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sábado, 29 de junio de 2024
Northanders (5) La ruta marítima
Los amantes y otras esculturas de María Gamundi
María Gamundi nació en 1952 en Caracas, Venezuela. Estudió en el Pratt Institute de Nueva York y en la Scuola del Libro de Urbino. Actualmente vive y trabaja en Versilia, dividiendo su tiempo entre Monteggiori y Pietrasanta. Desde 1973, ha realizado importantes exposiciones individuales en Europa, Estados Unidos y América Latina.
Las figuras femeninas desnudas de Gamundi transmiten una fuerza escultórica exaltada por su profundo conocimiento de los materiales, así como una alegría de vivir instintiva que representa bien sus sólidas raíces latinoamericanas. Sus obras denotan una maestría técnica excepcional, combinada con una sensibilidad artística única.
El lenguaje visual de Gamundi se caracteriza por un estilo depurado y elegante, que logra transmitir una profunda emoción y una gran sensualidad. Sus figuras, ya sean de bronce, mármol o cerámica, poseen una presencia y una monumentalidad que las convierten en protagonistas indiscutibles de los espacios en los que se ubican.
La artista venezolana ha sabido conjugar a la perfección su formación académica con su herencia cultural latinoamericana, dando lugar a una producción artística singular y cautivadora. Su trabajo ha sido reconocido a nivel internacional, convirtiéndola en una de las voces más destacadas del arte contemporáneo.
A través de su obra, María Gamundi nos invita a reflexionar sobre la condición humana, la belleza y la sensualidad femenina. Sus creaciones trascienden los límites del espacio y el tiempo, para conectar con el espectador de forma profunda y duradera.
La roca Kummakivi: 11.000 años de equilibrio
Kummakivi: nuestros ojos y nuestro cerebro nos dicen que esta roca no debería estar así.
Esta extraña visión ha dejado perplejos a los visitantes desde su descubrimiento, y ha dado lugar a historias de gigantes que han equilibrado la roca en su posición.
Después de toda una vida observando cómo se comportan los objetos en nuestro planeta, y su relación con la gravedad, nuestros cerebros son muy buenos para estimar la física de estos dependiendo de las diferentes variables. Por ejemplo, podemos predecir con cierta precisión cómo caerá un balón o una pluma, dependiendo de su altura y de otros factores como el viento.
Así que cuando vemos algo que no encaja con la realidad, o por lo menos con lo que esperamos, nuestro cerebro manda una alarma de que algo no está bien. Esto es lo que suele suceder cuando vemos, por ejemplo, rocas en equilibrio, que, con sus posiciones "imposibles", parecen desafiar las leyes de la física.
Una de estas es la roca gigante conocida localmente como Kummakivi, la "piedra extraña", que se encuentra en Ruokolahti, al sureste de Finlandia. Lo que hace tan interesante la peculiar ubicación de la gigantesca roca es que, a pesar de su enorme tamaño y peso gigantesco, parece como si estuviese flotando en el aire, en un equilibrio aparentemente sobrenatural.
La formación geológica es aún más extraordinaria si se considera que lleva así en perfecto equilibrio sobre otra roca durante 11.000 años.
Si se mira más de cerca, Kummakivi es especialmente intrigante por no tener la misma densidad en todas partes. Esto da la impresión de que el centro de gravedad parece estar desviado. Sin embargo, en realidad está haciendo exactamente lo que la física querría que hiciera, un perfecto equilibrio.
Hubo un tiempo en que se atribuyó a los gigantes el haber colocado Kummakivi donde está hoy, pero, como todos sabemos, tales creaturas míticas nunca han pisado nuestro planeta. Del mismo modo, está claro que ningún ser humano (de tamaño normal) pudo haber logrado tal hazaña; no sería humanamente posible mover mínimamente la roca, que mide más de 7 metros de ancho, unos 5 metros de alto y debe pesar más de 500 toneladas.
¿Cómo llegó entonces la roca a esa posición?
Si no fueron los gigantes ni los humanos, la verdadera pregunta que todos se han hecho es: ¿Cómo llegó Kummakivi al lugar y estar en prefecto balance? Ahí es donde entra la ciencia que ofrece una explicación más realista: los glaciares. Geólogos creen que los glaciares –capaces de arrastrar una roca tan pesada– la dejaron atrás al retroceder hacia el norte hace más de 8.000 años. El poder de los glaciares supera incluso a los gigantes.
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Roberto Llimós, pinta a sus amigos ET
Miró un día las estrellas y se encontró un platillo volante. Dejó lo que hacía para ser el retratista de los alienígenas.
Esta es una historia de amor. Una de las de entrega incondicional, sobredosis de lealtad y ceguera total que impide querer ver nada más allá que el más allá. Lo hemos leído mil veces: un amor irremediable y sin sospecha de ruptura, surgido de un encuentro inesperado. Y, a pesar de eso, cuesta creer que no sea una leyenda increíble. El amor es algo extraterrestre, que abduce y abdujo a Robert Llimós, en una salida al campo, hace ahora nueve años. Allí, entre matorrales y nubes, en pleno silencio, aparecieron ellos.
FUENTE
Un platillo volante y dos horas y media después, los seres devolvieron al artista que hablaba como un expresionista abstracto antes de aquel día, en Fortaleza (Brasil). Era otro pintor. El encuentro en la tercera fase con los vecinos del piso de arriba cambió la vida y la obra a Llimós. Él, que había dedicado su trayectoria -mucho antes de que la libertad de expresión fuera un derecho de los españoles- a buscar su lugar en el mundo de la plástica, que fue costumbrista en los sesenta y conceptual en los setenta, que en todas esas décadas de búsqueda y definición, en las que fue tantas cosas y tan indefinido, trató de resistirse a la realidad.
Todo en él era mirarse, hurgarse y desvelar lo invisible. Puro universo psicológico. Hasta que el golpe de lo inesperado le vuelve del revés y abandona su ensimismamiento artístico. Necesita contarlo, sacarlo y difundirlo, y se entrega a lo visto el día en que una pareja de extraterrestres le miran y se dejan ver: al parecer, hembra y macho, verdes, de cuello largo y cabeza pequeña, cubren su piel escamada con algo parecido a un ¿batín militar? Ella lleva una diadema y tienen orejas en forma de trompetillas y ojos saltones. Los llama “reptilianos”. Están en una ventana, atentos a Robert, tiesos. Nada más, no hay más.
La peste
Máximo Chambónez: Brrrooommm!
viernes, 28 de junio de 2024
Las más bellas de la Inteligencia Artificial están aquí
El evento que utiliza esa tecnología para crear la “influencer” perfecta surge como una iniciativa para perpetuar cánones estéticos y estilos de vida perfectos.
El concurso Miss AI tiene como objetivo reconocer y premiar a los creadores de modelos generados por inteligencia artificial, evaluándolos en tres categorías principales:
Belleza: Se enfoca en los aspectos tradicionales de los certámenes de belleza, destacando el atractivo visual de los modelos de IA.
Tecnología: Se valora la habilidad técnica involucrada en la creación de los modelos de IA, incluyendo el uso de herramientas de IA y la calidad de las imágenes generadas.
Influencia Social: Se mide la presencia y el compromiso en redes sociales de los modelos de IA, incluyendo el crecimiento de la audiencia y la influencia en plataformas como Instagram.
Esta innovadora competencia resalta la intersección entre tecnología y estándares tradicionales de belleza, celebrando el arte técnico y el impacto social de las personas generadas por IA.