La actriz francesa Rosine Bernard, más conocida como Sarah Bernhardt (1844-1923) vivía obsesionada por la muerte. Visitaba a menudo el depósito de cadáveres de París y se compró un ataúd, que llenó con cartas de sus admiradores, y en el que dormía de vez en cuando.
Enamorada de los animales, solía viajar acompañada de varios perros, gatos, pájaros, tortugas, monos e incluso leopardos, leones y caimanes. Esta actriz, que deslumbró el mundo del teatro con sus actuaciones que se contaban por éxitos resonantes, tuvo un comienzo de carrera, sin embargo, muy titubeante. Saldadas sus tres primeras actuaciones de 1862 (cuando tenía solamente dieciocho años) con tres rotundos fracasos, trató de envenenarse bebiendo colorante líquido. Cuatro años después, estuvo a punto de abandonar el teatro para casarse con el príncipe Henri de Ligne, padre de su hijo, Maurice, pero la familia del novio se interpuso y logró impedir la boda. En 1915, a los 71 años de edad, le fue amputada la pierna derecha; a partir de entonces sólo aceptó papeles en los que no tuviese que caminar por el escenario.
Sus fotos más famosa realizada por Félix Nadar.
Dueña de una personalidad excéntrica y extravagante tanto en sus papeles como en su vida personal, Sarah adquirió un ataúd en 1860, en el que dormía y posaba regularmente, demostrando así su obsesión por el erótico y el mórbido.
La escultora: Igual de talentosa
Una de las obras más bellas y celebradas de la artista, es sin duda “La Muerte de Ophelia”, un bajo relieve en mármol que fue subastado y vendido en Sotheby’s en el 2017 por un precio muy elevado.
Una vez más realizaba una obra inspirada en una obra teatral, el famoso personaje de Ofelia de “Hamlet” de William Shakespeare. Viendo esta obra nadie duda de su gran talento como escultora, una obra equilibrada, sensual y de una gran calidad en su ejecución.
Sarah Bernhardt no sólo es considerada la actriz más famosa de todos los tiempos, sino que también se ha destacado en el campo de la escultura, pasión que complementaría su trabajo en los escenarios.
A pesar de ser la actriz más famosa de su época, Sarah Bernhardt nunca había hecho el papel de Ofelia, joven que muere ahogada. Sólo en 1886 apareció como Ofelia en una producción de Hamlet.
Sin embargo, la obsesión de Bernhardt con la muerte, la ha llevado a una fascinación de larga vida con la trágica heroína y su representación escultural de Ofelia se ha convertido en una de sus obras más significativas.
Modelado en 1880, el relieve acompañó a Bernhardt en su primer paseo por Norteamérica antes de ser exhibido en el Salón de París en 1881.
El Alto relieve de Bernhardt representa a Ofelia en forma de busto, la cabeza girada, los ojos cerrados, vistiendo una guirnalda de flores y envuelto en agua que se funde con sus trenzas. La sutileza de la modelización de Bernhardt se muestra en las flores muy detalladas, así como las delicadas olas vitrificadas, cuya textura contrasta con la forma lisa y abombada del seno derecho expuesto de Ofelia.
En sus interpretaciones posteriores del personaje, Bernhardt aumentaría el nivel de erotismo para la muerte de Ofelia al elegir aparecer en el escenario como Ofelia muerta rodeada de hojas y flores – en lugar del ataúd convencional.
Existen documentadas unas 50 obras de Sarah Bernhardt, aunque en la actualidad únicamente se tiene constancia de la existencia de 25 de ellas, diseminadas entre colecciones particulares y museos.
La vida de Sarah Bernhardt fue intensa y ante todo al margen de convencionalismos y estereotipos.
Una mujer libre, con carácter y habituada a seguir su instintos sin importarle lo que de ella se pudiera decir. Una mujer llena de talento y creatividad, talento que supo expresar de muy diversas formas y que por fortuna de todos ha llegado hasta nuestros días y podemos aún disfrutar de su legado contemplando estas magnificas esculturas.
El nombre de Sarah Bernhardt viene asociado a una de las mejores actrices de todos los tiempos, pero muy pocos conocen otra de sus facetas, la de escultora
Sarah Berndhart creó para sí misma un personalidad pública que le dio libertad, independencia y enorme popularidad en en Francia y el resto del mundo.
Mucho antes del dominio en las carteleras de Beyoncé, los escandalosos atuendos de Lady Gaga, el atrevimiento escénico de Madona, la explícita sensualidad de Marilyn Monroe o las excentricidades de Michael Jackson, hubo una mujer que creó el mapa de ruta para futuras celebridades.
La legendaria actriz francesa Sarah Bernhardt, conocida en su época como "La divina".
El cortejo fúnebre de Sarah Bernhardt en las calles de París.
Continuó trabajando hasta el final. En marzo de 1923, estaba contratada para actuar en una nueva película llamada "La Voyante" y como estaba tan débil, una de las habitaciones de su casa fue convertida en estudio, con escenografía, luces y cámaras.
Pero sufrió un colapso y murió de uremia el 26 de ese mes.
Después de una misa fúnebre en París, 30.000 personas siguieron su cortejo fúnebre hasta el cementerio Pere Lachaise, donde descansan algunas de las más notables figuras del arte mundial.
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