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domingo, 28 de julio de 2024

Polémica en las Olimpiadas de París por la recreación de la Ultima Cena


La portavoz de la organización, Anne Descamps, aseguró que lo que se intentó fue "celebrar la tolerancia comunitaria". En tanto, el director artístico de la ceremonia realizada el viernes, Thomas Jolly, sostuvo que su objetivo era "enviar un mensaje de amor, un mensaje de inclusión".

Las Olimpiadas, al ser un evento de magnitud internacional, no solo constituyen una celebración del deporte y la competencia, sino que además sirven como un escenario donde se entrelazan diversas manifestaciones culturales y artísticas. Sin embargo, la confluencia de estas múltiples dimensiones también puede dar lugar a controversias y debates apasionados. Tal es el caso de la reciente polémica desencadenada por la decisión de recrear la célebre obra de Leonardo da Vinci, La Última Cena, en el contexto de los Juegos Olímpicos de París 2024. La elección de esta pieza emblemática del Renacimiento como parte de las ceremonias de apertura y clausura ha suscitado un amplio espectro de reacciones, en las que se entrelazan consideraciones artísticas, religiosas, sociales y políticas.

Contexto y significado de la obra

La Última Cena es una de las obras más reconocidas de la historia del arte occidental. Pintada entre 1495 y 1498, esta obra maestra no solo representa el momento en que Jesucristo anuncia a sus discípulos que uno de ellos lo traicionará, sino que también simboliza la complejidad de las relaciones humanas y la profundidad de los sentimientos como la traición y la lealtad. La iconografía de la obra ha resonado a lo largo de los siglos, convirtiéndose en un referente no solo espiritual, sino también cultural y artístico. Su inclusión en el evento deportivo más importante del mundo plantea interrogantes sobre la adecuación de utilizar un símbolo religioso en un contexto que busca primordialmente la celebración del espíritu deportivo.


El mural "La última cena", pintado por Leonardo Da Vinci entre 1495 y 1498 en el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie en Milán, Italia.

La decisión de recrear la obra

La elección de recrear La Última Cena por parte de los organizadores de los Juegos Olímpicos de París ha sido una estrategia audaz destinada a entrelazar la exaltación del deporte con una de las cumbres de la cultura europea. Sin embargo, esta decisión ha sido objeto de críticas desde diversas esferas. Por un lado, se argumenta que la reinterpretación de una obra tan cargada de simbolismo religioso puede ser vista como una falta de respeto hacia las creencias de millones de personas alrededor del mundo. Para muchos, la figura de Cristo y el significado de su último encuentro con los apóstoles son elementos sagrados que no deberían ser trivializados o utilizados para el entretenimiento.

Los críticos también señalan que el contexto de los Juegos Olímpicos, aunque es en apariencia apolítico, tiene implicaciones profundas en la identidad del evento. La utilización de una obra que retrata una escena moralmente compleja puede restar seriedad e incluso convertirse en una herramienta de propaganda. En una época donde las conversaciones sobre la religión, la cultura y la política están más polarizadas que nunca, la combinación de estos elementos en un escenario deportivo podría resultar en una reacción desfavorable de aquellos que consideran que la espiritualidad y la cultura deberían permanecer al margen de tales eventos.

En una gran mesa varias personas disfrazadas de modo extravagante, algunas estilo drag queens, parodiaban “La última cena”, de Leonardo Da Vinci. Una de las obras más clásicas de un tema recurrente en la pintura: la celebración de la Pascua por Jesús junto a sus discípulos, horas antes de ser entregado por Judas a las autoridades.

En las redes, la inclusión de esa escena grotesca y ofensiva hacia la fe católica fue duramente criticada. Inevitablemente muchos coincidieron en preguntarse qué habría pasado si la parodia hubiese tenido por blanco a otra religión, como la judía o la musulmana. (F)

Reacciones contrapuestas

Sin embargo, no todas las reacciones han sido negativas. Algunos defensores de la recreación argumentan que el arte y el deporte son dos expresiones humanas que se entrelazan de manera intrínseca. La capacidad del deporte para unir a personas de diferentes orígenes culturales, así como su potencial para transmitir valores universales de solidaridad y superación, se puede considerar en consonancia con el mensaje que La Última Cena transmite sobre la comunidad y la humanidad. Desde esta perspectiva, la obra podría ser entendida como un símbolo de unidad, un llamado a la paz y la armonía en un mundo a menudo dividido.

Además, hay quienes ven en esta decisión una oportunidad para más profundamente explorar la intersección entre arte y deporte. La recreación de una obra maestra del Renacimiento en un evento contemporáneo puede servir como un recordatorio de la importancia del patrimonio cultural, así como de la necesidad de seguir innovando y desafiando los límites de la expresión artística. En este sentido, la polémica podría estimular un diálogo sobre la función del arte en la sociedad moderna y su capacidad para reflejar, criticar o celebrar la condición humana.


Es llamativo que, en una ceremonia pretendidamente diversa e inclusiva, y en un evento tan universal como lo son las Olimpíadas, los organizadores hayan dedicado una parte del desfile a intentar ridiculizar a una religión. Y no a cualquiera, sino a la fe de sus mayores, a la religión fundante de la nación francesa. Recordemos que Francia considera al jefe franco Clovis (Clodoveo), como su primer rey. Éste, con su conversión al catolicismo logró imponerse y unificar a diversos pueblos dando nacimiento al Reino franco y a su primera dinastía, la merovingia. Clovis tuvo por principal consejero a lo largo de todo su reinado al obispo de Reims, el futuro San Remigio. (F)

Implicaciones culturales y sociales

La polémica en torno a la recreación de La Última Cena también podría señalar un momento crucial para la reflexión sobre el papel de los eventos deportivos en la cultura contemporánea. Los Juegos Olímpicos, a menudo vistos como una vitrinas global de logros humanos, podrían ser la plataforma ideal para que temas como la diversidad, el respeto y la inclusión se inserten en el discurso público. Sin embargo, para que esto se logre, es fundamental que las decisiones creativas que se tomen tengan en cuenta el contexto cultural y los posibles efectos en la audiencia global que se verá influenciada por esta representación.

Asimismo, esta controversia debería abrir la puerta a un debate más amplio sobre la sensibilidad cultural y religiosa en la era de la globalización. En un mundo cada vez más entrelazado, la necesidad de empoderar el respeto por las diversas creencias y tradiciones es más importante que nunca. La integración de obras de arte en espacios deportivos debe ser considerada con mucho cuidado, siendo consciente de las connotaciones que estas pueden conllevar y del impacto que generan a nivel emocional y social.

Los organizadores de los Juegos Olímpicos de París se disculpan por la escena de la inauguración que recordó a 'La Última Cena'

La portavoz de París 2024 y el director artístico de la ceremonia niegan cualquier intención de faltar al respeto con la escena protagonizada por un artista, un icono LGBTQ+ y drag queens. (F)

Conclusión

La polémica en torno a la recreación de La Última Cena en las Olimpiadas de París 2024 pone de manifiesto la complejidad y la interconexión de las diversas esferas que componen nuestra sociedad actual. Mientras algunos ven en esta decisión una oportunidad para celebrar la unión entre arte y deporte, otros consideran que se está trivializando un símbolo de gran relevancia espiritual. Este caso sirve como un recordatorio de que el arte, lejos de ser un elemento aislado, se encuentra profundamente enraizado en las dinámicas sociales, políticas y emocionales de nuestra humanidad. A medida que se acerca esta cita olímpica, será crucial para los organizadores y la sociedad en general reflexionar sobre los sentidos y significados que desean construir y promover en un mundo que, aunque dividido, busca desesperadamente espacios de encuentro y diálogo.


Las otras Última Cena



Última Cena de Juan de Juanes


Última Cena de Pascal Dagnan-Bouveret

El sacramento de la Última Cena de Salvador Dalí.




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