía, y se convirtió en alumno del pintor naturalista, de género rural, Désiré-François Laugée (1823-1896), con cuya hija, Marie Françoise Eléonore, se casaría en 1876, año en que expuso su primera pintura en el Salón de París.
A semejanza de Jean-François Millet, Bouguereau y Jules Breton, a quienes admira, Dupré es uno de los mejores pintores de animales de su tiempo. Observó y pintó con fidelidad la vida de los campesinos, jugando con la luz. Dio profundidad a su pintura acentuando los efectos y haciendo resaltar la fuerza de sus obras.
Más conocido en los Estados Unidos, muchas de sus pinturas se encuentran en museos americanos. Expuso en el Salón de París con regularidad hasta su muerte y recibió la Medalla de Oro en la Exposición Universal de París de 1889 y la Legión de Honor en 1892.
En 1891 Marion H. Speilman, en su artículo titulado "La vaca blanca" (La Revista de Arte, 1891, vol. 14, p. 415), describe a Dupré como:
"... uno de los artistas de mayor crecimiento de la escuela francesa. Individual en su trabajo, preciso en calidad de observador, serio como un pintor, sano en sus instintos e intensidad artística, en sus impresiones y traducción de ellas... siempre es una de las atracciones en el Salón."
La crítica moderna ha reconocido la singularidad de las pinturas de Dupré en la representación de las campesinas francesas: "Los temas de Dupre son inusuales en varios aspectos. Más que cualquier otro artista activo hasta el presente sus cuadros muestran a las mujeres vigorosamente agitando heno de la tierra, con las horquillas y rastrillos. Algunas de estas pinturas tienen vagamente títulos con el motivo genérico, como "campo de trigo," pero todos tienen, evidentemente, la intención de representar a la mujer hermosa llena de glamour en ropa colorida mientras arroja el heno con energía masculina. Vistos sus cuadros alineados, se pueden leer casi como fotogramas de una película documental."
La cosecha del heno
Descripción del tema representado: el tema nos representa una escena de cómo una mujer campesina trabajaba en la cosecha del heno en el siglo XIX para disponer de él durante todo el año, y así preparar la tierra para la próxima cosecha.
La mujer campesina es el tema principal de este pintor natural que no hace un planteamiento dramático o de denuncia social, solo nos lleva al momento de su retrato. El valor de la obra nos adentra a un mundo interior con un entorno de paisajes con cielos nubosos bajo el cual trabaja esta esforzada mujer.
Esta pintura es característica de la pintura realista puesto que en ella nos deja ver una perspectiva del espacio, mostrando una visión del paisaje o de la perspectiva de la escena. Además, los volúmenes están muy bien representados por la gradación de color, luz y sombra y tienen una preocupación por representar la textura o la apariencia real del objeto. Los pintores recrean escenarios realistas de la vida cotidiana y, también se preocupaban de que el diseño y la técnica para representar el cuerpo humano fuera perfecto. La pintura del realismo es acusada de “feísmo” por no buscar la belleza en su arte, sino más bien, por representar la vida diaria de trabajadores y campesinos.
Imagen de la mujer que se refleja: la imagen que estamos viendo, de una mujer campesina, fuerte y trabajadora, nos muestra su disposición a todo por ayudar a su familia. A pesar de ser un trabajo que requiere gran esfuerzo, en su rostro no vemos una muestra de dolor. El artista nos muestra una mujer con ropa y aspecto cuidado, ya que no por trabajar en el campo se ve una mujer andrajosa o desaliñada. Además, la imagen también nos muestra como la mujer campesina arroja heno con fuerza masculina, arrojándose hacia un lado para poder levantar el peso con todo su empeño, para sacar adelante lo que más quiere, sin preocupación de saber lo que la sociedad de aquella época pensaba. (Fuente)
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