El 30 de marzo de 1781, en España muere ejecutado el famoso bandolero Diego Corrientes.
Diego Corriente Mateos (1757-1781) fue un bandolero español del siglo XVIII. Nació en Utrera. En los documentos de su proceso se lo describe como "de dos varas de cuerpo, blanco, rubio, ojos pardos, grandes patillas de pelo, algo picado de viruelas y una señal de corte en el lado derecho de la nariz". Su oficio, servir la labor del campo. Sabía leer, algo bastante raro en la gente de este humilde empleo. Se desconoce por qué se echó al monte y como cuatrero incurrió en abigeatos que entonces se penaban con la muerte. Se convirtió en una leyenda popular debido a su generosidad con los más pobres. Le robaba a los ricos y repartía entre los pobres algo de lo robado, de manera que esto hacía que subiera la estima que de él tenían en los alrededores (y con ella, la protección, aviso y vigilancia contra sus enemigos).
El rey Carlos III, por medio del juez Francisco de Bruna y Ahumada, ordenó en 1780 su captura, ofreciendo cien piezas de oro a quien lo entregara vivo o muerto. Ese mismo año huyó a Portugal por el acoso constante de las autoridades. Fue prendido en Covilhã por el gobernador de Sevilla y una compañía portuguesa al mando del capitán Arias. Poco tiempo después fue trasladado a Sevilla, donde fue juzgado y condenado a morir en la horca. Posteriormente, su cadáver fue descuartizado, como era costumbre, y enviadas partes de su cuerpo a cada una de las provincias en las que había actuado. Su cabeza quedó en Sevilla para, días más tarde, recibir sepultura en la iglesia de San Roque, donde apareció a finales del siglo XX, durante unas operaciones de restauración del templo, con un garfio clavado en el cráneo, como se solía hacer con las cabezas de los ajusticiados. (W)
BANDOLEROS (Documental)