"Las piedras parlantes". En el interior de esta ¿instalación? mostrada en la Galería de Arte Contemporáneo Gabriela Mistral hay un parlante oculto con una grabación que se lamenta que la naturaleza se va quedando muy sola producto de la depredación humana. Conmovedor.
En Chile la "cresta" no es un buen lugar, tampoco está claro si es un lugar. No es la cresta de la ola, por ejemplo, ni la cresta de la montaña; ni la cresta del gallo... nada de eso. "Mandar a la cresta" es una expresión de deseo que aduce más a una condena que a un espacio indeterminadamente lejano.
Entonces decir que "el arte se fue a la cresta" significa que las artes plásticas han sido condenadas a ese degradante camino que el arte contemporáneo -con toda su parafernalia- a dictado como lo adecuado, justo y consustanciado al Sistema.
Una cosa es segura: la cresta no es un buen lugar para la felicidad.
Artículo publicado en julio de 2018
Por Rubén Reveco - Editor
Hace tres meses que estoy en Santiago de Chile visitando museos y galerías. Poniéndome al día después de una ausencia de casi tres décadas. Mucho tiempo.
Después de mirar, observar, admirar, horrorizarme, enojarme, alegrarme, escuchar y escucharme a modo de advertencia un amigo me dijo: "Por acá las lucas se van pa´ puras weabadas". Eso quiere decir en castellano académico que el presupuesto de cultura de las instituciones de gobierno (Nacional o municipal) se destinan preferentemente a manifestaciones relacionadas para lo que se llama Arte Contemporáneo.
Y de a poco fui confirmando que es así y más: espacios urbanos, bibliotecas, museos y galerías promocionan y difunden a estos eventos variopintos que casi nadie entiende como manifestación artística y menos pueden disfrutar como tal.