Se recurre a todo tipo de argumentos para justificar esa teoría: que la NASA era incapaz de semejante hazaña tecnológica, que la misión no incumbió a seres humanos, que ningún hombre habría sobrevivido a las radiaciones durante el viaje, e incluso ideas más extravagantes como que las autoridades debían disimular el hallazgo de una civilización lunar.
Pero todas se apoyan en lo mismo: en las supuestas anomalías detectadas en las fotos y videos de la NASA. ¿La luz y las sombras de las imágenes? Sospechosas. ¿La ausencia de estrellas en algunos clichés? Prueba de una maquinación. Así como la bandera plantada por Neil Armstrong que parece ondular pese a que apenas hay atmósfera en la Luna.
En 2009, 25% de los británicos no creían en la veracidad de ese evento y en 2018, el 57% de los rusos tampoco.
Si bien la comunidad científica ha refutado con pruebas todas estas teorías, incluso con imágenes del lugar del aterrizaje tomadas en 2009, el mito de una gran mentira sigue vivo, e ‘in crescendo‘.
En 1969, menos de 5 por ciento de los estadounidenses dudaban de la veracidad de la misión, un porcentaje que aumentó a 6 por ciento según un sondeo realizado por Gallup en 1999. En 2009, eran 25 por ciento de los británicos interrogados por TNS quienes no creían en ese evento y 57 por ciento de los rusos sondeados por Vtsiom en 2018.