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domingo, 7 de diciembre de 2025

Jodido bastardo (1) Isabel



Primer tomo de esta increíble aventura. Max, que acaba de enterrar a su madre, se encuentra con dos fotos de ella y de él de niño cuando vivían en Brasil. En cada una de ellas hay un hombre diferente. ¿Será uno de ellos sería su padre? Se sumerge tras los pasos de su pasado hacia un campamento forestal en el Amazonas. Pero sus sueños de aventura y exotismo tropezarán rápidamente con la realidad de esta selva de los años 70.



Descubre un territorio plagado de violencia, redes de prostitución y la ley del más fuerte. Confiará en un alegre trío que incluye a dos enfermeras francesas y, especialmente, en una joven brasileña muda, Baïa, su guía indispensable. En la humedad tropical de este ambiente hostil, todos persiguen sus objetivos y tratan de sobrevivir.

Ciencia ficción: ¡895 historia de no creer!

La ciencia ficción es uno de los géneros favoritos de este blog. Podrán acceder a todos los estilos abordados en los últimos 50 años de cómic.

La ciencia ficción es un género literario, con manifestaciones en el cómic, el cine y la televisión, que trata de los hipotéticos logros científicos y tecnológicos de la humanidad y sus consecuencias. Como tal, es un género fundamentalmente especulativo, cuya verosimilitud está sujeta a los conocimientos científicos sobre los cuales se sustenten sus argumentos. En este sentido, se diferencia de la literatura fantástica, que se basa en hechos y argumentos meramente imaginarios, mientras que la ciencia ficción trata de asuntos científicos o relacionados con la ciencia.



La ciencia ficción experimentó gran popularidad durante el siglo XX debido al gran interés que, en torno al futuro, despertaron los rápidos avances científicos y tecnológicos. Hoy en día, el género sigue gozando de gran relevancia.

Algunas de las características de la ciencia ficción son sus temáticas: viajes al espacio, conquista espacial, consecuencias de una hecatombe, apocalipsis nuclear, mutaciones, evolución de los robots, realidad virtual, civilizaciones alienígenas, y utopías y distopías.

Las acciones pueden desarrollarse en pasado, el presente o el futuro e, incluso, los acontecimientos pueden tener lugar en tiempos alternativos al nuestro o ucrónicos.

Los escenarios son de lo más variados: pueden ser terrestres o extraterrestres, o, incluso, pueden encontrarse en el interior de la mente.

Los personajes, por su parte, son antropomorfos, es decir, tienen muchas características de los seres humanos. Por lo general, son entidades de inteligencia artificial, como robots, androides o cíborgs, así como criaturas orgánicas dotadas de cierta inteligencia.

Existen dos vertientes en la ciencia ficción: la ciencia ficción hard o dura y la ciencia ficción soft o blanda. La primera, la dura, es aquella que construye sus argumentos con gran rigor científico, mientras que la soft o blanda es aquella que está más interesada en las posibilidades literarias de la ciencia ficción, de modo que su rigor en lo científico es más bien laxo.

La ciencia ficción, aunque parece estar hablando en apariencia de realidades imaginarias y lejanas, en realidad conserva en sí referentes elementales de nuestro imaginario cultural, social, religioso y político. Pensemos, por ejemplo, en los paralelismos de la saga de Matrix con la Biblia cristiana: un elegido es enviado a salvar la humanidad de su destrucción; o de La guerra de las galaxias con la literatura caballeresca medieval; o del filme Avatar con la conquista del espacio y la historia de la humanidad los sucesivos procesos de conquista y colonización que hemos padecido.

Asimismo, la ciencia ficción también advierte sobre los peligros del desarrollo humano en ciertos ámbitos de la tecnología y el control de las sociedades. Pensemos, por ejemplo, en Yo, robot, de Isaac Asimov, donde los robots se salen de control, o en Un mundo feliz, de Aldous Huxley, donde los seres humanos son condicionados para ser felices permanentemente.

Algunos autores considerados clásicos de la ciencia ficción son Ray Bradbury, Isaac Asimov, Julio Verne, H. G. Wells, Aldous Huxley, Jorge Luis Borges, Karel Čapek, Philip K. Dick o Kurt Vonnegut. Actualmente, el género ha retomado mucho vigor en Latinoamérica, con escritores como Rodrigo Fresán o Edmundo Paz Soldán. (Fuente)









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Máximo Chambónez: Sea usted un atleta



El nombre ya lo dice todo. Es el máximo, el más grande de los chambones. Chambón, según el diccionario significa: "persona de escasa habilidad o poco hábil en cualquier arte o facultad" y esta definición retrata de cuerpo entero a este personaje ingenuo, aunque de buenas intenciones, al cual nada le sale bien.


Máximo Chambónez fue creado por el genial Themistocles Lobos, (Themo Lobos, el padre de Mampato, Ogú, Alaraco y otros personajes inolvidables del cómic chileno). Las aventuras de Máximo han sido publicadas en diversos medios de comunicación tales como la revista Mampato durante la década del 70, el suplemento de historietas del diario La Tercera en el año 1980 y la revista Cucalón del propio Themo Lobos a comienzos de la década del 90.
Los cómics de Máximo Chambónez están ambientados en el ficticio pueblo de Piduquén, un pueblito del sur de Chile, tal vez inspirado en el río Piduco de la séptima región. Acompañan al personaje principal dos personajes secundarios de gran importancia: El abuelo de Máximo, un viejito pelado bueno para meter en líos a su nieto y el alcalde de Piduquén, un gordito chico, calvo y de bigotes, quien a menudo termina sufriendo las consecuencias de los accidentes provocados por Máximo.




"El nacimiento de Venus", de Willian A. Bouguereau (Análisis)

 


“El nacimiento de Venus” es una de las mejores obras de William-Adolphe Bouguereau. Al igual que Jean-Leon Gerôme, es un claro exponente del academicismo francés de la segunda mitad del siglo XIX.





Bouguereau sentía auténtica fascinación por la figura femenina, lo que le llevó a hacerla protagonista de la mayor parte de sus obras. Respetuoso con la moralidad de su tiempo, plasmada en las rígidas reglas de la pintura académica , recurrió siempre a escenas de la historia antigua y la mitología clásicas -como es el caso aquí- para poder pintar el cuerpo de la mujer en todo su esplendor sin riesgo de escandalizar a sus coetáneos.
En esta pintura, la diosa romana del amor se nos presenta momentos después de emerger de las aguas sobre una concha -recordemos que, tal y como nos dice el mito de su nacimiento, Venus surgió de la espuma del mar formada por el semen de Urano, cuando su escroto fue cercenado y arrojado a las olas por su hijo Cronos.
Así pues, en esta ocasión Bouguereau se sirve de la génesis venusiana para poner de manifiesto magistralmente los encantos del cuerpo de la mujer.
El mayor atractivo de esta pintura radica, sin duda, en la sensualidad, incluso erotismo, que logra transmitir la joven diosa. La maestría con la que Bouguereau refleja la tersura de la piel, el efecto de la luz sobre ésta, la sinuosidad de la figura, el sugerente contraposto… todo está dirigido a ensalzar la belleza y el poder de seducción de la anatomía femenina.


William-Adolphe Bouguereau.


Acompañan a venus tres tritones, tres mujeres desnudas que podrían ser ninfas y numerosos “puttis”. Sin embargo, su propósito es meramente instrumental; sirven para resaltar, contextualizar y dar un sentido al desnudo envolviéndolo, eso sí, en un halo de trascendencia, que viene a conceder al cuerpo de la mujer ciertos atributos divinos.
Aunque las comparaciones son odiosas, resulta inevitable hacer el paralelismo con la famosa obra homónima que cuatro siglos antes pintó Botticelli. Y es que ambos pintores recurren a este tema mitológico como vehículo para ofrecer al espectador un arquetipo de belleza. No obstante, se trata de dos concepciones muy diferentes, casi opuestas – a decir verdad, pocas veces en la historia del arte una iconografía tan similar (en las dos pinturas el centro de la escena es una joven desnuda de larga melena, sobre una concha que flota en el mar) puede encerrar una iconología tan dispar.
En su obra, Botticelli busca ensalzar un tipo de belleza que podría calificarse de espiritual. La figura que nos muestra no es la Venus Afrodita de la tradición grecorromana , sino la Venus Humanitas renacentista, una auténtica alegoría del (utópico) equilibrio entre belleza, amor y verdad. La Venus de Bouguereau, en cambio, transmite una beldad eminentemente terrenal y concupiscente -aún sin estar exenta de cierta pretensión de espiritualidad, como se ha apuntado arriba.
De este modo, frente a la belleza serena, equilibrada y contenida que imprime el florentino a su Venus, Bouguereau exhibe una mujer atractiva, sensual y voluptuosa.
La actitud de cada una de las venus no deja de enfatizar esta diferencia. La de Botticelli adopta -aunque de manera graciosa- una pose púdica, tapándose el pecho y los genitales. La que pintó el académico francés, en cambio, se recrea ufana y despreocupada en su desnudez.
En pocas palabras, si el nacimiento de Venus de Botticelli estuvo pensado para alimentar el alma, este otro lo está para deleitar los sentidos.


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Tarzán, el cómic


Tarzan (Tarzán, en español), personaje creado por Edgar Rice Burroughs en 1912. 
En la historieta que reproducimos no explica en detalle cómo Tarzán de improvisto aprende a escribir, pero son detalles que para los lectores de década del ´40 mucho no importaban.


La historieta Tarzán de los Monos, dibujada por Harold Foster para United Feature Syndicate, empezó a publicarse en varios diarios norteamericanos el 7 de enero de 1929. La historieta, adaptación de la primera novela de Burroughs, se completó el 16 de marzo del mismo año, y Foster rechazó el encargo de adaptar la segunda novela. La tira dominical a página completa comenzó a publicarse el 15 de marzo de 1931 con dibujos de Rex Maxon.
En 1936 llegó la gran oportunidad de Burne Hogarth, cuyo trabajo en la serie introdujo una agitación y dinamismo barroco que era inédito en el resto de historietas de la época. Hogarth se encargó de la página dominical de Tarzán durante un total de doce años, de 1937 a 1945, y de 1947 a 1950.
En 1972, Burne Hogarth regresó al cómic y al personaje que le había dado celebridad con Tarzán de los monos, un libro de tapa dura de gran formato publicado por Watson Guptill en once idiomas, que se considera una de las primeras novelas gráficas. Le siguió, cuatro años más tarde, Jungle Tales of Tarzan (1976), integrando técnicas que no se habían intentado antes como imaginería espacial oculta o negativa con temas de color inspirados en Goethe, para lograr una descripción visual armoniosa.
Tarzán es la actualización del mito del buen salvaje, así como continuador de la rica tradición literaria y mitológica del niño criado por animales, al estilo de Rómulo y Remo o el propio Mowgli, la genial creación de Ruyard Kipling para El Libro de la Selva. Obviamente, por el tiempo que fue creado, es un producto de la visión colonialista de entonces, donde el hombre blanco llega a un entorno desconocido y salvaje, lo hace suyo, y lo domina según su propio estilo moral y de vida occidental. Sin embargo, al contrario que otros personajes como The Phantom o Tintín, que establecen su visión dominante sobre las tierras agrestes, los recursos y los pueblos indígenas, Tarzán se muestra protector de la Naturaleza, en contra de la caza indiscriminada de animales, guardián de los recursos naturales y profundamente respetuoso con las tribus indígenas, siguiendo un incipiente pensamiento  de corte ecologista.