Las vacaciones casi siempre están relacionadas con el verano y la playa. Sea esta en un río, lago o mar.
El origen de las vacaciones, tal como las entendemos hoy, es un concepto multifacético arraigado en una confluencia de cambios sociales, económicos y culturales. Si bien la noción de descanso y ocio ha existido a lo largo de la historia, el sistema formalizado e institucionalizado de vacaciones es un desarrollo relativamente moderno, que surgió principalmente en los siglos XIX y XX.
Civilizaciones antiguas, como las de Grecia y Roma, incorporaron períodos de descanso y festividades en sus calendarios. Estos solían estar vinculados a observancias religiosas, ciclos agrícolas o victorias militares. Sin embargo, estos períodos no eran universalmente accesibles y a menudo eran disfrutados por segmentos específicos de la población, como la élite o quienes se dedicaban a determinados oficios. El concepto de tiempo libre remunerado para la fuerza laboral en general estaba prácticamente ausente.

La Revolución Industrial marcó un punto de inflexión. A medida que las sociedades transitaban de economías agrarias a sistemas industrializados, la naturaleza del trabajo cambió drásticamente. El trabajo en las fábricas se volvió cada vez más exigente y monótono, lo que generó preocupación por el bienestar y la productividad de los trabajadores. Los primeros reformadores y pensadores sociales comenzaron a abogar por la reducción de la jornada laboral y la provisión de tiempo libre como medio para mejorar la vida de los trabajadores.
El auge de la clase media contribuyó aún más al desarrollo de las vacaciones. A medida que más personas adquirían estabilidad económica e ingresos disponibles, la demanda de actividades de ocio y viajes aumentó. Esto, a su vez, impulsó el desarrollo de infraestructura turística, incluyendo hoteles, complejos turísticos y redes de transporte.
La legislación también jugó un papel crucial. En muchos países, se promulgaron leyes para regular la jornada laboral y exigir el tiempo libre remunerado. Estas leyes fueron a menudo el resultado de movimientos laborales y presión política, lo que refleja un creciente reconocimiento de la importancia del ocio y el descanso para la salud y el bienestar general de la sociedad.
En conclusión, el origen de las vacaciones no se puede atribuir a un solo evento o factor. Más bien, es el producto de una compleja interacción entre la industrialización, la reforma social, el crecimiento económico y los avances legales. El concepto moderno de vacaciones representa un cambio significativo en las actitudes sociales hacia el trabajo y el ocio, lo que refleja un reconocimiento creciente de la importancia del descanso, la recreación y la realización personal.
Historia publicada en la revista Vida y Luz N°126 - Junio de 1979
Las vacaciones han sido cosa de ricos hasta hace poco
Sabemos los beneficios que tiene el descanso para la salud física y mental, pero desde la antigua Roma a la Primera Guerra Mundial, solo los privilegiados podían permitirse unos días o semanas dedicadas al disfrute según concepciones cercanas a las vacaciones actuales. Y sí, muchas de ellas se llevaban a cabo en los meses de verano, por lo que se puede decir que los reyes inventaron el veraneo.
El origen de las vacaciones
El turismo de masas no empezó a darse hasta mediados del siglo XX, por lo que hablamos de una conquista muy reciente de la clase media y, desde luego, sigue habiendo muchas diferencias en esta misma clase entre los países del mundo Occidental. Con anterioridad, los días festivos, los que no se trabajaba, estaban marcados por las fiestas religiosas, que durante muchos siglos fueron obligatorias para la población, por lo que, desde luego, no estamos ante una situación cercana a lo que entendemos por vacaciones.
Durante el imperio, los romanos de la nobleza ya tenían maneras de combatir el calor en verano y una de ellas era viajar a lugares menos calurosos, a la playa o la montaña, donde se hacían construir villas utilizadas como residencia de verano. Esta costumbre se mantuvo en el tiempo como algo habitual del sector privilegiado de la sociedad, con el cambio de villas por palacios donde reyes y nobles disfrutaban del período estival. Los jóvenes de las familias pudientes iniciaron lo que acabaría siendo costumbre también a partir del siglo XVII: viajar por Europa y el extranjero para conocer los lugares y monumentos sobre los que estudiaban. Una parte más activa y aventurera de su formación conocida como el Grand Tour. A partir del siglo XIX, la burguesía amplió un poco la horquilla social que disfrutaba de vacaciones en verano y coincidió en el tiempo con un cambio de concepción acerca del mar. Hasta entonces, muchas ciudades costeras habían vivido de espaldas al mar, de donde solo provenían cosas malas y peligrosas: monstruos, enemigos, suciedad, deshechos y el miedo a lo desconocido de un entorno implacable. Pero la medicina de entonces tomó el agua como fuente de salud y limpieza.
Baños como terapia saludable
El turismo incipiente tenía como destino destacado los balnearios, pero pronto se tomó el mar como un gran balneario al aire libre. Fue el nacimiento del “playeo”. Los nobles del norte de Europa descubrieron el sol y las aguas templadas del Mediterráneo, mientras que en España, los reyes buscaron escapar del calor de Madrid con baños en las frescas aguas del Cantábrico. Fue así como se fraguaron los dos grandes pilares del turismo: salud y cultura, a los que se le unió el ocio para entretener a los viajeros entre visitas y baños.
Al parecer, una enfermedad en la piel fue lo que llevó a los médicos de Isabel II a recomendarle que tomara baños en el norte del país. En julio de 1845, Isabel II inauguró el veraneo en San Sebastián, que no tardó en convertirse en el lugar predilecto para las vacaciones de muchos nobles españoles y extranjeros. Los criados formaban parte indispensable de las estampas veraniegas de entonces y las reuniones entre poderosos políticos y ricos comerciantes acababan con apretones de manos que cerraban desde jugosos acuerdos a matrimonios concertados.
El 5 de julio se reconoce internacionalmente como el Día del Bikini, recordando su audaz debut en París en 1946 (Grosby)
El bikini se convirtió en una de las prendas más reconocidas y comentadas de todos los tiempos. El 5 de julio, conocido como el Día del Bikini, marca el aniversario de su primera aparición pública, cuando Micheline Bernardini lo presentó en 1946 y sorprendió al público parisino con su innovador diseño. (F)
El escándalo del bikini
El verano se fue democratizando paulatinamente. La ampliación del número de veraneantes llevó a nuevas necesidades y servicios requeridos. El sector hostelero empezó a “hacer el agosto” y aquellos que no podían permitirse mantener un palacio idearon los hoteles, muy lujosos al principio, pero también en la dinámica de transformación hacia opciones cada vez más asequibles.
La actividad del baño generó muchas polémicas en la época. La moral y los preceptos religiosos del momento denunciaron como escándalo peligroso los cuerpos a la vista de bañistas, sobre todo en el caso de las mujeres. Fueron turistas extranjeras las primeras en pasear en bikini por las costas de España para impacto de muchos y deleite de no menos mirones. La modernidad se fue imponiendo al abrigo del cada vez más beneficioso veraneo en términos económicos hasta convertirse en una cuestión de estado. El turismo pasó a ser un sector clave para España a partir de los años sesenta, cuando las vacaciones empezaron a formar parte de cada vez más familias y los turistas extranjeros que venían al país pronto se contaron en millones.
Ursula Andress -la chica Bond- junto a Sean Connery.

Marilyn Monroe posó en bikini en los años 50, estableciendo un nuevo estándar de sensualidad y glamour en la moda de playa.
La actriz contribuyó a popularizar el bikini en Hollywood y el mundo.
Sus sesiones fotográficas y apariciones en películas, en trajes de baño de dos piezas sencillos y favorecedores, sentaron un precedente de glamour y atractivo que persiste hasta hoy. (F)
No hay comentarios:
Publicar un comentario