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miércoles, 7 de mayo de 2025

Los Rollos del Mar Muerto

 

Los Rollos del Mar Muerto (o Rollos de Qumrán) son una colección de manuscritos judíos antiguos encontrados en las cuevas de Qumrán, cerca del Mar Muerto, en Cisjordania. Datan del siglo III a.C. al siglo I d.C. y contienen copias de textos bíblicos, así como literatura no bíblica como comentarios, reglas comunitarias y obras apocalípticas.


"Duda", subtitulada "lo increíble es la verdad", fue una revista de historietas, publicada por la mexicana editorial Posada a partir de 1971. Fue su mayor éxito. En cada uno de sus números, que alcanzaban las treinta y cuatro páginas, presentaba un caso de misterio y parapsicología, tan de moda en aquellos años. Su editor Guillermo Mendizábal Lizalde explicaba en el editorial de su primer número: Duda no es un cuadernillo de "ciencia ficción", sino una revista que pretende exponer al público, sin deformar los hechos, los misterios más sensacionales en el campo de las ciencias físicas o naturales; en el campo de la historia, en el campo de la antropología, en el de la biología, en el de la investigación espacial, en el de la arqueología, en el de la psicología.

La revista destacaba por ser de las pocas que escapaba de la censura imperante en México respecto al sexo, pues incluía desnudos.


Selección por temas de la revista Duda ver en este enlace.






Ocho de los peores papas en la historia de la Iglesia Católica



A lo largo de la historia de la Iglesia Católica, han existido pontífices cuya conducta y decisiones han sido objeto de controversia y desprestigio. Entre ellos, se destacan figuras como el Papa Borgia, Alejandro VI, conocido por su corrupción y nepotismo, y el Papa Sixto IV, quien, a pesar de sus contribuciones artísticas, se vio envuelto en escándalos políticos. Otros papas, como Juan XII y Benedicto IX, también han sido recordados por su inmoralidad y falta de liderazgo. Estos casos reflejan periodos oscuros que han afectado la credibilidad de la Iglesia y sus valores fundamentales.



Considerado como un reformador y un forastero, el papa Francisco fue elegido hace cinco años.
Tomó el timón mientras la Iglesia católica luchaba contra la corrupción y las consecuencias del escándalo de abusos sexuales contra menores. Pero esta no es la primera vez que la Iglesia se ha visto arrastrada por el escándalo.
¿Puedes imaginar a un papa llevando a juicio al cadáver podrido de su predecesor? ¿O poner el papado a la venta?
Bueno, la historia nos dice que los papas hicieron todo eso y más cuando aparentemente jugaban con un conjunto de reglas muy diferente.
Aquí hay ocho papas que encontrarás en los libros de historia por todas las razones equivocadas:


domingo, 20 de abril de 2025

Canciones que me gustan: No sé cómo amarle

La canción «No sé cómo amarle» («I Don't Know How to Love Him»), cantada por Yvonne Elliman como María Magdalena, fue un éxito de ventas. Existe una versión en español de Ángela Carrasco, muy hermosa.



Jesus Christ Superstar (Jesucristo Superstar o Jesucristo superestrella) es una película estadounidense dirigida por Norman Jewison en 1973. Está basada en el musical del mismo nombre, de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice. La historia se centra en el conflicto entre Judas Iscariote y Jesús de Nazaret durante la semana anterior a su crucifixión. Se inicia desde poco antes de la entrada en una Jerusalén anacrónica, ubicada entre ruinas, en medio de un desierto calcinante, habitada por hippies y una clase sacerdotal políticamente acomodada a los invasores romanos.


Por qué Jesús tuvo éxito y tantos otros mesías quedaron en el camino

 

Los historiadores contemporáneos no tienen ninguna duda: Medio Oriente, donde nació Jesús hace poco más de 2.000 años, fue terreno fértil para el surgimiento de profetas y mesías.

En ese sentido, religión aparte, el hombre considerado el fundador del cristianismo se parecía mucho a tantos otros con los que compartió tiempo y espacio.

¿Y por qué, entonces, Jesús se hizo tan popular que, aún hoy, tiene miles de millones de seguidores en todas partes del planeta?

¿Por qué tantos otros mesías no tuvieron el mismo éxito con sus palabras y enseñanzas?

La respuesta parece ser la universalidad del cristianismo.





FUENTE


Pero esto no fue precisamente mérito de Jesús, sino de sus primeros seguidores, especialmente de aquellos que se dedicaron a difundir el mensaje cristiano desde finales del siglo I y durante todo el siglo II.
Existen diferencias sustanciales entre el "Movimiento de Jesús con Jesús", es decir, cuando aún era un líder vivo, y el "Movimiento de Jesús sin Jesús", la forma en que el cristianismo llegó a ser organizado por las primeras generaciones de seguidores.


Fresco de Filippo Lippi del nacimiento de Jesús en la catedral de Spoleto.


Pero hay un sesgo histórico y antropológico que ayuda a entender cómo este movimiento traspasó las fronteras de Israel.

sábado, 19 de abril de 2025

Apolonio de Tiana, el místico vegetariano que compitió con Jesucristo



Apolonio de Tiana, figura enigmática del siglo I d.C., emerge de las fuentes históricas como un filósofo neopitagórico, taumaturgo y viajero incansable. Rodeado de leyenda y controversia, su vida y obra se sitúan en la frontera entre la historia y el mito, presentando un desafío interpretativo para el estudioso.


Nacido en la ciudad de Tiana, en la región de Capadocia, Apolonio abrazó una vida ascética, siguiendo las enseñanzas de Pitágoras. Su vegetarianismo, silencio votivo y dedicación al estudio de la filosofía lo distinguieron desde temprana edad. Emprendió extensos viajes a lo largo del Imperio Romano y más allá, visitando lugares tan distantes como la India y Etiopía, en busca de sabiduría y conocimiento.

La reputación de Apolonio como hacedor de milagros, profeta y maestro de la virtud se difundió ampliamente, suscitando tanto admiración como desconfianza. Fue reverenciado por algunos como un ser divino, mientras que otros lo consideraban un charlatán o un mago. Filóstrato, en su "Vida de Apolonio de Tiana," compiló numerosas anécdotas y relatos que atribuyen a Apolonio poderes sobrenaturales, incluyendo curaciones, resurrecciones y la capacidad de predecir el futuro.

Apolonio de Tiana, figura enigmática del siglo I d.C., destacó por su ascetismo y una filosofía imbuida de misticismo. Su vegetarianismo, rasgo poco común en la época, se asociaba a una búsqueda de pureza espiritual y armonía con el cosmos. Sus contemporáneos le atribuyeron poderes taumatúrgicos y una vida ejemplar, consolidando su imagen como profeta y asceta venerado.


Independientemente de la veracidad de estos relatos, la figura de Apolonio representa un intento de integrar las tradiciones filosóficas griegas con las prácticas religiosas orientales. Su énfasis en la virtud, la ascetismo y la búsqueda de la sabiduría lo convierten en un representante significativo del fervor religioso y filosófico que caracterizó el mundo romano durante el primer siglo de nuestra era. Aunque rodeado de misterio, Apolonio de Tiana continúa siendo una figura fascinante, un espejo en el que se reflejan las complejas interacciones entre religión, filosofía y política en la Antigüedad tardía.

Apolonio de Tiana, figura del siglo I, comparte ciertas similitudes biográficas con Jesucristo, incluyendo relatos de milagros y una vida ascética. No obstante, es crucial distinguir que Apolonio fue un filósofo y maestro itinerante, mientras que Jesucristo es venerado como la encarnación divina en la fe cristiana. Las narrativas sobre ambos individuos han sido objeto de análisis comparativo, pero las interpretaciones teológicas y el impacto histórico difieren sustancialmente.


viernes, 18 de abril de 2025

La cruz


La cruz, de castigo ejemplar a la promesa de la vida eterna

La imagen de la cruz es identificada inmediatamente con el cristianismo, pero se trata de un símbolo que se extendió mucho después de la muerte de Jesús. La evolución de la simbología cristiana refleja la historia de esta fe y el profundo cambio de mentalidad que se dio en el mundo tardoantiguo.


(Fuente)

Aunque se haya convertido en el símbolo por antonomasia del castigo romano, en sus orígenes la crucifixión fue concebida muy lejos de Roma. Los primeros registros que se tienen de este procedimiento como método de ejecución datan del Imperio Aqueménida -aunque probablemente se usara ya en Asiria- y responden a la fe zoroastriana, que se extendió notablemente bajo el mandato persa: según sus creencias, el fuego y la tierra son sagrados y enterrar o quemar a un criminal contaminaría estos elementos, por lo que se les clavaba a leños de madera para dejarlos morir y que las aves carroñeras dieran cuenta de sus restos.

Los romanos entraron en contacto con esta práctica durante su expansión por el Mediterráneo: griegos y cartagineses la conocían por mano de los persas, y el propio Alejandro Magno la practicó contra los supervivientes de ciudades que se habían opuesto con más tesón a su conquista. Para estos pueblos no zoroastrianos, la crucifixión representaba un método de ejecución particularmente cruel y humillante. El condenado podía morir en cuestión de horas o al cabo de varios días, dependiendo de las circunstancias, pero en cualquier caso resultaba una imagen terrible que servía de escarmiento y advertencia: en el siglo I a.C., tras aplastar la revuelta de esclavos liderada por Espartaco, unos 6.000 prisioneros fueron crucificados a lo largo de la Vía Apia.

A partir del siglo V d.C. la cruz se difunde ampliamente como símbolo del cristianismo. Previamente el más usado por los cristianos era la figura de un pez.


Por ello, la cruz despertaba en el mundo antiguo un horror particularmente intenso. Solo a partir del siglo V d.C. se difunde ampliamente como símbolo del cristianismo, y ello es debido al cambio de mentalidad que ejerce la fe cristiana y al interés del hombre que la favorece: el emperador Constantino el Grande.

El pez, primer símbolo cristiano

Durante los siglos siguientes a la muerte de Jesús, el cristianismo sufrió una persecución generalizada, interrumpida a veces por algunos períodos de tolerancia. Las particularidades de esta religión la convertían en una amenaza para el poder romano, por lo general bastante tolerante en lo que se refería a las costumbres de los pueblos conquistados: su negativa a rendir culto a los emperadores y a los dioses oficiales, considerados garantes de la prosperidad del Imperio, era vista como un desafío a la autoridad de Roma.

Las ejecuciones de cristianos, a menudo realizadas por medio de la crucifixión, daban a la cruz un significado infamante, pues era un método reservado a los peores criminales. San Agustín de Hipona, que vivió en el siglo IV d.C. -pocas décadas después de que Constantino promulgara el Edicto de Milán, que garantizaba el fin de las persecuciones-, describe que en los primeros tiempos el símbolo del cristianismo era un pez, que representaba la búsqueda la verdad profunda oculta a simple vista, como los peces se ocultan bajo las aguas. Por otra parte, su nombre en griego -ΙΧΘΥΣ, ictys- se corresponde con la sigla de Iēsous Christos Theou Yios Sōtēr: “Jesucristo, Hijo de Dios, el Salvador”.

Puerta medina de Túnez. El ictys sigue siendo un símbolo usado por los cristianos de Oriente y África, como se muestra en esta puerta de la medina de Túnez. Su origen se encuentra en el Nuevo Testamento, en el que Jesús se refería a sus apóstoles como "pescadores de hombres". (Abel de Medici)

El ictys era un símbolo de reconocimiento mutuo entre cristianos cuando esta religión era practicada clandestinamente: al encontrarse, uno de ellos dibujaba una línea curva y, si el otro la dibujaba a la inversa completando el símbolo de un pez, podían estar seguros de que ambos eran cristianos. Al ser un símbolo secreto, si uno de ellos resultaba ser un espía era descubierto enseguida; además, a ojos de extraños no era más que un simple garabato y no delataba la presencia de una comunidad cristiana.

Este símbolo siguió siendo usado durante muchos siglos. En las medinas del norte de África, las puertas están decoradas con muchos símbolos que sirven para identificar a la comunidad que vive en esa casa y, entre otros aspectos, la fe que profesan: la media luna para los musulmanes, la estrella para los judíos y el pez para los cristianos.

El emperador Constantino legalizó el cristianismo en el año 313 mediante el Edicto de Milán. En el año 380 Teodosio promulgó el Edicto de Tesalónica, por el cual esta fe se convertía en la religión oficial del Imperio Romano.


Fusión de tradiciones

La adopción de la cruz como símbolo cristiano puede atribuirse con bastante certeza a las comunidades coptas de Egipto y es el resultado de dos factores: por una parte, una casualidad lingüística y por otra, una semejanza gráfica con el ankh, un símbolo que fue reciclado de la antigua religión egipcia.

Los coptos tuvieron un papel fundamental en el ascenso del cristianismo: Constantino tuvo que luchar por el poder contra su rival Majencio y buscó apoyos en los territorios de Oriente, donde el cristianismo era más fuerte. Según Eusebio de Cesarea, autor de una biografía sobre el emperador, antes de la decisiva batalla del Puente Milvio (312 d.C.) Constantino tuvo la visión de una cruz en el cielo y más tarde, “en sus sueños, el Cristo de Dios se le apareció con el mismo signo que había visto en los cielos, y le ordenó que abrazara ese signo que había visto en los cielos, y que lo usara como un talismán en todos los combates con sus enemigos”.


La donación de Constantino. Este fresco de la Basílica de los Cuatro Santos Coronados, en Roma, representa la Donación de Constantino, un decreto según el cual el emperador habría transferido al papa Silvestre I el gobierno de Roma y los territorios circundantes. Hoy se sabe que este decreto es una falsificación que tuvo como objetivo justificar el poder temporal de los papas: en la Europa occidental, el cristianismo sustituyó a la romanidad como elemento aglutinador.

Sin embargo, el símbolo que usó Constantino no era la cruz que conocemos sino un crismón, un anagrama formado por las letras griegas ji (representada como una X) y rho (representada como una P). Más adelante la letra ji fue sustituida por la tau (representada como una T), como abreviación de la palabra stauros -“cruz” en griego- significando “Cristo en la cruz”. Esta combinación guarda una gran semejanza con el ankh, el símbolo de la vida en la antigua religión egipcia, relacionado habitualmente con Isis. Según el mito, esta diosa había resucitado a su marido Osiris, quien se había convertido en el señor del Más Allá: esta analogía clara con Jesucristo habría ayudado a difundir la nueva religión reciclando conceptos arraigados desde hacía milenios en la mentalidad egipcia.

Los coptos fueron una de las primeras comunidades que abrazaron el cristianismo incluso antes de su legalización en el imperio -según la tradición, fue el propio evangelista Marcos quien la fundó en el siglo I d.C.-, siendo de gran importancia en la estructuración de la Iglesia como culto organizado. Su iconografía fusionaba las ideas cristianas con los símbolos usados en el Egipto faraónico -como el propio ankh o el disco solar que se convertiría en la aureola de los personajes bíblicos- y fue adoptada por la naciente Iglesia cristiana.

Gracias a su asociación con el ankh egipcio, la cruz, que había sido durante siglos un instrumento de tortura, se convertía en la promesa de la vida eterna. Una razón de mucho peso en la difusión del cristianismo sobre todo entre la gente más humilde fue precisamente que, en un tiempo en el que la mayoría de la población llevaba una vida muy difícil, daba sentido a sus padecimientos. La cruz se difundió como símbolo del cristianismo durante el siglo V, marcado por la creciente inseguridad -en especial la invasión de los hunos liderada por Atila- y deterioro de las condiciones de vida.

A medida que el poder imperial se debilitaba, el religioso emergía como el nuevo elemento unificador, especialmente en el Imperio de Oriente o Bizantino, que lograría sobrevivir durante mil años más y en el que la Iglesia tendría un papel crucial; mientras que en Occidente, la lucha entre el poder regio y el papal marcaría toda la Edad Media. El símbolo de la cruz permanecería en ambos casos como la promesa de una recompensa de ultratumba a los sufrimientos de un mundo en el que las guerras y carestías eran la norma.

jueves, 17 de abril de 2025

Jueves Santo en el arte

El mural de la última cena, obra de Leonardo da Vinci que se exhibe en la iglesia Santa María delle Grazie en Milán.

El Jueves Santo de Jesús, un día “demasiado largo” para tener sólo 24 horas y la traición de Judas: ¿existió su beso? Para algunos estudiosos, el lavado de pies de los apóstoles, la Última Cena, el rezo en el Huerto de los Olivos, la traición de Judas, el arresto de Jesús y el juicio en la casa de Anán no pudieron haber sucedido en una sola jornada. Sin embargo, la tradición cristiana conmemora los hechos que precedieron a la pasión de Cristo este día.


Por Gerardo Di Fazio (Infobae)

El Jueves Santo es, para los cristianos, el primer día del “triduo pascual”. En este día se desarrolla todo el conflicto de la historia de la pasión de Jesús. Es fundamental intentar llegar comprender algo de lo que ocurrió durante esta muy larga jornada, aunque algunos historiadores coinciden en que los hechos narrados en los Evangelios no ocurrieron todos en una noche.

Este día está plagado de símbolos y gestos que Jesús va a realizar y que se sus seguidores repetirán por los siglos a venir desde aquel 14 Nisan del año 3732 del calendario judío. Colin Humphreys, de la Universidad de Cambridge, señala que las discrepancias en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas en relación al de Juan surgieron porque aquéllos toman como referencia un antiguo calendario diferente al judío. El investigador concluye que la fecha exacta de la Última Cena fue el 1 de abril del año 33 después de Cristo. Esto puede significar también que el arresto, interrogación y juicio de Jesús no se produjo en un sólo día, como comentábamos más arriba y el profesor Humphreys, en su libro “El misterio de la Última Cena” sostiene que los resultados de su investigación podrían servir de base para que finalmente se establezca que el primer domingo de abril de nuestro calendario gregoriano, fue la resurrección del Señor.