“La Virgen del Magnificat” de Sandro Botticelli - Detalle
El arte de la pintura ha contribuido de modo importantísimo a la difusión de los misterios bíblicos. Por siglos, la mayoría de los devotos analfabetos encontraron en las imágenes religiosas una forma de conocer la historia de Jesús.
Por Rubén Reveco - Editor
Las imágenes que generan la religión, el mito y todo tipo de creencia espiritual han ocupado gran parte del quehacer artístico. Desde épocas prehistóricas el hombre pintó diversas figuras en un afán de transfigurar sus anhelos, deseos, temores y sueños.
Pueblos de Oriente y Occidente recurrieron a sus artistas para que realicen magníficas obras de arte. Es así como, por ejemplo, Osiris, dios egipcio, Afrodita, diosa de la belleza, Marte, dios romano de la guerra, han llegado a nosotros como un testimonio poderosísimo de la mancomunada acción entre arte y fe.
¿Qué ha significado para cientos de artistas cristianos de hace 2000 años la llegada del Hijo de Dios? La Natividad es un tema de profundo recogimiento espiritual. Y en ese marco nos preguntamos cómo muestra el pintor (en especial) ese momento.
La infancia de Cristo es fecunda en símbolos. La representación no necesariamente debe ser una “cosa” pastoral, dulzona y rebosante de ternura maternal, ya que el que nace no es un hombre común y corriente, sino Dios hecho hombre; es una situación paranormal. Pintar al hijo de Dios no es un pretexto para manifestar sólo dulzura y belleza física, ya que Dios no tiene porqué ser hermoso, a imagen y semejanza de un ideal humano; y relacionar, así, belleza con bondad y sabiduría.
1 - “La Virgen del Magnificat” de Sandro Botticelli.
Según el relato de San Lucas, cuando María visita a Isabel, recita un cántico compuesto con diversos pasajes del Antiguo Testamento: “Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humilde condición de su sierva”.
Muchos artistas consideran a la Virgen como autora de estos hermosos versos. En la pintura de Botticelli aparece escribiéndolos y los ángeles coronándola como reina.
2 - "La Virgen de la silla", de Rafael Sanzio
Virgen de la silla (Virgen con Niño y san Juanito) (en italiano Madonna della seggiola) es una pintura del artista renacentista italiano Rafael Sanzio, que data de 1513-1514. Es una pintura al óleo sobre tabla, de forma redonda (tondo) con unas dimensiones de 71 centímetros de diámetro. Se conserva en la Galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia, Italia.
Muestra a Virgen abrazando al Niño Jesús mientras que un joven Juan Bautista mira con devoción.
Esta obra fue pintada durante el periodo romano de Rafael. Parece que toma su inspiración para esta obra mientras transitaba por Velletri, representándose a la Virgen como una campesina del lugar. L. Bartelli y B. Pallotti afirman (Gli Inediti di Velletri) que Rafael quedó particularmente atraído por la belleza de una madre joven con su hijo, y que no teniendo con él los instrumentos de su oficio, esbozó con una tiza el retrato de la mujer con el niño en brazos. Así, en los rasgos de la Madre de Dios, se estarían reflejando los de una bella campesina velletrina.
Esta Virgen carece de la forma geométrica estricta y el estilo lineal de las madonas que había realizado antes el pintor, durante su periodo florentino. En lugar de ello, los colores más cálidos parecen sugerir la influencia de Tiziano y del rival de Rafael, Sebastiano del Piombo.
3 - "La Virgen y el Niño" de Andrea del Sarto
Este fue un pintor italiano de estilo manierista. Por su depurado estilo fue apodado «Andrea senza errori» («Andrea sin errores»).
En la Virgen con niño, un ángel y un santo del Museo del Prado de Madrid, llamada tradicionalmente Virgen de la Scala, la atención del pintor se centra en la definición de un progresivo rigor en la composición: todo ello reafirmando los efectos de la monumentalidad compositiva, que expresan en las figuras una naturaleza sustancial.
4 - "La adoración" de Giovanni Battista Tiepolo
Tiépolo pintó esta obra en 1753 para la iglesia del Convento de Benedictinos de Schwarzach. En esta pintura, se patentiza la enorme maestría de Tiépolo en la forma en que se intensifica el colorido contrastando de las luces, así como en el despliegue y movimiento de la composición.
Hay elementos en esta “Adoración de los Magos” que la hacen diferenciarse del resto: los magos, por ejemplo, son más de tres. El niño Jesús está demasiado crecido para ser un infante de días. Y, por último, aparecen unas curiosas cabezas aladas, un modo muy conciso de representar a los ángeles.
5 - “Descanso en la huida a Egipto” de Caravaggio.
Sin duda, es el ángel más hermoso pintado en la historia de la pintura. La Virgen y el niño duermen, mientras el ángel violinista interpreta una melodía. San José sostiene la partitura.
"Descanso en la huida a Egipto", también titulada "Sagrada Familia con ángel músico", es un cuadro realizado por Caravaggio en 1597, que fue uno de los primeros de los suyos que abordaba temas bíblicos.
Formó parte del conjunto dedicado a su mecenas, Francesco Del Monte, quien años más tarde lo donó al palacio Aldobrandini (como un regalo a Clemente VIII, de esa familia).
La obra representa el pasaje evangélico narrado en Mateo, que muestra la huida por inspiración divina de la familia de Jesús a causa de la persecución de Herodes. En el descanso, un envejecido José sostiene una partitura musical de un motete del compositor flamenco Noel Baulduin que interpreta un ángel, mientras María y el Niño reposan tranquilamente al otro lado de la escena.
6 - "La Virgen de los lirios", de William Adolphe Bouguereau.
El gran artista francés William Adolphe Bouguereau (neoclasisismo tardío) pintó esta mágnifica obra en 1899. Pocos artistas se han atrevido con una virgen de manto negro y sentada en su trono de mármol.
La composición centrada adopta los cánones de la iconografía religiosa, con poca variedad en ambos lados del lienzo, predominando la unidad. Tan solo los lirios y el estampado floral del fondo aportan cierta variedad al encuadre. María sostiene al bebé, que parece flotar con los brazos abiertos y la mano derecha ejecutando un mudra. El aura de ambos está representada mediante aureolas de pan de oro. Tanto el fondo estampado como las aureolas aportan un toque gráfico e ilustrativo propio del modernismo, mientras que el trono en el que reposan sigue el más puro estilo neoclasicista. María está casi con los ojos cerrados, mientras que el niño Jesús mira profundamente al espectador. El manto oscuro de ella hace resaltar la figura del bebé, todo en María es energía yin y lunar al servicio de la energía yang y solar de Jesús. Aquí Bouguereau nos deja una imagen religiosa del sagrado femenino que tanto exploró a través de la mitología griega. (Fuente)
La etérea imagen de la Virgen simboliza la visión contemporánea de los misterios de la religión. Dalí, como ningún artista del siglo XX, supo interpretar los dogmas en torno a la figura de Jesús, el Salvador.
La Madonna de Port Lligat es un cuadro del pintor español Salvador Dalí realizado en 1950. Está hecho mediante la técnica del óleo sobre lienzo, es de estilo surrealista y sus medidas son 144 x 96 cm. Se conserva actualmente en Japón; pertenece a la Colección Grupo Minami de Tokio y se exhibe en un museo de Fukuoka (Fukuoka Art Museum).
La pintura inaugura una etapa en la obra de Dalí caracterizada por los múltiples cuadros de asunto religioso que pinta. Incluso pidió audiencia al papa Pío XII a quien regaló una versión más pequeña del cuadro.
La obra está inspirada en los cuadros de altar renacentistas, sobre todo en la Pala de Brera de Piero della Francesca (en el gesto de la Madonna, en el huevo colgando y en la concha del revés). El cuadro presenta muchas de las características ya presentes en Leda atómica y en la Separación del átomo (Desmaterialización junto a la nariz de Nerón).
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