Placer y esclavitud
Numerosas civilizaciones antiguas tuvieron harenes. En la cultura griega se los conocía como gineceos. Los últimos harenes, los que en realidad designan a este término, son los de los sultanes y pachás del Imperio otomano.
El harén es básicamente un lugar destinado al placer, en el que residían las concubinas oficiales del señor, así como las mujeres que éste tenía a su servicio. La función de las concubinas era la de darle hijos al señor, mientras que las mujeres a su servicio estaban para divertirle, ofreciéndole música, danza o sexo. Los harenes estaban custodiados por los eunucos.
Desde el punto de vista occidental, el harén es la proyección de una fantasía, de un deseo, en definitiva, del imaginario. Un espacio en blanco en el que se proyectan los sueños. Sin restricciones ni prohibiciones, la mujer que lo habita se convierte en un objeto de placer sexual, aparece feliz en su confinamiento y parece gozar de él.
Perdieron su esplendor al entrar en contacto con el mundo Occidental. Y es que el mundo europeo nunca entendió del todo esta práctica hermética de poder y dominio de un despótico sultán sobre cientos de almas de mujeres, niños y servidumbre. Mitificó demasiado en las narraciones literarias los hechos que se sucedían detrás de las paredes que protegían estos recintos y no comprendió que allí además de ausencia de libertad se desvelaba la costumbre poligámica, el clasismo y el mercado de almas para elevar el ego de los poderosos.
Pero no debemos achacar la existencia de los harenes a los musulmanes solamente. Otras culturas ya los contenían entre sus leyes sociales. Los bizantinos disfrutaron de ellos, los egipcios y los propios romanos. Aunque estos últimos por diferencia no coartaban la libertad de lo habitantes de estos lugares y las mujeres allí eran trabajadoras cortesanas.
Un tercer cerco o espacio interno del harén, el más desconocido y cuya entrada estaba prohibida bajo cualquier circunstancia, pudiéndose aplicar la pena de muerte, se dejaba ver después de atravesar el umbral de la felicidad. Hasta allí sólo entraban los cuerpos del sultán y los eunucos elegidos. En esa parte interna y protegida estaban las habitaciones de las mujeres, el autentico harén al que se llama serrallo. Un templo edificado para la obediencia al sultán, donde gobierna la madre del primer hijo varón del príncipe del harén. Y si por motivos excepcionales alguien es invitado a ver ese lugar interior debe callar sus secretos, pues describirlo o hablar de él puede ser causa suficiente para obtener la pena capital.
Pero igual que todo está estructurado para aplicar un orden al servicio del gran señor del lugar, los habitantes, desde que nacen, están destinados a satisfacer todas sus necesidades y a deberle eterna adoración. Adiestrados según su condición dentro del harén los niños aprenden el modo de vida que les impone la cuna de su nacimiento o su dote física, para en el futuro ocuparse de sus funciones y roles dentro del Serranillo.Una disciplina absolutista piramidal a modo de la medieval europea se vislumbra en los harenes. Mudos, mutilados, eunucos, concubinas, mujeres, esposas, niños, jenízaros y adiestradores persiguen conseguir la felicidad del amo, que es el único motivo de la existencia de ese lugar. Un único señor al que no se puede ver la cara, ni mirar sosteniéndole la mirada.
El harén (2)
Incluso se han dado veces en que han sido vendidos a otros harenes después de la circuncisión para ser juguetes de perversión de las esposas y luego de los eunucos. Si tiene suerte de superar este miedo a la continuidad y sucesión de sus progenitores serán desde la infancia dirigidos a la decisión de futuro que haya tomado su padre (como sucedía antiguamente en el pueblo faraónico): Oficiales del ejército, militares de alto rango, ministro de un monarca musulmán o heredero.
Los niños no reconocidos o de servicio terminan siendo de todos, pero responsabilidad de ninguno. Serán adiestrados según su fortaleza física en azamoglans: marineros, carpinteros, orfebres. Y los segundos se ven dignos de ellos serán icoglans, miembros del servicio pudiendo llegar a desempeñar cargos importantes como siervos predilectos del Amo y Señor del harén.
El primer grupo, azamoglans, resultará analfabeto. Se le potenciarán sus fuerzas físicas y se les adiestrarán en la obediencia y las leyes. Los icoglans pasarán épocas de martirio, ayunos, pero tendrán la oportunidad de no ser analfabetos pues se les enseñara a leer y a estudiar religión. También se les adiestrará físicamente pero para potenciar la lucha y la agilidad, mientras se les instruye en los idiomas: turco, árabe y persa fundamentalmente. Los cuatro últimos años serán enseñanzas explícitas según el cargo que deban desempeñar en el futuro.
El día de su fin de carrera se trasladan a la habitación de los cuarenta pajes, la Hozada, allí esperarán a que su señor les de el cargo que deben desempeñar. Doce de ellos serán elegidos para desempeñar papeles importantes dentro del harén, y si son fuera, les eligen y aleccionan a representar a su amo. Comida, armarios, despensa, compra, caballerías, así doce jefes saldrán de esa habitación. Las escuelas son salones llamados Odas. Los maestros son eunucos blancos.
Los alumnos no pueden tener vida social con sus compañeros. Deben vigilar su silencio y no provocar habla o la comunicación entre sus compañeros. Los niños duermen en largas salas donde nunca se apagan las luces y donde son controlados por eunucos en grupos de cinco o seis.
Sin embargo, lo más sorprendente de los harenes son sus mutilados y deformes habitantes: eunucos, mudos, sordos y ciegos, así como enanos, son miembros de rango del servicio del único (señor del harén).
Ellos son las personas de más confianza y los que tienen a su cargo la custodia del resto de los miembros de habitantes de esos paraísos amurallados. Respetados por las mujeres y niños, entre quienes provocan miedo y autoridad. Controlan cada movimiento y dan cuenta al sultán de los intentos de subversión o los comportamientos fuera de ley.
Los eunucos son castrados desde infantes para ocupar este puesto de vigías. Con esta mutilación física sus amos eliminan su posible rebelión o las ideas adversas que pudieran provocarle sus deseos sexuales o sentimentales. También reducen sus hormonas estas castraciones lo que les hace personas pacíficas. Después de muchas disputas los estudiosos de las costumbres islámicas y de los harenes pensaron que los eunucos se dividían en cuatro bloques. Los que nacían mutilados, los que eran esterilizados, los castrados y los que no eran fértiles. Y según fuera el color de su piel eran distribuidos en sus cargos. Los blancos se hacían parte del servicio alto, a ellos se le daba la custodia y la vigilancia de los miembros importantes. Ellos eran los maestros y los instructores de los niños. Y son la escolta del propio príncipe.
El jefe de los eunucos blancos era el brazo derecho de los sultanes, mostrando a veces más poder dentro del gobierno que el gran visir del lugar. Ellos decidían quienes franqueaban las murallas y hasta donde podían hacerlo. Los eunucos negros eran los custodios del harén femenino, protectores de las puertas interiores. Sombras diurnas y nocturnas de las esposas, cuanto más feos son más valor ostentan en el mercado. Controlan desde la comida hasta las ropas de las esposas y concubinas.
La idea de su fealdad da valor a la belleza de su señor, por el único por el que las mujeres del amo deben suspirar. Los enanos ejercen de bufones y charlatanes, produciendo las risas de las horas de ocio de su señor. Y los mudos o los sordo-mudos tienen las misiones más tenebrosas, pues son los brazos ejecutores de las iras de su señor. Los mudos se encargan de las ejecuciones de las mujeres promiscuas, de los parricidios y de otras salvajes ideas de esa ley interna de los harenes.
Estrangulan con cordones de seda. Y siempre van en grupo alrededor de su amo cuando éste visita el harén. Como deben respetar a su amo y nunca franquear el silencio las personas del palacio a través de los siglos han desarrollado lenguajes muy originales de señales. Simbología escrita aunque poca, pues la mayoría de los habitantes son analfabetos y simbología o códigos secretos escritos entre los gestos de sus facciones físicas. Desde el rostro hasta los andares pueden ser utilizados para herramientas de comunicación dentro de un harén.
Los que más han terminado dominando estas artes son los séquitos de mudos que han desarrollado códigos herméticos que se basan en tocarse partes del cuerpo propio o del interlocutor, por lo que pueden desarrollar este lenguaje a la luz del día pero también en la más absoluta oscuridad. Los cuarenta sordomudos de los harenes perfeccionan estas curiosas formas de expresión en la sala de los pajes. En concreto en su mezquita.
Lo ideal en un harén desde Soliman II es nacer feo, mudo y ser castrado del todo pues así se convierte en el ser perfecto ante el sultán. En la antigüedad creaban incluso sectas dentro de las ciudades harén y se hacían con la política del lugar. Incluso derrocaron a algunos príncipes.
Hoy en día la practica de los harenes está prohibida y la de la castración desde 1922 abolida en Turquía por Kemal Taturk, personaje que también abolió en su momento el uso de velo en la mujer, pero las investigaciones demuestran que son prácticas que todavía perduran entre los pueblos musulmanes. Prueba de ello es el uso de las leyes islámicas en Afganistán por parte de los integristas. Sigue también viva, aunque penada por las leyes humanitarias mundiales está la práctica de la esclavitud.
Las ideas integristas de algunos países de religión islámica como ha sucedido en Afganistán, ha hecho retroceder en el tiempo a los habitantes de estos países, dónde no sólo han resurgido los harenes y los velos en los rostros de las mujeres, sino las leyes de ejecución a los que no las cumplan.
La mujer, la gran dañada
La mayoría será carnaza sexual. Se adoctrinará en las artes de la seducción y el placer al hombre. Aprenderá sobre el vestir. Conocerá la magia de los perfumes y aromas. Los secretos de las ablaciones a su señor. Las ablaciones rituales. Dos meses después será probada por el amo. Si es satisfactoria su velada y resulta del agrado del príncipe será tatuada en azul y se convertirá en odalisca (concubina), el paso previo a ser esposa o preferida. Si las mujeres no son del gusto el amo no serán devueltas, sino que formaran parte del servicio del harén aprendiendo los quehaceres de la limpieza o cocina, los lavaderos, ropas o el cuidado de los jardines.
Las concubinas se llaman Ikbal y su número puede ser ilimitado, su traducción significa “felicidad”, reciben trato privilegiado por parte del servicio. Las mujeres del amo son cuatro oficiales como establece el Corán y nunca más. Aunque pueden ser repudiadas o sustituidas. Las Kalfas o camareras y las danzarinas o cantantes son las otras féminas de la ciudad prisión. Son objetos que dan prestigio a su señor, cuantas más tiene un príncipe más alto erige su poder y más hijos le engendrarán, lo que también le hacen más admirado. Pero en la antigüedad también se daba el caso contrario, de que las concubinas inteligentes y las madres de los sultanes se hacían con el poder real del lugar. Mujeres que portaban el título de sultanas y que llevan como símbolo un fetiche viril, una daga en la cintura.
El príncipe, sultán o amo de harén está obligado a rendir culto diario a su madre. Debe ir a visitarla cada día y no puede retirarse de su presencia sin su beneplácito (validé). Que debe ser concedido tres veces antes de que se arrodille delante de la mujer para rendirle servicio. Un ridículo carácter machista que prohíbe la libertad de estás fortalezas dictatoriales y con ella a sus ocupante para terminan postrándose de rodillas ante una mujer que le ha dado la vida. Resulta una visión deformada de las cosas, contradictoria que en muchos lugares de nuestro planeta sigue dándose a diario.
José Cruz Herrera (Spanish, 1890-1972) – odalisca
Eugen Ansen Hoffmann – Dancing Odalisque
Ferdinand Roybet (French, 1840-1920) – Odalisque
Ferdinand Roybet (French, 1840-1920) – Odalisque
Franz Lefler (Czech, 1831-1898) – Odaliske mit der indischen Huka-Pfeife
Pierre Auguste Renoir (French , 1841 – 1919 ) – Odalisque
Pierre Auguste Renoir (French , 1841 – 1919 ) – Odalisque
Jean-Baptiste-Camille Corot (French, 1796-1875) – Sicilian Odalisque
Jean-Baptiste-Camille Corot (French, 1796-1875) – Odalisque
Ange Tissier (French, 1814-1876) – An Algerian Odalisque and her Slave
Louis Galliac (French, 1849-1934) – Odalisque
Jacob Collins (American , born 1964) – Odalisca
Ignace Spiridon (Italian) – Odalisque
Casimiro Tomba (Rome 1857-1929) – A reclining female nude seen from behind lying on a leopard skin
Emmanuel Joseph Lauret Aîné ( French , 1809-1882) – Odalisque
Maurice Bompard (French, 1857-1936) – Odalisques in an Interrior
Adolphe Weiz (Hungarian , 1838-1900) – Odalisque
Hermann Fenner-Behmer (German, 1866-1913) – Odalisque
Eugène Guérard (French, 1859-1931) – Harem Scene
Franciszek Żmurko (Polish, 1859-1910) – On the Orders of the Padishah
Luigi Mussini (Berlin, 1813 – 1888) – Odalisca
Leon Herbo (Belgian , 1850-1907) – An Odalisque
Hippolyte Berteaux (1843 – 1928) – Odalisque With a Lute
Joseph Fortuné-Séraphin Layraud (French, 1834-1912) – Odalisque Couchee
Richard Parkes Bonington (English,1802-1828) – Odalisque in Yellow
Josef Straka (Austrian, 1864-1946) – Odalisque with Parrot
Achille Zo (French, 1873-1933) – The Dream of Believing
Gabriel Auguste Claire Armand de Fraguier (French 1803-1873) -Odalisque au nargile
Antonio Torres Fuster (Spanish, 1874-1945) – Odalisque.
Natale Schiovoni (Italian, 1777-1858) – Odalisque
Bokovac Vlacho (1855-1923) – Pharaohs Favorite
Nathaniel Sichel (German, 1843-1907) – An Odalisque
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