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martes, 25 de junio de 2024

El amor lésbico en el arte

 


La imagen de dos mujeres amándose ha sido -hasta hace poco- un tema tabú en las artes plásticas. Casi siempre oculto o a la sombra. Sólo a mediados del siglo XX, los museos aceptaron pinturas de mujeres desnudas  compartiendo un lecho o simplemente abrazadas besándose.


Por Rubén Reveco - Editor

La representación del amor entre mujeres ha sido, por mucho tiempo, un tema controversial y delicado en el mundo del arte. Durante siglos, la imagen de dos mujeres amándose ha sido, en gran medida, relegada al olvido o confinada a las sombras, considerada como un tema tabú que la sociedad prefería mantener oculto. Sin embargo, a mediados del siglo XX, esta realidad comenzó a cambiar de manera gradual, a medida que los museos y las instituciones artísticas empezaron a aceptar y exhibir obras que reflejaban la belleza y la profundidad de las relaciones lésbicas.
Es importante reconocer que la invisibilidad de las mujeres lesbianas en el arte a lo largo de la historia no se debió a la falta de su existencia o de su presencia en la sociedad, sino más bien a las actitudes y prejuicios sociales que imperaban en esa época. La aceptación y la celebración del amor entre mujeres eran vistas como algo tabú, condenado y, en muchos casos, criminalizado. Esta situación se reflejaba directamente en la ausencia de representaciones artísticas que visibilizaran y legitimaran estas relaciones.
Sin embargo, a medida que los movimientos de liberación LGBTQ+ ganaron fuerza y visibilidad a nivel global, el arte comenzó a transformarse, convirtiéndose en un espacio de expresión y reivindicación para las mujeres lesbianas. Artistas como Judy Chicago, Harmony Hammond y Audre Lorde, entre otras, se convirtieron en pioneras en la representación del amor lésbico en el arte, desafiando los cánones establecidos y abriendo camino para que otras voces emergieran y se hicieran oír.


Obra de la artista venezolana María Gamundi.



Hoy en día, la presencia de obras que celebran y visibilizan el amor entre mujeres en los museos y galerías de arte es cada vez más común. Pinturas, esculturas, fotografías y otras manifestaciones artísticas dan testimonio de la riqueza y la diversidad de las experiencias lésbicas, reclamando un espacio legítimo en el panorama cultural y artístico.
Sin embargo, es importante reconocer que aún queda mucho trabajo por hacer. La representación del amor lésbico en el arte sigue siendo, en muchos casos, limitada o sesgada, reflejando aún los restos de estigmas y prejuicios que han persistido a lo largo de la historia. Es fundamental que los museos, las galerías y las instituciones artísticas continúen ampliando sus horizontes, fomentando la diversidad y la inclusión, y brindando un espacio seguro y celebratorio para todas las formas de expresión artística relacionadas con la identidad y el amor lésbicos.



Safo de Lesbos, aquí representada en una pintura de 1904 de John William Godward, dio a la palabra «lesbiana» la connotación de deseo erótico entre mujeres.


Un poco de historia

La representación de la mujer se remonta a la Prehistoria. Desde que los humanos descubrieron el poder del trazo, de la línea y del color, comenzó el periplo... el cuerpo femenino se hizo objeto de deseo, pero siempre bajo la mirada y la perspectiva masculina; en ese sentido la historia del arte ha forjado la representación de la mujer y su realidad siempre desde la masculinidad. 


La palabra lesbiana puede hacer referencia a una identidad, un deseo o una determinada conducta entre mujeres (Safo y Erina en un jardín en Mitilene por Simeon Solomon).

La mujer en el arte es una visión del hombre, su representación que es mucha, están silenciadas por la ejecución del macho patriarcal y las pocas mujeres que tuvieron la valentía de pintar su cuerpo y sus realidades estuvieron atadas por los convencionalismos y directrices de un mundo hecho por el hombre.



"La siesta", 1866, de Gustavo Courbet.


La representación de la mujer en el arte o en las obras de arte han sido sujetas a la visión masculina y más específicamente las de las parejas de mujeres, las lesbianas han sido representadas más para el morbo masculino que para el placer de la mujer, obviamente se repite el ciclo del arte hecho por el hombre, a su gusto y a su único propósito.
El amor lésbico ha sido representado con cierta ambigüedad y da pie a invariables o subjetivas interpretaciones, tal como es el caso de las figuras que apelan a la mitología, como Diosas guerreras o como las imágenes de amigas o hermanas que intimidan con purísima  inocencia, no obstante estamos frente a un velo impuesto por los pintores y sus historiadores y en ciertos casos el puritanismo de los mismos espectadores se niegan a ver la realidad de la obra. Muchas de las obras creadas en el Renacimiento sobre Diosas griegas y romanas están cargadas de una fuerte libertad sexual donde el amor lésbico es su protagonista.


"La siesta", 1865, del pintor argentino Prilidiano Pueyrredón. Representa dos mujeres en la cama (que parecen ser la misma modelo en dos poses diferentes) entregadas a un abandono sensual, representadas con un realismo minucioso e impactante. Un realismo que podría pensarse inspirado en la fotografía erótica que circulaba en estereoscopios y que aumentaban la ilusión óptica de corporeidad de lo representado.


A partir de la representación visual de las mujeres en el siglo XIX, el tópico de las supuestas “amigas” concibió una gran cantidad de pinturas o dibujos de mujeres juntas en actitudes eróticas o de ternura romántica e intima como en los casos de los baños o toilettes y las bañistas así como otras donde el deseo es visto desde un punto de vista masculino como voyeur y que refleja la idea masculina y su morbosa y fantástica forma de ver a las lesbianas, sean en parejas o en grupos. 


Obra de Paul Albert Laurens (1838-1921)

El tema lésbico existe desde una mirada masculina diferente a la femenina, y están construidas desde el punto social del deseo aceptado por aquella sociedad imperante. Sin embargo se hace un poco más visible la existencia del lesbianismo o las lesbianas (que es tan antiguo sino remitámonos a Safo) en un mundo o una sociedad que por lo general siempre las han negado.



"El beso". Representa la hermandad de Suiza y Argentina en un monumento, donde dos mujeres se besan tomadas de la mano. Se inauguró el 7 de junio de 1914. Lo que convocaba más miradas es la imagen que representaba el amor eterno de dos países, algo que hoy hasta resulta natural, pero que, en ese entonces era una verdadera osadía: dos mujeres desnudas, sentadas sobre un globo terráqueo y unidas por un beso.


En la actualidad muchos artistas, y en especial mujeres dedicadas al arte, han dedicado al amor lésbico su temática principal de trabajo, tal vez como una forma de representar libremente su sexualidad, tal vez para mostrar la belleza de ese amor que es tan fuerte en su forma genital como espiritual, o como simple "capricho" para desobedecer y alterar lo que por mucho tiempo ha sido motivo casi exclusivo del hombre y del anacrónico machismo.

El arte de Milo Manara devela uno de los aspectos más interesantes en el cómic eróticos: el amor lésbico. Ya no serán sólo dos mujeres desnudas, una al lado de la otra, esta vez se "blanqueará" el asunto y las chicas se acariciarán y besarán sin ningún pudor. Es decir, lo que era sumamente privado, Manara lo convierte en algo público.


"Las dos amigas", obra de Tamara de Lempicka (1898-1980).


"Las bañistas", de Paul Albert Laurens (1838-1921).


"En la cama: el beso" - Henri Toulouse-Lautrec


(Autor que desconozco)


(IA)




"Todas las chicas homosexuales", de Margurite Frame. 1965.
"A Martha le interesaban tres cosas: el poder, el dinero y la hermosa joven".




Edición de la revista lésbica alemana Die Freundin («La novia / amiga»), 1928.


Ilustraciones y fotografías









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