Egipto fue cuna de la antigua civilización egipcia, que junto con la mesopotámica fue el origen de la actual cultura occidental, influyendo decisivamente en la historia de la humanidad. Los restos de esta civilización jalonan el país, como las pirámides y la gran esfinge, o la ciudad meridional de Lúxor, que contiene un gran número de restos antiguos, tales como el templo de Karnak y el Valle de los Reyes.
Faraón del siglo XXIX a. C. a quien se atribuye la unificación de Egipto. Según la tradición legendaria, Menes fue el primer faraón de la primera dinastía, con el que se inició la historia humana de Egipto; había sido implantado directamente por los dioses, con quienes estaba emparentado. Junto con la unificación de Egipto, aquel acto fundacional había traído también la escritura, el arte, la agricultura y las técnicas artesanales.
Naturalmente, tales procesos fueron mucho más lentos de lo que supone ese mito; en particular, la unificación política fue el resultado final de largas luchas para imponer un poder central sobre el particularismo de las comunidades locales, cuya última fase fue la unión del Alto y del Bajo Egipto (o sea, del valle y del delta del Nilo).
Esta última fue la obra de Narmer, un faraón del Alto Egipto, a quien se ha identificado con el legendario Menes. Narmer, que aparece representado aplastando a sus enemigos en la famosa «Paleta de Narmer» encontrada en Hierakómpolis, parece haber sido un monarca del Alto Egipto, que tenía su capital en la ciudad sureña de Thinis.
Desde allí se lanzó a la conquista del curso medio y bajo del Nilo, unificando Egipto y fundando una primera dinastía de faraones (la dinastía tinita); para ejercer el poder sobre las dos regiones unificadas, trasladó la capital al límite entre ambas, cerca de donde posteriormente se ubicarían Menfis y El Cairo. (FUENTE)
Detalle de la Paleta de Narmer o Menes
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