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martes, 23 de septiembre de 2025
La historia vista por detrás
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domingo, 7 de septiembre de 2025
¿Es posible caminar sobre el agua?
domingo, 31 de agosto de 2025
¿Por qué los dioses son tipos tan malos?
La presencia de la maldad en las deidades es un tema recurrente en diversas mitologías y religiones. Lejos de representar la perfección moral, muchos dioses exhiben comportamientos egoístas, vengativos e incluso crueles, generando interrogantes sobre la naturaleza del poder y la justicia divina. Estas acciones, a menudo justificadas por su superioridad y designios incomprensibles, plantean dilemas éticos sobre la responsabilidad y el impacto de sus decisiones en el mundo humano. La ambivalencia moral de los dioses, reflejada en mitos y textos sagrados, invita a la reflexión sobre la complejidad de la condición humana y la búsqueda de significado en un universo gobernado por fuerzas a menudo impredecibles e inescrutables.
La maldad de los dioses es un concepto variable en mitología y religiones; mientras algunas culturas, como la griega, presentan divinidades con aspectos oscuros y comportamientos crueles, otras, como el hinduismo con los Asuras y Rakshasas o el zoroastrismo, las diferencian mediante la existencia de fuerzas antagónicas o la corrupción de la divinidad. La interpretación de la maldad divina también puede ser subjetiva, y en las religiones monoteístas, el mal puede ser explicado por el diteísmo o el problema de la teodicea, mientras que en el budismo, los deseos insaciables son el origen del sufrimiento.
miércoles, 7 de mayo de 2025
Los Rollos del Mar Muerto
Los Rollos del Mar Muerto (o Rollos de Qumrán) son una colección de manuscritos judíos antiguos encontrados en las cuevas de Qumrán, cerca del Mar Muerto, en Cisjordania. Datan del siglo III a.C. al siglo I d.C. y contienen copias de textos bíblicos, así como literatura no bíblica como comentarios, reglas comunitarias y obras apocalípticas.
"Duda", subtitulada "lo increíble es la verdad", fue una revista de historietas, publicada por la mexicana editorial Posada a partir de 1971. Fue su mayor éxito. En cada uno de sus números, que alcanzaban las treinta y cuatro páginas, presentaba un caso de misterio y parapsicología, tan de moda en aquellos años. Su editor Guillermo Mendizábal Lizalde explicaba en el editorial de su primer número: Duda no es un cuadernillo de "ciencia ficción", sino una revista que pretende exponer al público, sin deformar los hechos, los misterios más sensacionales en el campo de las ciencias físicas o naturales; en el campo de la historia, en el campo de la antropología, en el de la biología, en el de la investigación espacial, en el de la arqueología, en el de la psicología.
La revista destacaba por ser de las pocas que escapaba de la censura imperante en México respecto al sexo, pues incluía desnudos.
Selección por temas de la revista Duda ver en este enlace.
Ocho de los peores papas en la historia de la Iglesia Católica
domingo, 20 de abril de 2025
Canciones que me gustan: No sé cómo amarle
La canción «No sé cómo amarle» («I Don't Know How to Love Him»), cantada por Yvonne Elliman como María Magdalena, fue un éxito de ventas. Existe una versión en español de Ángela Carrasco, muy hermosa.
Por qué Jesús tuvo éxito y tantos otros mesías quedaron en el camino
Los historiadores contemporáneos no tienen ninguna duda: Medio Oriente, donde nació Jesús hace poco más de 2.000 años, fue terreno fértil para el surgimiento de profetas y mesías.
En ese sentido, religión aparte, el hombre considerado el fundador del cristianismo se parecía mucho a tantos otros con los que compartió tiempo y espacio.
¿Y por qué, entonces, Jesús se hizo tan popular que, aún hoy, tiene miles de millones de seguidores en todas partes del planeta?
¿Por qué tantos otros mesías no tuvieron el mismo éxito con sus palabras y enseñanzas?
La respuesta parece ser la universalidad del cristianismo.
sábado, 19 de abril de 2025
Apolonio de Tiana, el místico vegetariano que compitió con Jesucristo
Apolonio de Tiana, figura enigmática del siglo I d.C., emerge de las fuentes históricas como un filósofo neopitagórico, taumaturgo y viajero incansable. Rodeado de leyenda y controversia, su vida y obra se sitúan en la frontera entre la historia y el mito, presentando un desafío interpretativo para el estudioso.
Nacido en la ciudad de Tiana, en la región de Capadocia, Apolonio abrazó una vida ascética, siguiendo las enseñanzas de Pitágoras. Su vegetarianismo, silencio votivo y dedicación al estudio de la filosofía lo distinguieron desde temprana edad. Emprendió extensos viajes a lo largo del Imperio Romano y más allá, visitando lugares tan distantes como la India y Etiopía, en busca de sabiduría y conocimiento.
La reputación de Apolonio como hacedor de milagros, profeta y maestro de la virtud se difundió ampliamente, suscitando tanto admiración como desconfianza. Fue reverenciado por algunos como un ser divino, mientras que otros lo consideraban un charlatán o un mago. Filóstrato, en su "Vida de Apolonio de Tiana," compiló numerosas anécdotas y relatos que atribuyen a Apolonio poderes sobrenaturales, incluyendo curaciones, resurrecciones y la capacidad de predecir el futuro.
Apolonio de Tiana, figura enigmática del siglo I d.C., destacó por su ascetismo y una filosofía imbuida de misticismo. Su vegetarianismo, rasgo poco común en la época, se asociaba a una búsqueda de pureza espiritual y armonía con el cosmos. Sus contemporáneos le atribuyeron poderes taumatúrgicos y una vida ejemplar, consolidando su imagen como profeta y asceta venerado.
Independientemente de la veracidad de estos relatos, la figura de Apolonio representa un intento de integrar las tradiciones filosóficas griegas con las prácticas religiosas orientales. Su énfasis en la virtud, la ascetismo y la búsqueda de la sabiduría lo convierten en un representante significativo del fervor religioso y filosófico que caracterizó el mundo romano durante el primer siglo de nuestra era. Aunque rodeado de misterio, Apolonio de Tiana continúa siendo una figura fascinante, un espejo en el que se reflejan las complejas interacciones entre religión, filosofía y política en la Antigüedad tardía.
Apolonio de Tiana, figura del siglo I, comparte ciertas similitudes biográficas con Jesucristo, incluyendo relatos de milagros y una vida ascética. No obstante, es crucial distinguir que Apolonio fue un filósofo y maestro itinerante, mientras que Jesucristo es venerado como la encarnación divina en la fe cristiana. Las narrativas sobre ambos individuos han sido objeto de análisis comparativo, pero las interpretaciones teológicas y el impacto histórico difieren sustancialmente.
viernes, 18 de abril de 2025
La cruz
La imagen de la cruz es identificada inmediatamente con el cristianismo, pero se trata de un símbolo que se extendió mucho después de la muerte de Jesús. La evolución de la simbología cristiana refleja la historia de esta fe y el profundo cambio de mentalidad que se dio en el mundo tardoantiguo.
(Fuente)
Aunque se haya convertido en el símbolo por antonomasia del castigo romano, en sus orígenes la crucifixión fue concebida muy lejos de Roma. Los primeros registros que se tienen de este procedimiento como método de ejecución datan del Imperio Aqueménida -aunque probablemente se usara ya en Asiria- y responden a la fe zoroastriana, que se extendió notablemente bajo el mandato persa: según sus creencias, el fuego y la tierra son sagrados y enterrar o quemar a un criminal contaminaría estos elementos, por lo que se les clavaba a leños de madera para dejarlos morir y que las aves carroñeras dieran cuenta de sus restos.
Los romanos entraron en contacto con esta práctica durante su expansión por el Mediterráneo: griegos y cartagineses la conocían por mano de los persas, y el propio Alejandro Magno la practicó contra los supervivientes de ciudades que se habían opuesto con más tesón a su conquista. Para estos pueblos no zoroastrianos, la crucifixión representaba un método de ejecución particularmente cruel y humillante. El condenado podía morir en cuestión de horas o al cabo de varios días, dependiendo de las circunstancias, pero en cualquier caso resultaba una imagen terrible que servía de escarmiento y advertencia: en el siglo I a.C., tras aplastar la revuelta de esclavos liderada por Espartaco, unos 6.000 prisioneros fueron crucificados a lo largo de la Vía Apia.
A partir del siglo V d.C. la cruz se difunde ampliamente como símbolo del cristianismo. Previamente el más usado por los cristianos era la figura de un pez.
Por ello, la cruz despertaba en el mundo antiguo un horror particularmente intenso. Solo a partir del siglo V d.C. se difunde ampliamente como símbolo del cristianismo, y ello es debido al cambio de mentalidad que ejerce la fe cristiana y al interés del hombre que la favorece: el emperador Constantino el Grande.
El pez, primer símbolo cristiano
Durante los siglos siguientes a la muerte de Jesús, el cristianismo sufrió una persecución generalizada, interrumpida a veces por algunos períodos de tolerancia. Las particularidades de esta religión la convertían en una amenaza para el poder romano, por lo general bastante tolerante en lo que se refería a las costumbres de los pueblos conquistados: su negativa a rendir culto a los emperadores y a los dioses oficiales, considerados garantes de la prosperidad del Imperio, era vista como un desafío a la autoridad de Roma.
Las ejecuciones de cristianos, a menudo realizadas por medio de la crucifixión, daban a la cruz un significado infamante, pues era un método reservado a los peores criminales. San Agustín de Hipona, que vivió en el siglo IV d.C. -pocas décadas después de que Constantino promulgara el Edicto de Milán, que garantizaba el fin de las persecuciones-, describe que en los primeros tiempos el símbolo del cristianismo era un pez, que representaba la búsqueda la verdad profunda oculta a simple vista, como los peces se ocultan bajo las aguas. Por otra parte, su nombre en griego -ΙΧΘΥΣ, ictys- se corresponde con la sigla de Iēsous Christos Theou Yios Sōtēr: “Jesucristo, Hijo de Dios, el Salvador”.
Puerta medina de Túnez. El ictys sigue siendo un símbolo usado por los cristianos de Oriente y África, como se muestra en esta puerta de la medina de Túnez. Su origen se encuentra en el Nuevo Testamento, en el que Jesús se refería a sus apóstoles como "pescadores de hombres". (Abel de Medici)
El ictys era un símbolo de reconocimiento mutuo entre cristianos cuando esta religión era practicada clandestinamente: al encontrarse, uno de ellos dibujaba una línea curva y, si el otro la dibujaba a la inversa completando el símbolo de un pez, podían estar seguros de que ambos eran cristianos. Al ser un símbolo secreto, si uno de ellos resultaba ser un espía era descubierto enseguida; además, a ojos de extraños no era más que un simple garabato y no delataba la presencia de una comunidad cristiana.
Este símbolo siguió siendo usado durante muchos siglos. En las medinas del norte de África, las puertas están decoradas con muchos símbolos que sirven para identificar a la comunidad que vive en esa casa y, entre otros aspectos, la fe que profesan: la media luna para los musulmanes, la estrella para los judíos y el pez para los cristianos.
El emperador Constantino legalizó el cristianismo en el año 313 mediante el Edicto de Milán. En el año 380 Teodosio promulgó el Edicto de Tesalónica, por el cual esta fe se convertía en la religión oficial del Imperio Romano.
Fusión de tradiciones
La adopción de la cruz como símbolo cristiano puede atribuirse con bastante certeza a las comunidades coptas de Egipto y es el resultado de dos factores: por una parte, una casualidad lingüística y por otra, una semejanza gráfica con el ankh, un símbolo que fue reciclado de la antigua religión egipcia.
Los coptos tuvieron un papel fundamental en el ascenso del cristianismo: Constantino tuvo que luchar por el poder contra su rival Majencio y buscó apoyos en los territorios de Oriente, donde el cristianismo era más fuerte. Según Eusebio de Cesarea, autor de una biografía sobre el emperador, antes de la decisiva batalla del Puente Milvio (312 d.C.) Constantino tuvo la visión de una cruz en el cielo y más tarde, “en sus sueños, el Cristo de Dios se le apareció con el mismo signo que había visto en los cielos, y le ordenó que abrazara ese signo que había visto en los cielos, y que lo usara como un talismán en todos los combates con sus enemigos”.
Sin embargo, el símbolo que usó Constantino no era la cruz que conocemos sino un crismón, un anagrama formado por las letras griegas ji (representada como una X) y rho (representada como una P). Más adelante la letra ji fue sustituida por la tau (representada como una T), como abreviación de la palabra stauros -“cruz” en griego- significando “Cristo en la cruz”. Esta combinación guarda una gran semejanza con el ankh, el símbolo de la vida en la antigua religión egipcia, relacionado habitualmente con Isis. Según el mito, esta diosa había resucitado a su marido Osiris, quien se había convertido en el señor del Más Allá: esta analogía clara con Jesucristo habría ayudado a difundir la nueva religión reciclando conceptos arraigados desde hacía milenios en la mentalidad egipcia.
Los coptos fueron una de las primeras comunidades que abrazaron el cristianismo incluso antes de su legalización en el imperio -según la tradición, fue el propio evangelista Marcos quien la fundó en el siglo I d.C.-, siendo de gran importancia en la estructuración de la Iglesia como culto organizado. Su iconografía fusionaba las ideas cristianas con los símbolos usados en el Egipto faraónico -como el propio ankh o el disco solar que se convertiría en la aureola de los personajes bíblicos- y fue adoptada por la naciente Iglesia cristiana.
Gracias a su asociación con el ankh egipcio, la cruz, que había sido durante siglos un instrumento de tortura, se convertía en la promesa de la vida eterna. Una razón de mucho peso en la difusión del cristianismo sobre todo entre la gente más humilde fue precisamente que, en un tiempo en el que la mayoría de la población llevaba una vida muy difícil, daba sentido a sus padecimientos. La cruz se difundió como símbolo del cristianismo durante el siglo V, marcado por la creciente inseguridad -en especial la invasión de los hunos liderada por Atila- y deterioro de las condiciones de vida.
A medida que el poder imperial se debilitaba, el religioso emergía como el nuevo elemento unificador, especialmente en el Imperio de Oriente o Bizantino, que lograría sobrevivir durante mil años más y en el que la Iglesia tendría un papel crucial; mientras que en Occidente, la lucha entre el poder regio y el papal marcaría toda la Edad Media. El símbolo de la cruz permanecería en ambos casos como la promesa de una recompensa de ultratumba a los sufrimientos de un mundo en el que las guerras y carestías eran la norma.