Este desnudo fue el primero en la producción artística de Tom Martin, más inclinado a representar objetos que tienen que ver con el consumo diario de alimentos (como verán en los enlaces).
"Hacía tiempo que quería pintar un desnudo, ya que nunca antes había pintado uno. Pero los compromisos del año pasado significaron que no pude hacerlo de inmediato. Ahora parecía un buen momento para probar uno, así que aquí está.
Disfruté pintándolo, las técnicas utilizadas fueron ligeramente diferentes a las que usaría en mis temas habituales. Entonces fue un buen cambio.
Todavía estoy indeciso sobre cómo llamarlo..." (Texto de Tom Martin)
Tom Martin nació en 1986 en Wakefield, Reino Unido. Es un artista interdisciplinario que trabaja principalmente en pintura y escultura.
Las pinturas que Martin hace se derivan de una superposición y acumulación de imágenes fotográficas, ideas y dibujos en bruto que dan lugar a una imagen compuesta de la vida en el lienzo. Las imágenes tienen sus raíces en la naturaleza muerta y la figuración contemporáneas, pero también hacen referencia a imágenes del pasado. El tiempo es un tema constante que recorre toda la obra y que Martin ha explorado durante la última década. Su trabajo es una forma de intentar darle sentido a nuestro mundo, nuestro lugar en él y lo que significa ser humano.
Los arreglos florales juegan un papel central en las pinturas. Las flores son algo que Martin ha explorado desde hace unos diez años. Aparte de su naturaleza seductora, están cargados de un amplio espectro de significado e interpretación. Al utilizarlas en una composición, es importante no pensar en ellas como flores, son como metáforas, incluso autorretratos. Quizás más que en cualquier otro lugar, la fascinación de Martin por el tiempo y el cosmos se hace evidente al contemplar sus esculturas de jarrones rotos.
El material fuente utilizado en el trabajo proviene de una variedad de lugares además de la fotografía. Dibujo, software de modelado 3D, imágenes tomadas en línea e imágenes históricas apropiadas se fusionan dando como resultado algo que encarna el pasado y el futuro pero que es claramente de nuestro tiempo. Es una superposición selectiva de ideas e imágenes yuxtapuestas que, en última instancia, conduce a algo nuevo. A menudo, cuando se utilizan estas piezas de material original, habrá partes que no ofrecen ninguna información significativa y, por lo tanto, se convierten en espacios en blanco en el lienzo, hasta tal punto que no se deposita físicamente pintura sobre el lienzo como si se eliminara un recuerdo. Trabajar de esta manera promueve un diálogo pictórico fascinante y permite un elemento de sorpresa e incertidumbre. A medida que una pintura avanza, se trata de abrazar lo que no se puede cambiar y dar significado a nuevas formas que comienzan a surgir.
A lo largo de la realización de cualquier cuadro surgen constantes dudas sobre sus posibilidades. Nuestra experiencia visual del mundo actual es tanto física como visual y digital. Sólo cuando ignoramos cualquier regla o noción preconcebida sobre nuestras experiencias en este mundo es posible sentirnos lo suficientemente libres como para hacer algo emocionante. No hay reglas y es importante recordárnoslo. Martin hace pinturas que representan un mundo posible, atrapado en algún lugar entre la digitalización, la observación y la pura fantasía. (F)
Tom Martin, para paladares exquisitos
Con solo 26 (37) años Tom Martin se ha abierto un hueco en el mundo del arte. Y no es para menos. Al ver su serie dedicada a envases, etiquetas y alimentos no es extraño confundir algunas de sus pinturas hiperrealistas con fotografías. Su obra es una especie de reinterpretación moderna del viejo tema clásico de la naturaleza muerta. De hecho, la filosofía es la misma. Arrancar la belleza de lo cotidiano, de lo banal. Pero eso sí, la dieta de Martin es para todo tipo de paladares. En ella encontraremos gofres, fresas, nueces, barras de chocolate, pasta, verdura, aceitunas, tomates, aceite y otros productos envasados. Aunque a diferencia de las naturalezas muertas del Barroco, las de Tim derrochan vida. Los alimentos son siempre frescos y apetecibles, y en lugar de encontrar las típicas calaveras en sus pinturas aparecen en ocasiones diminutas y voluptuosas jóvenes desnudas acompañando a los alimentos.
Tom trabaja fundamentalmente con acrílico, combinando pincel y aerógrafo, sobre madera o aluminio y tarda unos dos meses en hacer uno de sus cuadros. Sus cuadros han llegado a cotizarse entre 5000 y 25000 libras, lo que ha llevado a algún medio a anunciarlo como «el KitKat de las 25000 libras». Para Anne Marie Sjoholm, dueña de la Plus One Gallery de Chelsea, al oeste de Londres, y encargada de vender la obra de Tim, el éxito de su pintura se basa en una idea muy sencilla: «Sus pinturas parecen realista porque se esfuerza por representar lo que es real».
Aunque usa como referencia fotografías para componer sus trabajos, su objetivo no es simplemente copiarlas ni hacer pinturas que sean una copia exacta de la realidad. La finalidad de su arte es cuestionar la realidad y la forma en que se percibe. Por eso, en ocasiones, introduce en sus cuadros algún elemento físicamente imposible. La yuxtaposición entre lo que aparentemente es real y ese elemento irreal sugiere la existencia de otro mundo artificial. Y a pesar de todo el espectador trata por todos los medios de identificar aquello que tiene delante como algo real. Al ver la imagen por la pantalla de un ordenador la confusión con la pintura es mayor, pero en el momento en que estás en persona frente al cuadro tienes que verlo necesariamente con otros ojos. (F)
El artista.
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