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martes, 11 de junio de 2024

Cordillera de los Andes (2) Testimonios artísticos y científicos en Chile

  


Obra que representa la fundación de Santiago del Nuevo Extremo realizada por Pedro de Valdivia el 12 de febrero de 1541. Con esta obra, Pedro Lira obtuvo una segunda medalla en la Exposición Universal de París de 1889. En el fondo se aprecia la majestuosa Cordillera de los Andes.


Las exploraciones científicas y los viajes en torno a la cordillera de los Andes fueron un aliciente importante para el desarrollo de diferentes formas de representación artística e iconográfica. Artistas, científicos y viajeros dibujaron o generaron registros gráficos de su paso por la cordillera o fueron acompañados por otros que desarrollaron dicha actividad.


Una semana con la Cordillera de los Andes (Día 2)

Al mismo tiempo, en la primera mitad del siglo XIX, estas representaciones fueron definidas e impulsadas por el proceso de Independencia y de formación de la república, contexto que convirtió a este hito geográfico en un símbolo nacional, de patriotismo y alegoría republicana, dejando de ser solo un accidente geográfico para convertirse en un elemento central de la identidad y la cultura nacional. Mientras que con el perfeccionamiento de las artes plásticas, principalmente la pintura, en la segunda mitad de ese siglo, estas formas de representación de la cordillera fueron permeadas por la investigación artística y el desarrollo del paisajismo.


"San Martín y O´Higgins después de transmontar los Andes" 1865. Obra de Martín Boneo.


La cordillera fue representada también como símbolo de la gesta de O´Higgins y José de San Martín (1778-1850) en su periplo por las altas cumbres para librar las batallas por la emancipación chilena. Así lo hizo Martín Boneo (1829-1915) en 1865 en su obra "San Martín y O´Higgins después de transmontar los Andes", donde se observa al militar y político mendocino dirigiendo la caravana militar, seguido de O´Higgins y de fondo las cumbres cordilleranas tras el Ejército Libertador.
La iconografía sobre la cordillera vivió una evolución a partir de la influencia de corrientes artísticas europeas, principalmente del romanticismo y el paisajismo, representados en Chile por el artista alemán Juan Mauricio Rugendas (1808-1858), quien produjo varios grabados y pinturas que tuvieron al paisaje cordillerano como protagonista, y por Antonio Smith (1832-1877), del que destacó su cuadro "Paisaje con cordillera y laguna" de 1870 (Villegas, Lorena y Quiroga, Samuel. "Antonio Smith (1832-1877): propuesta de catalogación de su obra". Aisthesis. Número 58, 2015, p. 173-195).


"Paisaje con cordillera y laguna" 1870. De Antonio Smith (1832-1877)

La experiencia de estos últimos y la fundación de la Academia de Pintura (1849) propiciaron el desarrollo de nuevos artistas que incursionaron también en el paisajismo, como el caso de Pedro Lira (1845-1912), quien también utilizó la cordillera de manera central en su trabajo, que entremezcló los estilos romántico y costumbrista, y como símbolo y elemento geográfico para pintar episodios históricos, como es el caso de su obra Fundación de Santiago (1889) (Eugenio Pereira. Estudios sobre la Historia del Arte en Chile Republicano. Santiago: Universitaria, 1992).
Esta ampliación del conocimiento artístico permitió la aparición de una alta cantidad de bocetos, dibujos, grabados y pinturas anónimas y de autor que representaron a la cordillera de los Andes por medio de vistas panorámicas o parciales producidas durante los recorridos y visitas a lugares específicos que los artistas o reproductores realizaron. Lo mismo sucedió con la irrupción de la fotografía en Chile que, gracias a su masificación como medio, registro y técnica para plasmar las particularidades del espacio natural hacia fines del siglo XIX y principios del XX, permitió retratar la cordillera desde diferentes perspectivas, siendo la propia fotografía una representación artística en sí misma o el modelo para otras formas artísticas.

Representaciones de la cordillera de los Andes (1776-1920)

La cordillera de los Andes ha sido fundamental en el desarrollo de Chile. Entre los siglos XVIII y XX, la cordillera tuvo gran relevancia en momentos decisivos de la historia del país, así como llamó la atención de científicos, viajeros y artistas, quienes la estudiaron, describieron y representaron en relatos e imágenes, dejando sus testimonios para la posteridad.

La cordillera de los Andes es uno de los espacios geográficos más importantes de Sudamérica, su presencia en Chile abarca todo el territorio nacional, desde el altiplano y desierto de Atacama hasta la Patagonia.


Pintura de una gruta o ermita en la cordillera.

Desde el siglo XVIII, la cordillera suscitó el interés tanto del Estado colonial español como del Estado republicano chileno. Entre 1712 y 1808, el gobierno colonial contrató a diversos científicos y exploradores para recorrer la cordillera y sus alrededores, reconocer recursos naturales para su explotación y dar cuenta de la geografía del reino. Estos relatos e informes coloniales fueron posteriormente transcritos o publicados y dieron cuenta de las características y recursos cordilleranos en territorio chileno.

Luego del proceso independentista, nuevas expediciones y viajes de reconocimiento fueron emprendidos con el propósito de definir los límites políticos de la nueva nación y seguir identificando sus riquezas para satisfacer los intereses económicos de la república, que abrió sus fronteras comerciales. Ambos procesos tuvieron como resultados: la publicación de obras centradas en la geografía, geología, mineralogía y otras ciencias; y el desarrollo de una cartografía que representó a la cordillera como principal formación física del territorio.


Camino a Santiago, de Claudio Gay (1830)


Respecto de los estudios del territorio cordillerano, se llevaron a cabo exploraciones mineralógicas, geológicas e hidrológicas para la óptima utilización de los recursos, junto con el examen de su actividad volcánica.

Entre estas, destacaron en el siglo XIX las exploraciones de la cordillera del Norte Grande -luego de su anexión tras la Guerra del Pacífico- realizadas por Alejandro Bertrand (1854-1942), Guillermo Billinghurst (1851-1915) y Francisco J. San Román (1838-1902), centradas en la mineralogía; de la zona central, los estudios mineralógicos e hidrológicos de Luis Zegers (1849-1925) y José Fuenzalida, quienes exploraron la cordillera de San José de Maipo y Aconcagua; y de la zona sur, las exploraciones de Carl Burckhardt (1891-1974) en la cordillera de Las Lajas en Argentina y Curacautín en Chile.

Diversos naturalistas -entre estos Alexander von Humboldt (1769-1859), Claudio Gay Mouret (1800-1873), Ignacio Domeyko (1802-1889), Rodulfo Amando Philippi (1808-1904), Eduard Poeppig (1798-1868) y Alcide D´Orbigny (1802-1857)- viajaron desde otras partes del mundo hacia Chile y exploraron la cordillera para recopilar información sobre su flora y fauna, incluyendo estudios paleontológicos y antropológicos.

José Gil de Castro (1785-1841) pintó en 1820 un retrato de cuerpo entero de Bernardo O´Higgins Riquelme (1778-1842), plasmando a su espalda un paisaje cordillerano que sirvió de escenario para la figura del Director Supremo de la república, y para la representación de la batalla de Chacabuco, mientras que en el traje de O´Higgins se observa la medalla al mérito republicano, creada por el mismo y que en su centro también presentaba las cumbres cordilleranas, con un volcán en plena erupción. (Más información)

Desde el ámbito histórico, uno de los sucesos más importantes acontecidos en la cordillera fue el cruce de los Andes por el Ejército Libertador, liderado por José de San Martín (1778-1850) y Bernardo O'Higgins (1778-1842), entre enero y febrero de 1817. El macizo andino sirvió de refugio y protección para los patriotas que se enfrentaron a las fuerzas coloniales tras remontar sus cumbres, atravesar sus pasos y llevar a cabo las principales batallas por la emancipación de la corona española.

El nuevo conocimiento de los territorios cordilleranos -dado por las obras científicas, militares y económicas publicadas- motivó a viajeros y viajeras a realizar travesías que tuvieron como destino Chile. Estos recorrieron también la cordillera, sus valles, laderas, lagunas, termas, cumbres y pasos fronterizos.

Los artistas también se vieron influenciados por la presencia de la cordillera de los Andes, sobre todo dibujantes, grabadores, pintores y fotógrafos, quienes crearon diferentes representaciones artísticas e iconográficas.



El artista en la cordillera, de Mauricio Rugendas (1835)

Si bien las primeras representaciones de la cordillera tuvieron un carácter simbólico y patriota, como es el caso de las pinturas de José Gil de Castro (1785-1841), posteriormente, se produjeron otras imágenes en las que prevalece la representación figurativa del paisaje, como en el trabajo de Juan Mauricio Rugendas (1802-1885), Antonio Smith (1832-1877) y Pedro Lira (1845-1912).

A inicios del siglo XX, la introducción paulatina de la fotografía en Chile permitió la aparición de nuevos registros gráficos de la cordillera de los Andes; los que sirvieron, adicionalmente, como modelos para otros tipos de representaciones artísticas, sobre todo en ciudades como Santiago, donde las alturas andinas y sus cumbres nevadas contrastaron con las nuevas construcciones de la urbe capitalina. (F)


"Quebrada del Manzano", del pintor chileno Onofre Jarpa Labra (1893)

Onofre Jarpa fue un prolífico pintor que formó parte de la primera generación de artistas que adoptaron el paisajismo chileno y ayudaron a elevarlo como una expresión artística nacional. Jarpa estudió en Chile y posteriormente en Europa, para luego regresar a su país natal con ideas opuestas a las del Realismo, un movimiento que él consideraba brutal y falto de armonía. En cambio, argumentó a favor de un entendimiento del artista como mediador, como intérprete de una escena y creador de una obra que captura la naturaleza idealizada. En su obra, En las cordilleras de Chillán, Quebrada del Manzano, pintó verdes campos y los picos coronados de nieve de los Andes, con lo cual le presentó a sus espectadores una visión romántica e idealizada de un paisaje chileno clásico y representativo desde el punto de vista topográfico.

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