Cuando viaje por primera vez en Bilbao, España, hace varios años, una visita obligada fue al Museo Guggenheim. Me impresionó la arquitectura de vanguardia desplegada en contraste con una ciudad bastante antigua.
Lo kitsch, lo vulgar y lo moderno
La fachada del museo parecía una nave espacial extraterrestre (suponiendo de que sean así) y me sorprendió, también, lo poco funcional que son los museos modernos cuando se tratan de exhibir obras de artes. Es fácil perderse y después de dar vueltas por diferentes pisos y galerías descubres con sorpresa de que estás en el mismo lugar. Y tienes que empezar de nuevo...
Pero son dos las cosas que recuerdo en espacial. 1) El haber estado frente de una gran tela en blanco, cuyo título era "Blanco sobre blanco" (nada para ver) y 2) a Puppy (obra de Jeff Koons), ese horrible perro hecho de flores que está a la entrada del hipermoderno museo (mejor sería no verlo).
Con los años fui comprendiendo que lo contemporáneo en el arte cada vez se parece más a lo vulgar y a lo kitsch (mal gusto) y que existe una lógica y correspondencia: Sin forma, vaciaron al arte de contenido. Lo han logrado en plenitud.
Pero son dos las cosas que recuerdo en espacial. 1) El haber estado frente de una gran tela en blanco, cuyo título era "Blanco sobre blanco" (nada para ver) y 2) a Puppy (obra de Jeff Koons), ese horrible perro hecho de flores que está a la entrada del hipermoderno museo (mejor sería no verlo).
Con los años fui comprendiendo que lo contemporáneo en el arte cada vez se parece más a lo vulgar y a lo kitsch (mal gusto) y que existe una lógica y correspondencia: Sin forma, vaciaron al arte de contenido. Lo han logrado en plenitud.
Puppy
(Texto oficial del Museo Guggenheim)
Jeff Koons alcanzó la fama a mediados de la década de 1980, siendo miembro de una generación de artistas que exploraban el sentido del arte en una era saturada por los medios de comunicación y la consiguiente crisis de la representación. Basándose en el lenguaje visual de la publicidad, el marketing y la industria del ocio y con el propósito de "comunicarse con las masas", Koons puso a prueba los límites entre la cultura popular y la elitista. Sus elementos escultóricos incluyen aspiradores en cajas de plexiglás, balones de baloncesto flotando en peceras de cristal, figurillas de porcelana de Michael Jackson y la Pantera Rosa, y vidrieras con imágenes de sí mismo haciendo el amor con la que entonces era su esposa, Ilona Staller, conocida como Cicciolina (ex estrella de cine porno y ex diputada del parlamento italiano). Al continuar con el legado de las piezas de Marcel Duchamp, y al integrar referencias al Minimalismo y al Arte Pop, Koons presenta el arte como un producto de consumo que no se puede incluir dentro de la jerarquía de la estética convencional.
Con Puppy, Koons aúna pasado y presente, pues emplea un sofisticado modelo de ordenador para crear una obra que hace referencia a un jardín clásico europeo del siglo XVIII. El West Highland terrier gigante completamente cubierto de plantas en flor emplea la iconografía más edulcorada —flores y perritos— en un monumento al sentimentalismo. Su imponente tamaño, firmemente contenido y, al mismo tiempo, aparentemente descontrolado (todavía creciendo, en sentido literal y figurado), y la yuxtaposición de referencias elitistas y de la cultura popular (el arte de esculpir arbustos y la cría de perros, cerámica decorativa y tarjetas con mensajes de buenos deseos) se pueden interpretar como una analogía de la cultura contemporánea. Koons ha diseñado esta escultura pública con la irrevocable finalidad de atraer, suscitar optimismo e infundir, en sus propias palabras, "confianza y seguridad". Puppy, majestuoso y robusto al tiempo que hace guardia a las puertas del Museo, llena a los espectadores de admiración y de alegría. (F)
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Hombre pues a mi Puppy se me hace muy simpático, pero para gustos están los colores.
ResponderEliminarEs un peluche gigante
ResponderEliminarY se me olvidaba, al fondo de Puppy la caseta de diseño que le han hecho estos de Bilbao. 😁😁
ResponderEliminarY por cierto. el diseño del Guggenheim no es una nave espacial sino un barco.
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