El pintor Alejandro Rosemberg se refirió, en una entrevista con Cultura Los Andes, al escenario actual de las artes plásticas y el lugar que ocupa la belleza. Interpelador y agudo, el artista cordobés indaga sobre el concepto de “arte contemporáneo”. Su testimonio es una clara defensa del oficio como valor intrínseco de la obra de arte.
Por Camila Reveco (Diario Los Andes)
Pintar es pensar
Alejandro Rosemberg es uno de los pintores más personales y vibrantes de nuestro país. Su propuesta pictórica es simple y contundente: trabaja el realismo; y con su obra la excusa de la realidad se transforma en un lugar plagado de belleza. El artista, de gran dominio técnico, nació en Córdoba hace treinta tres años y se radicó en la ciudad de Buenos Aires hace siete. En su provincia natal obtuvo la licenciatura en artes y más tarde continuo sus estudios de pintura clásica basada en la gran tradición italiana con el maestro Claudio Bogino.
En sus telas se destacan las series de figuras con paños de color sobre sillones y sus dibujos de retratos en tonos anaranjados.
Alejandro Rosemberg alimenta una fe inquebrantable en el poder de la pintura y su obra crece como una gran verdad. “La pintura nunca se fue”, dice el artista que en su trabajo concentra lo más potente del realismo.
En charla con Cultura el pintor su refirió, primero, a su obra y los temas que representa; y en segundo lugar -a partir del actual panorama en el que reinan múltiples tendencias estilísticas- se animó a escarbar en los aspectos más sensibles y espinosos del circuito del arte.
Es que ser pintor no sólo es agarrar los pinceles, sino también, tener una postura crítica frente a los sucesos que acontecen y nos atraviesan,e implica pensar sobre el mundo en que se vive.
Nos preguntamos junto a él: ¿Por qué se insiste en hablar de “democratización” en el arte del nuevo milenio, si la inmensa mayoría de pintores que siguen apostando por el realismo no integran el grupo de “artistas contemporáneos”? ¿Qué tan contemporáneos son los contemporáneos del siglo XXI si sus propuestas de ruptura o “vanguardia” son las mismas de hace cien años atrás?
Alejandro Rosemberg: un pintor “de corte racional y analítico.
-Siempre se encuadró dentro del realismo ¿por qué?
-Efectivamente, el realismo me atrapo desde pequeño. Mis padres me llevaban a galerías y museos y siempre me paraba frente a cuadros realistas y los admiraba. Nunca conecte mucho con obra que no fuera figurativa. El realismo es un gran desafío ya que requiere de un fuerte dominio técnico y por lo tanto, conocimientos concretos (dibujo, composición, color, etc). El “todo vale” nos ha llevado a muchos callejones sin salida a lo largo del siglo XX que encuentro contraproducentes para las artes plásticas y rescato al oficio como un valor positivo dentro de mi disciplina. Es lo que exigimos de cualquier otra manifestación artística o actividad en general: que un músico domine su instrumento, que un escritor domine el lenguaje, que un arquitecto sepa diseñar y hacer un plano, etc. El realismo es también accesible a todos. No me gustan las obras que te dejan afuera, el arte elitista hecho para especialistas o ese que requiere de un manual teórico para entenderlo: son manifestaciones que alejan a la gente del arte. Me gusta la obra que se sustenta sola y que te invita a acercarte y sentir, disfrutar, pensar… Creo que en la infancia me atrapaba la ilusión óptica que genera la técnica, una ilusión que rozaba lo mágico. Luego en la adolescencia descubrí que tenía facilidad para lograrla, tal vez por mi personalidad de corte racional y analítica. Lo que era un pasatiempo que me daba mucho placer y satisfacción se volvió más serio en la etapa universitaria, a partir de la cual me fui profesionalizando.
-Estudió arte en Córdoba ¿Qué sucede allí? Es una provincia que tiene pintores muy talentosos
-No sé muy bien que sucede en Córdoba pero es efectivamente una provincia-semillero para el arte en general, tanto por la cantidad de artistas como por la calidad sus trabajos. Con respecto a la pintura figurativa en particular, no lo tengo muy claro pero imagino que varios factores influyeron: dos instituciones de peso que ofrecen buena formación (la Escuela de Bellas Artes Figueroa Alcorta y la Facultad de Arte de la Universidad Nacional de Córdoba), muchas galerías de arte que fueron prósperas durante décadas -algunas de ellas dedicadas exclusivamente al realismo como Galería Marchiaro-, y una tradición de maestros de gran nivel que decidieron hacer escuela en Córdoba enseñando y vendiendo sus obras en un contexto que fue receptivo.
-Pintar de una manera tan minuciosa ¿no le parece que va a contramano de la vorágine actual en donde todo es inmediato?
-Tal vez, aunque las expresiones artísticas responden más al mundo interior que al exterior. Y si bien es difícil o imposible abstraerse de algunas cuestiones (la obra de un artista suele reflejar su momento histórico), no creo que ir a mano o a contramano de la velocidad de nuestros tiempos deba ser una preocupación para el artista al momento de producir.
- Lejos de vivir sin timón y en el delirio su obra refleja lo contrario: lucidez, sentido común, prolijidad… ¿su pintura habla de cómo es usted?
-¡Es graciosa la asociación de la vida del artista a una vida sin timón, o delirante! Supongo que tiene que ver con la imagen que se tiene del artista en el ideario popular, pero eso es más para las películas… Con respecto a mi obra, sí, refleja mi personalidad y creo que es lógico y natural que así sea, aunque luego el espectador también vuelque en ella su propia mirada y la re signifique viéndose así también reflejado en ella en mayor o menor medida.
-¿Por qué cree que el desnudo sigue avergonzando a los seres humanos? ¿Ha sufrido alguna vez alguna forma de censura?
-Bueno, será un poco de pudor, un poco de vergüenza, censuras que incorporamos a través de la cultura, religión, etc… no me he detenido a pensar en el asunto. Varía de época en época y también de acuerdo al contexto. Es gracioso por ejemplo encontrar escandaloso un desnudo artístico a la par que se asimila como algo natural la obscenidad en los medios de comunicación actuales… En lo personal, no he sufrido censuras significativas.
- ¿Cuál es su reacción frente al comentario del público cuando le dicen sobre su obra: “¡Parece una foto!”?
-Es un comentario que uno escucha muy seguido y hay que tomarlo como lo que es, un halago bien intencionado. El mundo en el cual vivimos está atravesado por la imagen fotográfica: la tele, el cine, celulares, internet, etc… hemos aprendido a incorporar a la foto como sinónimo de realidad y nos olvidamos que ésta es una interpretación de la misma como cualquier otra. Por ello, entiendo que me quieren decir que mi trabajo les parece muy real.
-A Roberto Bolaño siempre le asombró la soberbia que observaba en los círculos literarios ¿El ambiente pictórico peca de lo mismo?
-Sinceramente ¡no lo sé! Uno se va cruzando con todo tipo de gente a lo largo del camino... he notado que es un medio muy competitivo e individualista y que los artistas sufren por sus grandes egos, pero tal vez éstas sean características de nuestra época. En lo profesional sólo conozco mi medio, pero no me resulta muy receptivo y no me involucro mucho.
-La pintura que a usted más le gusta ¿es de algún período en particular?
-No creo poder contestar de manera unívoca que me conmueve tal o cual período, ya que la pintura es algo muy amplio y con la cual me conecto desde diferentes lugares…Me conmueven cuestiones puntuales de diferentes períodos pero sobretodo me conecto con sensibilidades individuales de diferentes períodos. Esto me resulta más interesante, ya que a menudola sensibilidad de un artista suele trascender su contexto histórico-cultural.Lo que tengo más claro es que el siglo XX sea seguramente el que menos me conmueve, por haberle dado la espalda al oficio y a la belleza.
-Dice que la belleza no ha tenido protagonismo durante el siglo XX pero algunos críticos justifican el panorama asegurando que su campo visual se ha ampliado y que no se trata de una batalla entre belleza y fealdad…
-Me parece que aquí se mezclan dos temas interesantes. El de la belleza y el de “democratización”. Respecto de la belleza; desde luego el arte no se trata de una batalla entre belleza y fealdad, ni puede afirmarse que una obra deba ser bella para ser arte, ya que estaríamos dando una definición sobre “qué es arte” y es imposible hacerlo de manera tan acotada. Me parece también importante recordar que el concepto belleza es de por sí subjetivo, lo que no facilita las cosas. En lo personal, cuando me refiero a “belleza” lo hago en un sentido amplio y abarcativo y me parece excelente “ampliar el campo visual sobre la belleza”. Sin embargo y a lo que me refiero, es que el siglo XX, a partir de las vanguardias históricas, ha cuestionado a la belleza –junto al oficio- como valor intrínseco de una obra de arte (idea heredada de la antigua Grecia clásica y tal vez arbitraria) y cultivado en su lugar una estética que tuvo que ver más con la fealdad y el shock o la novedad; y que no juzgo como algo “bueno o malo”, “arte o no-arte” y no me parece una discusión muy fértil ya que los propios conceptos de “arte” o “artista” están hoy desacreditados. Sin embargo, y desde un punto de vista personal, digo que éste tipo de manifestaciones artísticas no me interesan ni como espectador ni como productor. Y afirmo que rescato a la belleza como un valor positivo intrínseco a nuestra condición humana, como rescato el valor de la Verdad o la Bondad, como también a la obra de arte que me sumerge en la contemplación y reflexión, conectándome de esta manera con lo espiritual.
-Por otro lado, está el tema de la “democratización” del escenario artístico.
-Sí, y en mi opinión, ésta es también una suerte de herencia distorsionada de las vanguardias históricas de comienzos de siglo. Creo que las ideas de que “todo es arte” y “toda persona puede ser artista” deben ser consideradas como ideas poéticas inscriptas en el momento histórico-cultural en que se concibieron. Tomarlas de manera literal es muy ingenuo.
- Entonces ¿qué impresión le causa el concepto “arte contemporáneo”?
-El concepto de “arte contemporáneo” es de por sí confuso ya que, por un lado, considera “contemporáneo” al arte producido en base a principios que ya tienen un siglo, sólo que antes tenían sentido en su contexto histórico. Pongamos por ejemplo el arte del “ready-made”: su valor es conceptual y tiene validez en cuanto a ruptura. Luego del primer ready-made ya no hay novedad y pierde sentido. Por otro lado, el “arte contemporáneo” no considera contemporáneos a los artistas que trabajamos en el presente con otros criterios artísticos. Por eso mencionaba que la mirada sobre la “democratización” del arte tomada literalmente es ingenua. Motivos por los cuales no me identifico con esas tendencias. El circuito artístico en el que me muevo y desarrollo es otro.
-¿Siente que hay un regreso a la pintura clásica?
-No lo veo como un regreso, ya que la pintura nunca se fue. Lo que se perdió durante el siglo XX fue el oficio y en ese sentido, sí, estamos presenciando una suerte de tendencia internacional –de la que Argentina no forma parte- que intenta recuperar ciertos valores que hoy asociamos a lo clásico. Se están abriendo muchas escuelas en el mundo con formaciones más estrictas y rigurosas en cuanto a las habilidades técnicas, aparecen salones y museos dedicados al realismo…
El artista
Perfil:
Alejandro Rosemberg nació el 10 de octubre de 1981 en Córdoba. “Viví allí hasta los 26 años. Desde entonces estoy radicado en Capital Federal, Buenos Aires”.
Es Licenciado en Artes Plásticas por la Universidad Nacional de Córdoba, orientación Pintura. Estudió pintura clásica con Claudio Bogino y Color con GraydonParrish (Grand Central Academy, NY). Para ver más, visitar su blog: http://arosemberg.blogspot.com.ar/
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