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jueves, 15 de diciembre de 2022

15 de diciembre de 1961: Sentencia a Eichmann a morir ahorcado


                                                                                        

El 15 de diciembre de1961, en Jerusalén (Israel), un tribunal condena al jerarca nazi alemán Adolf Eichmann a morir ahorcado, tras un juicio en el que fue acusado de genocidio.

                                                                                        

En Jerusalén, Eichmann fue sometido a juicio por un tribunal presidido por tres jueces. Su abogado defensor fue Robert Servatius.

Eichmann alegó en su defensa que todas sus acciones respondían a la obediencia debida a sus superiores y que estos se aprovecharon de esta circunstancia. El jurado lo declaró culpable de genocidio.

La sentencia, dictada el 15 de diciembre de 1961, lo condenó a morir en la horca por crímenes contra la Humanidad. Este juicio también está considerado como la gran causa judicial del Estado de Israel. La sentencia se cumplió la madrugada del 31 de mayo de 1962 en la prisión de Ramla.



Sus últimas palabras fueron:

Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo.

Sus restos fueron incinerados y las cenizas dispersadas en el mar Mediterráneo desde una nave de la Fuerza Naval israelí en presencia de algunos supervivientes del Holocausto, fuera de las aguas jurisdiccionales de Israel. De este modo se pretendía evitar que su tumba se convirtiera en lugar de peregrinación.

En el juicio, Eichmann dejó algunos testimonios del porqué de su participación en el Holocausto:

No perseguí a los judíos con avidez ni placer. Fue el Gobierno quien lo hizo. La persecución, por otra parte, solo podía decidirla un Gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia. En aquella época era exigida la obediencia, tal como lo fue más tarde la de los subalternos.

La filósofa Hannah Arendt hizo un ya clásico estudio del personaje y sus obras a raíz del juicio, titulado Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. En él defiende que el hombre que pasaba por ser el mayor asesino de Europa no era ningún "genio del mal", trazando en ese texto la tesis de la banalidad del mal. Defiende que lo preocupante de la existencia del mal entre nosotros es que cualquier hombre, en determinadas circunstancias, puede reaccionar como Eichmann y realizar actos tremendamente malvados e inhumanos porque cree que es "su obligación" o "su trabajo".​ Señaló, además, que las acciones de Eichmann bien pudieron haber sido fruto de la subordinación de la cual es víctima un individuo dentro de un régimen totalitario.

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