Cuando se cumplen dos décadas desde la publicación del gran clásico de la novela gráfica, Persépolis, de la artista y cineasta iraní Marjane Satrapi (1969), Reservoir Books, sello de Penguin Random House, conmemora este hito del noveno arte con una cuidada edición de un solo tomo.
Persépolis —Irán en griego— es una memoria narrada por la voz infantil de la propia autora quien logra la extraña combinación entre el expresionismo —como terror visual en blanco y negro a lo Fritz Lang— y lo naíf, sin por ello restarle profundidad, contundencia y horror.
Ambos elementos coinciden en que en su simpleza permiten penetrar inexcusablemente en la tragedia de la absurda represión y barbarie impuesta por el fundamentalismo islámico del Ayatolá Jomeiní, en aquel tiempo histórico tan dramático que inauguró la revolución en 1979.
De ahí la relevancia y la fuerza que tiene hasta el día de hoy esta obra que encuentra una fórmula visual para explicar lo inexplicable: que el hombre esté dispuesto a asesinar para imponer un determinado tipo de sociedad en la que ni siquiera cree.
El blanco y negro es doblemente una buena elección porque con el burdo nuevo régimen, literalmente no hubo matices. Sin duda influyó en Marjane la novela gráfica de Art Spiegelman, Maus, que narra los horrores que sufrieron los judíos polacos en los campos de concentración y que pasó a ser el primer cómic ganador del Pulitzer y en dotar a este género de un lugar en la literatura. Pero Maus usa un criterio muy distinto al de Persépolis porque narra por medio de ratones y gatos antropomorfos y usando la metáfora, mientras que la de Marjane es una pieza realista.