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jueves, 5 de junio de 2025

Historia del cómic latinoamericano (3) CHILE


 

Los cómics en Chile, si bien no alcanzan la masividad de otros mercados latinoamericanos como Argentina o México, poseen una identidad propia y una creciente presencia en el ámbito regional. Su historia, marcada por la influencia de la historieta estadounidense y europea, ha evolucionado hacia la creación de obras originales que exploran la realidad chilena y latinoamericana desde perspectivas únicas.



Inicialmente, la producción local se centró en la adaptación de personajes extranjeros y la publicación de tiras cómicas en periódicos. Sin embargo, a partir de la década de 1960, surgieron autores y revistas que apostaron por temáticas nacionales y un lenguaje visual más experimental. La dictadura militar impuso un freno a esta efervescencia creativa, pero el retorno a la democracia impulsó una nueva generación de historietistas que han sabido conectar con el público y trascender las fronteras.

En la actualidad, el cómic chileno se caracteriza por su diversidad de géneros, desde la ciencia ficción y el terror hasta el costumbrismo y la crítica social. Autores como Marcela Trujillo, Gabriel Rodríguez y Francisco Ortega han recibido reconocimiento internacional por su trabajo, que aborda temas como la identidad, la memoria histórica y las problemáticas sociales contemporáneas. La participación en festivales y eventos internacionales, así como la publicación de obras en editoriales extranjeras, han contribuido a consolidar la presencia del cómic chileno en el panorama latinoamericano, proyectando una voz original y relevante en el diálogo cultural regional.


Un alemán comisionado para estudiar las costumbres salvaje de un país llamado Chile.


 CHILE


Las caricaturas de los líderes políticos, además de la proliferación de revistas de actualidades, de humor e infantiles, darían nacimiento al cómic chileno a principios del siglo XX.
En 1906 debuta, en la revista "Zig-Zag", la primera historieta chilena: "Federico Von Pilsener", de "Lustig" (Pedro Subercaseaux). La tira narra las aventuras de un hombrecito que, junto a su perro , es comisionado por el gobierno del imperio alemán para viajar a Chile a estudiar las costumbres “salvajes” de la región.
Además de "Zig-Zag", otras revistas destacadas de la primera época serían: "El Peneca", "El Pibe", "Don Fausto", "Weekend", etc., hasta que, en 1931, nace la revista de sátira política "Topaze", dirigido por "Coke", donde colaborarían, entre otros, Lugoze y "Pepo" (René Ríos Boettiger). Personajes de historieta conocidos de esa época fueron: el pollo "Pilucho" (de Christie), Cachupín (de Nato), "Don Bilz" (de Adduard) y el perro "Policoliro" (de Jorcar). En 1947 aparece "Pepe Antártico" (de Percy).


Pepe Antártico es una historieta chilena creada por Percy. La tira cómica de Pepe Antártico se publicó durante 69 años en los diarios Las Noticias de Última Hora (1947-1952), La Tercera (1952-1991)​ y La Cuarta (1991-2016).
La popularidad de este personaje le ha permitido aparecer en revistas, diarios, en televisión (en el Jappening con ja, personificado por Patricio Torres), y una película con el cómico Chicho Azúa. Existe también una estatua de Pepe en el Parque del Cómic de San Miguel en San Miguel, Santiago de Chile. (W)


En 1949, en la revista "Okey", debuta Condorito, un personaje creado por "Pepo". Condorito finalmente se independiza, ya que en 1955 tuvo revista propia. Llegó a ser el personaje más importante de Chile, ya que su sano humor y el contenido de sus aventuras le han dado una gran proyección y aceptación mundial, llegando, incluso, al cine.
En 1954 Guido Vallejos crea "Barrabases", revista de historietas con las aventuras de un equipo de fútbol. En 1955 llegaría "Perejil" (de Lugoze). En 1956 aparece la revista "El Pingüino", en 1965 la revista "Rocket", y, en 1968 la revista de humor político y social "La Chiva", donde colaboraron dibujantes como Pepe Huinca (quien crearía al personaje de "Artemio"), Hervi, Palomo, Alberto Vivanco, etc.


Primera tira cómica diaria nacional, “Chu Man Fú”, protagonizada por un mago chino y su hija, la bella Flor de Cerezo. Estaba basado en el famoso villano del cine, Fu Man Chú, con nombre invertido, y en un mago que recorrió Chile usando el mismo nombre en la segunda mitad de la década del 30.
Se publicó por más de diez años en “El Diario Ilustrado”, entre el 6 de abril de 1938 y el 2 de mayo de 1950, fecha en que termina sin explicaciones, siendo el episodio 4.178, ya que iban numerados.

La editorial emblemática por la gran producción de comics fue "Zig Zag"; durante su existencia, la editorial publicó variados títulos como: "Trinchera", "El Jinete Justiciero", "Far West", "El Jinete Fantasma", "Jungla", "Garra de Acero", "Espía 15", etc., y personajes que serían famosos como "Dr. Mortis" (de Juan Marino Cabello), "Mizomba, el intocable" (en 1966, de José Zamorano Reynal, con los dibujos de Igor, Romero, Gana y Orellana) y "Mawa" (en 1967, también de Zamorano Reyna, pero con dibujos de Juan Jara).


Pepe Antártico, Condorito y Mampato.

En 1968 aparecería el personaje de "Mampato", creado por Armstrong, pero desarrollado por Themo Lobos, quien, posteriormente, crearía a "Ogú" .
En 1971 se produce un declive en el comic chileno por causa de la censura, lo cual se profundizaría a partir de 1973 con el golpe militar. Igualmente, vale mencionar que, con los años (ya a fines de los '80), debutarían revistas como Trauko, Acido, Matucana y Bandido, dirigidas al público adulto y fuertemente influenciadas por el comic europeo.
En 1998, con la edición de Rayén, hace su debut la editorial Dédalos, dedicada a publicar comics chilenos de superhéroes, ciencia ficción y aventuras, siguiendo el modelo estadounidense.
Entre los autores del nuevo siglo se destaca Catalina Bu, autora de "Diario de un Solo" (Catalonia), un cómic sobre un personaje que vive solo y que disfruta su soledad.


El siniestro Doctor Mortis fue uno de los títulos más populares en Latinoamérica.
También conocido como "El Lovecraft chileno", es el personaje del radioteatro, la televisión, el cómic y la novela chilena creado por el escritor y actor Juan Marino Cabello desde la década de 1940. El Doctor Mortis es el personaje central de un universo literario y gráfico que se enmarca en los géneros del terror, el suspenso, el misterio, el policial y la ciencia ficción.

Historieta chilena (1858-1998)

Vinculada desde su surgimiento a la prensa satírica y el humor gráfico, la historieta chilena se ha desarrollado a través de publicaciones de aventuras, fantásticas, infantiles, deportivas, picarescas o alternativas en las que han sobresalido talentosos dibujantes.
La historieta chilena está vinculada desde su nacimiento a la prensa y, en específico, a la prensa satírica. En 1858, en el marco de intensas disputas ideológicas entre liberales y conservadores a propósito de la necesidad de reformar la Constitución de 1833, surgió El Correo Literario, primer periódico que publicó caricaturas en Chile, en el que participaron los dibujantes Antonio Smith (1832-1870) y Benito Basterrica (1835-1889). Tal impulso abrió una nueva etapa para el humor gráfico, en la que destacó La Revista Cómica (1895-1905), dirigida por el ilustrador Luis Fernando Rojas (1857-1942).


El Peneca (1908-1960) fue la revista infantil más exitosa en Chile. Se editaron 2705 números.


En este escenario, en el que vieron la luz publicaciones variadas y muchas veces efímeras, de lado de caricaturas y sátiras, se publicaron muestras de narrativa gráfica, catalogadas como "historias" o "cuentos", que constituyeron algunos de los primeros antecedentes de la historieta y la tira cómica chilenas.
Con el inicio del siglo XX y el advenimiento del periodismo moderno, que implicó significativas mejoras en las técnicas de reproducción e impresión, la historieta y la ilustración editorial encontraron un lugar destacado en revistas como Sucesos (1902-1932), La comedia humana (1904-1906), Zig-Zag (1905-1964), Corre Vuela (1908-1927) y Monos y monadas (1910-1922). Fue precisamente en Zig-Zag donde se publicaron "Las aventuras de un alemán en Chile", en las que Otto Von Pilsener, primer personaje de la historieta chilena, creado por Pedro Subercaseaux (Lustig), viaja por el territorio y se enfrenta a la idiosincrasia nacional.
Durante las décadas de 1920 y 1930, la historieta se desarrolló principalmente en publicaciones infantiles, entre las que destacaron El Peneca (1908-1960), Chicos i grandes (1908-1909), El Pibe (1923-1931), Don Fausto (1924-1964), El Cabrito (1941-1948), Aladino (1949-1951), Simbad (1949-1956) o Álbum Mickey (1937-1938). En estas revistas participaron dibujantes como Raúl Figueroa (Chao) (1886-1948) o Jorge Christie (1916-1954). Este último, en 1938, comenzó a publicar en El Diario Ilustrado (1902-1970) las aventuras de Chu Man-Fú, la primera tira cómica de frecuencia diaria chilena.


Revista Barrabases.

Una excepción en esta nueva etapa de desarrollo de la historieta chilena fue Topaze, fundada en 1931 por Jorge Délano (Coke) (1895-1980), que con el tiempo llegó a transformarse en la principal revista de humor político chileno y en una plataforma para célebres dibujantes nacionales.

A partir de los años cuarenta se inició un proceso de diversificación y consolidación de la historieta con publicaciones para distintos públicos. En 1945 salió a kioscos Pobre Diablo (1945-1952), publicación que junto a El Pingüino (1956-1968), constituyeron dos de las más importantes revistas de humor para adultos. Poco tiempo después, en 1949, se editó Okey (1949-1965), la primera publicación chilena dedicada por completo a la historieta. En sus páginas debutó ese mismo año el personaje Condorito, que, posteriormente, a partir de 1955, tuvo su propia revista. Por su parte, en 1954, el editor y dibujante Guido Vallejos (1929-2016) lanzó al mercado Barrabases (1954-), una revista deportiva infantil en la que participaron creadores como Themo Lobos (1928-2012), Víctor Arriagada (Vicar) (1934-2012) y Renato Andrade (Nato) (1921-2006).


El Jinete Fantasma.


A comienzos de la década de 1960 se publicaron una serie de libros recopilatorios de historietas de dibujantes como Luis Sepúlveda Donoso (Alhué) (1912-1967), Oscar Conti (Oski) (1914-1979) y Percy Eaglehurst (Percy) (1922-2013) -prologados por el crítico de arte Antonio Romera (1908-1975)-, que daban cuenta del creciente reconocimiento social de la disciplina. Poco después, editorial Zig-Zag creó un Departamento de Historietas que, bajo la dirección de la escritora Elisa Pérez, conocida también bajo el seudónimo de Elisa Serrana (1930-2012), reunió a prolíficos y talentosos dibujantes y guionistas que dieron vida a más de veinte nuevos títulos con una amplia variedad temática. Algunas de las publicaciones más destacadas de la época fueron Rocket (1965-1966), Rakatán (1965-1966), Capitán Júpiter (1966-1968), El Jinete Fantástico (1965-1966), 007, James Bond (1968-1971), El intocable (1966-1972), Jungla (1967-1975) y Doctor Mortis (1967-1974). Esta prolífica década finalizó con el nacimiento en 1968 de dos publicaciones que reflejaron los cambios experimentados por la sociedad chilena: Mampato (1968-1978) y La Chiva (1969-1979).

Tras la quiebra y posterior adquisición de la editorial Zig-Zag por parte del gobierno de la Unidad Popular, en 1971 nació Editora Nacional Quimantú. El sello mantuvo muchos de los títulos anteriores, los que tuvieron cambios en sus líneas argumentales que respondieron al proceso político y social que se vivía en el país. La editorial publicó, además, la revista de divulgación política La Firme (1971-1973), que explicaba a través de viñetas los avances y desafíos del gobierno de Salvador Allende, y la revista infantil Cabrochico (1971-1973), que combinó historietas para niñas y niños con consejos para sus padres.

El abrupto final de Quimantú y el cierre de Mampato en 1978 marcaron el fin de una época de diversidad de la historia chilena. Si bien durante los siguientes años surgieron nuevos proyectos, el mercado estuvo dominado por producciones extranjeras ligadas a personajes de cine y televisión. Mientras, algunos de los grandes dibujantes de la era anterior encontraron refugio en suplementos como "Remolino" (1974-1981) de Las Últimas Noticias, "Pocas Pecas" (1978-1981) de El Mercurio e "Historietas" de La Tercera (1980-1982).

A partir de la década de 1980 aparecieron nuevos espacios. Por una parte destacaron las publicaciones de la prensa de oposición a la dictadura, donde tuvieron cabida autores como Luis Henríquez (Mico) (1965-), Juan Carter (El gato) (1961), Alejandro Montenegro (Rufino) (1949-), Guillermo Bastías (Guillo) (1950), Hernán Vidal (Hervi) (1943-), quien en la revista La Bicicleta (1978-1990) publicó la historieta "Supercifuentes", y Eduardo de la Barra (1942-2013). Paralelamente, surgieron revistas alternativas que renovaron la escena local con propuestas experimentales y nuevas tendencias provenientes de Estados Unidos y Europa.

Sin embargo, tras este breve periodo de renovación, la producción de historietas volvió a decaer. La situación cambió con la llegada del siglo XXI. Ya alejado de los medios de prensa tradicionales, el cómic encontró nuevos soportes en Internet, las autoediciones y en los libros, que han sido el comienzo de una etapa de alta producción.


¿Qué dice?


Federico Von Pilsener y su perro Dudelsackpfeifergeselle, de fray Pedro Subercaseaux (Lustig), considerado el primer personaje del cómic chileno.

La historieta o cómic en Chile tiene una historia de 118 años. Su origen se remonta al 24 de junio de 1906, cuando apareció la tira de prensa «Un alemán en Chile»,[1]​ cuyo protagonista es considerado el primer personaje del cómic chileno.[2]

Historia

Compartiendo espacio con versiones noveladas de clásicos de la literatura o con artículos de interés para escolares, las primeras historietas chilenas se publicaron en revistas como Zig-Zag (1905-1964) o El Peneca (1908-1960). Entre ellas, destacó la tira cómica «Un alemán en Chile»[1]​ (1906-1907), obra de fray Pedro Subercaseaux bajo el seudónimo Lustig,[3]​ cuyo protagonista Federico Von Pilsener es considerado el primer personaje del cómic chileno.[2]

Los periódicos pronto empezaron a publicar ellos mismos segmentos humorísticos —casi todos de origen estadounidense, con títulos y nombres traducidos al español—, comenzando por La Estrella de Valparaíso en 1922. Ya para 1931, en un momento de crisis política causada por los efectos de la crisis económica de 1929, la mayoría de los periódicos del país publicaban tiras cómicas todos los días, incluso El Diario Ilustrado y El Mercurio publicaban cada domingo secciones en color dedicadas a la narrativa gráfica. Ese mismo año nació la revista Topaze, dedicada a la sátira política. En 1938, El Diario Ilustrado publicó por primera vez una serie chilena de historietas todos los días ("Chu Manfú", de Jorge Christie), lo que los restantes diarios replicarían en la década siguiente, con emblemáticos personajes (como "Pepe Antártico").

En octubre de 1941, la misma Editorial Zig-Zag comenzó a editar la revista El Cabrito, con un formato semejante a El Peneca, pero con mayor presencia de historietas nacionales. Esta publicación terminó con el número 362 de septiembre de 1948.

La época dorada (1945-1973)

Condorito y su perro Washington, de Pepo, considerado el personaje más conocido del cómic chileno.

En la década de 1940 surgieron varias iniciativas que se concentraron en la publicación de historietas. Inicialmente se imprimieron a dos colores, a lo más con la portada a todo color. En la década de 1960 la situación vino a cambiar, con vistosas revistas que ampliaron su tiraje. Además, se hizo común el intercambio de revistas usadas, lo que amplió el número de lectores

En 1946 apareció la revista Pobre Diablo (1946-1952), de contenido ligeramente picaresco, que llegó a distribuirse en Argentina, con varias series de historietas dibujadas por artistas que alcanzaron gran notoriedad, como Mono y Pepo. La publicación debió cerrar después de publicar una fotografía con un sugerente desnudo de Marilyn Monroe. En 1949 apareció la primera revista dedicada solo a historietas, en su mayoría extranjeras, Okey. Otras publicaciones que surgieron en esta época fueron la deportiva Barrabases (1954), de Guido Vallejos, que acogió a la serie homónima y a otros personajes de Themo Lobos, como Cicleto y Ñeclito. También se comenzó a editar El Pingüino (1956-1969), del mismo Vallejos.

A consecuencia de estos éxitos editoriales, a partir de fines de los años 1940, aparecieron personajes clásicos del cómic chileno, como Pepe Antártico (inicialmente en Noticias de Última Hora, en 1947) de Percy y Condorito (en la revista Okey, en 1949) de Pepo. Ambos llegaron a protagonizar revistas como Risas de Pepe Antártico (1951-1984) y Condorito (1955-2019).

Ya en los años 1960, cabe destacar las revistas Rocket (1965), dedicada a la ciencia ficción, y Mampato (1968), con la serie homónima, en cuya gestación y desarrollo participaron Oskar y Themo Lobos, además de Eduardo Armstrong.

A partir de 1962, la editorial Zig Zag comenzó a publicar localmente varias revistas de Walt Disney, como DisneylandiaLas aventuras del ZorroTío Rico y Fantasía. También editó historietas de creación propia o adaptaciones de guiones extranjeros, como algunas bélicas (Guerra), de aventuras en la jungla (como las exitosas Jungla y El Intocable, protagonizadas por Mawa y Mizomba), de vaqueros (El jinete fantasma) y de terror (El siniestro Doctor Mortis).

Entre las publicaciones políticas, a la tradicional Topaze, con abundantes caricaturas, se sumó a partir de 1968 la revista La Chiva, creación colectiva de Alberto y Jorge Vivanco, Palomo y Hervi. La prensa diaria, por su parte, incluyó varias historietas extranjeras y algunas nacionales, como «Perejil» de Lugoze, «Homobono» de Alhué, «Artemio» de Pepe Huinca (Jorge Vivanco) y «Don Memorario», creada por Lukas en 1967, por citar algunas.

La creciente polarización política se convirtió en una carga para la prensa. Las historietas nacionales presentaban más contenido político, mientras que la inflación de los años 1970 provocó la reducción —y luego la desaparición— de los clásicos suplementos dominicales, los que han sido revividos en variadas ocasiones, sólo para ser cancelados tras poco tiempo, debido a la crítica situación que aún presenta la prensa de Chile y Latinoamérica, la que se magnifica con cada recesión.

Durante el gobierno de la Unidad Popular, las historietas fueron tema de debate intelectual y político, sobre todo tras la publicación de Para leer al Pato Donald (1971), de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, que denunciaba la infiltración del imperialismo y el capitalismo en las revistas de Disney. La Editorial Quimantú realizó varios ensayos de historietas alternativas que buscaban contrarrestar esta influencia negativa, entre ellas, se pueden contar la revista Cabrochico y la serie «El Manque».

Declive (1973-1989)

Después del golpe militar de 1973, varias revistas fueron canceladas por su contenido considerado «subversivo» (pese a que la mayoría de las publicaciones censuradas no tenían temas políticos, aunque en los Estados Unidos y en Gran Bretaña también hubo campañas similares hacia 1950), lo que redujo el número de revistas, situación que se agravó con el paso de los años con la crisis económica heredada —la inflación existente desde 1972 hacía totalmente imposible pagar las regalías a los distribuidores extranjeros—, con más publicaciones desaparecidas como Mampato en 1978. Sin embargo,algunas se mantuvieron por algún tiempo , como «Don Memorario», y se crearon otras nuevas, como «Supercifuentes, el Justiciero» (1978) de Hervi, «Palomita» (La Cuarta, 1984), de Eduardo de la Barra, y la revista Bandido (1988).

En los años 1980, surgió un movimiento underground muy influido por el español,[4]​ con revistas como Matucana (1984) y Trauko (1988), que incluía las aventuras de Checho López, y autores como el surrealista Clamton. Estas rompieron varios esquemas existentes hasta ese momento, pese a que tenían calidad y periodicidad variables, y eran usualmente repartidos de forma gratuita en las universidades, sin llegar a la decena de ediciones.

Hasta fines de los años 1980, las revistas de cómics aún tenían buenas ganancias, con Themo Lobos lanzando nuevas revistas como Cucalón (1986-1993) o Pimpín (1990), y El Mercurio publicaba «Garfield» y «Snoopy», mientras que en Las Últimas Noticias se encontraban «Condorito», «Calvin y Hobbes» y «Ñoñobañez», y en La Tercera de La Hora aparecían «Pepe Antártico» y «Olafo el vikingo».

En el exterior, destaca la obra de Alejandro Jodorowsky, que entre sus obras como escritor de historiertas se destacan el trabajo publicado entre 1980 y 1988 junto al dibujante francés Moebius crearon El Incal y el obra publicada entre 1998 y 2003, que realizada junto al dibujante argentino Juan Giménez López llamada La casta de los Metabarones, ambas obras asociadas a la tradición de la historieta franco-belga.[5][6][7]

La historieta sobreviviente (1990-presente)

La década de 1990 trajo cambios sociales en los sectores populares (conocidos como el «segmento 'D'»), que se convirtieron en los más importantes en ella, acarreando grandes consecuencias para los medios, con un decaimiento en las historietas que, al provenir de la América angloparlante y Europa, no podían adaptarse a la idiosincrasia del latinoamericano debido a las diferencias sociales y formativas.

Desde entonces, a excepción de «Condorito» y «Pepe Antártico», las historietas en Chile, tanto nacionales como extranjeras, no han tenido mucho éxito, siendo distribuidos en librerías y tiendas especializadas, surgiendo el fanzinismo y la autoedición entre los nuevos autores, como Brian Wallis («El Brujo»), GuilloJucca («Anarko»), Ludo Helldres («Papel ilustre»), Vicho o Pedro Peirano («Chancho Cero»), a pesar de la existencia de revistas antológicas como Caleuche Comic (2005), nuevos sellos como Mythica Ediciones y libros como Dosis diariasCapítulo treinta y tres y Rokunga.[8]​ Se lanzan también novelas gráficas como Juan Buscamares (1993) de Félix Vega y Road Story (2007) de Gonzalo Martínez.[9]​ Muchos, como Genzo y Gabriel Rodríguez trabajan para el mercado estadounidense.[10]

A partir de estos años, algunos autores comienzan a recibir a recibir una fuerte influencia del manga, entre estos autores podemos citar a Marcos Borcosky Fyto Manga,[11]​ Antonio Tapia Zapata Daicontech, R.Guerrero Kobal, y más recientemente , Elvis Yona Garrido Saikomic.

En la modernidad, algunos historietistas chilenos han optado por Internet como principal medio de difusión para sus creaciones, lo que ha incitado a la aparición de webcómics; entre estos se encuentran ilustradores, guionistas y diseñadores gráficos, como Dapo.[cita requerida] Por otro lado, a principios de la década de 2010, apareció el denominado cómic autobiográfico chileno con Marcela Trujillo como primera exponente.[12]​ En 2006 fue inaugurado el Parque del Cómic en la comuna de San Miguel, con estatuas y mosaicos de personajes de historietas creados en Chile o por autores chilenos.

Actualmente existe un renacer de la fanzinería como opción para muchos dibujantes tanto profesionales como underground. Entre los fanzines más destacados están Pandemia, Catrileo, Chilotito, Mada y Anotación Negativa, este último galardonado en 2014 y 2015 como el «mejor fanzine chileno» en el Festival Internacional del Cómic de Santiago.[13]

De igual manera, una serie de editoriales independientes están produciendo nuevos títulos de historietas. Entre ellas que se cuentan Acción Comics del editor Claudio Álvarez (El Gran Guarén, El Ejército de Dios, El Último Detective),[14]​ Dogitia, Visuales (Diablo, Yonki el Zombie, Nocta), Piedrangular, Ariete, B.A.T.Pro, Mitómano Comics, Pezarbóreo, Arcano IV (El Siniestro Doctor Mortis, Freaks) , Grafito Ediciones y Sketchi Editorial, por nombrar algunas.[15]

Manga

Si bien se reconoce el Manga como una historieta de origen japonés, otros países también han utilizado este formato dada sus peculiaridades. Chile no es la excepción. El caso más connotado en la actualidad es el de Saikomic, ganador del premio Tezuka Manga Contest de Japón con su obra "Armados", el cual se confirmó recientemente que tendrá un animé. Por otra parte, la editorial Acción Cómics de Claudio Álvarez también comenzó a publicar Manga en Chile, comenzando con "Gladiador" de Yuji Hosoi,[16]​ para luego seguir con "Corvas Stigmata" de Paula Andrade.[17]​ Otro caso es de la editorial Visuales que ha publicado mangas como "Nocta" de Kenron Toqueen o "Jane The Killer" de Rat Manga. También está el caso de la editorial Wolu especializada en mangas, publicando títulos como "Carta Prat" (Pablo Monreal) o "Café Amargo" (Pía Prado Bley).[18]​ Existen algunos otros mangakas que han publicado de forma independiente, tal es el caso del manga "Sobrevivencia" de Manganozukei (Jorge Applegreen),[19]​ quien también ha trabajado con otros escritores como Vincenzo Guazzini (escritor de la novela "Post-Apocalíptica").

Reconocimientos

En los últimos años la historieta chilena ha recibido algunos reconocimientos internacionales. En diciembre de 2012, el historietista Hernán Vidal, más conocido como Hervi, recibió el premio La Catrina al «mejor humorista gráfico de Latinoamérica».[20]​ En julio de 2015, el artista Gabriel Rodríguez se adjudicó el premio Eisner a la «mejor serie limitada» por su trabajo en Little Nemo: Return to Slumberland.[21]​ En 2020, el artista Saikomic ganó el concurso Tezuka Manga Contest de Japón por su obra Armados.[22]​En febrero de 2023 el autor "Kenta SK" ganó el premio bronce en el monthly award 2023 de Manga Plus Creators con su obra "Dodsleie". En julio de ese mismo año Saikomic ganó el mismo premio con su obra "El perro del gorro atornillado al craneo", Hazaña que repetiría en noviembre del mismo año con su obra "Personaje". En agosto del mismo año el autor Akuarello obtendría el Bronce en el Monthly Award de Manga Plus creators con su obra "Metra-K". A su vez la autora "EsaEspantapajaros" compartiría con Saikomic el podio de Bronce en Manga plus Creators con su obra "Lolein". En En diciembre de 2023, los artistas Francisco Inostroza, Claudio Muñoz y Felipe Benavides fueron galardonados con el premio de bronce de la International MANGA Awards, premio otorgado por el ministerio de asuntos exteriores de Japón por su obra Lautaro.[23][24]

Estudios sobre la historieta

A los estudios llevados a cabo por Ariel Dorfman y Armand Mattelart en los años 1970, se suman otros ensayos e investigaciones sobre la historieta chilena y el humor gráfico, como los de Cristian Díaz CastroJorge Montealegre IturraJorge Rojas FloresOmar Pérez Santiago y Maximiliano.



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Próxima entrega el jueves 12 de junio: Colombia


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