13.000 kms. es la distancia que nos separa de la obra del pintor español Modesto Trigo Trigo y sin embargo la sentimos cercana, familiar, nuestra, comprensible. Son representaciones de Madrid, pero bien podría ser Buenos Aires, Sao Pablo, Santiago de Chile. La gran ciudad con sus habitantes anónimos que circulan de prisa, tal vez después de una jornada de trabajo y en la necesidad de llegar pronto a sus hogares.
La obra del artista es siempre superar distancias para que los de allá y los de acá se unan en el arte.
La obra del artista es siempre superar distancias para que los de allá y los de acá se unan en el arte.
Por Rubén Reveco, editor
“La pintura ofrece otra forma de ver la realidad, transforma el ente subjetivo, que es muy personal; es darle una vuelta de tuerca más al concepto del realismo”, expresa Trigo Trigo. En el realismo madrileño, “que empieza con Antonio López y ya es una escuela en la que se pueden encontrar cincuenta nombres punteros”, es precisamente donde inscribe su estilo Modesto Trigo.
Considera que el realismo actual es un movimiento al que en España no se le está concediendo la debida atención, que pasa desapercibido a pesar de tener una gran potencia y de que en países como Estados Unidos y Reino Unido se desarrolla con mucha fuerza.
No obstante, va más allá y explica que en sus cuadros intenta trascender la realidad y captar emociones, que para él no tiene interés el realismo cuando se queda “en mera fotografía”, porque el pintor no puede competir con la cámara. Hay, explica, un filtro que intenta separar elementos para trasladar la emoción y “eso es lo que produce la tensión y una obra de arte no existe sin tensión”. “El hiperrealismo lo ilumina todo, no tiene misterio, le falta embrujo. En la tradición española están los detalles en la sombra”, concluye.
Considera que el realismo actual es un movimiento al que en España no se le está concediendo la debida atención, que pasa desapercibido a pesar de tener una gran potencia y de que en países como Estados Unidos y Reino Unido se desarrolla con mucha fuerza.
No obstante, va más allá y explica que en sus cuadros intenta trascender la realidad y captar emociones, que para él no tiene interés el realismo cuando se queda “en mera fotografía”, porque el pintor no puede competir con la cámara. Hay, explica, un filtro que intenta separar elementos para trasladar la emoción y “eso es lo que produce la tensión y una obra de arte no existe sin tensión”. “El hiperrealismo lo ilumina todo, no tiene misterio, le falta embrujo. En la tradición española están los detalles en la sombra”, concluye.
-¿Qué compromiso siente con la ciudad, por qué paisaje urbano?
Llegué a Madrid en 1990, en mi trayectoria anterior, había hecho de todo, murales retratos marinas, también tuve una época surrealista, empecé a hacer un cuadro de la Gran Vía madrileña, ante la dificulta lo tuve un año parado. Vino a mi estudio D. Santiago Sánchez Echeberría, dueño de la Galería Gastelló 120 y me dijo que le gustaba mucho como estaba manchado el cuadro, me dijo que si lo terminaba lo expondría en su galería y le haría un poster. En un principio Madrid me pareció inhóspito pero poco a poco le fui cogiendo cariño y desde entonces no he parado de hacer paisaje urbano de Madrid y otras ciudades, alternándolo con bodegones, desnudos y retratos.
-¿Cree usted que Madrid ejerce algún influjo especial en los pintores realistas españoles?
No necesariamente, pero al ser una cuidad tremendamente cosmopolita, viven en ella muchos pintores, que sumado a esa corriente denominada "Realismo Madrileño" Hace que sea una de las ciudades junto con Toledo quizás más pintadas.
-¿Por qué Madrid de atardecer?
Me gustan los atardeceres y la frase de Madrid al cielo, quizás mal interpretada pues creo entender que la frase inicial era "de Madrid, el cielo", ofrece una gama de colores espectaculares, además es muy cambiante según las estaciones. Aunque hay muchos atardeceres también, nocturnos, amaneceres y mediodías.
-¿No le atrae el Madrid moderno?
Alguno he pintado, reflejos, etc. y ahora estoy terminando uno desde una de las torres.
Ciudad de Toledo.
-¿Cómo evalúa la sobrevivencia de la pintura realista en el mundo del arte contemporáneo?
El Arte ha tomado tres caminos, arte experimental en dónde podríamos colocar las nuevas tendencias (parte de las cuales desaparecerán, y muy pocas se consolidarán) ahí deberíamos de colocar las mal llamadas vanguardias, montajes, performans, arte electrónica, instalaciones etc. las aplicaciones del arte en la salud humana, que está todavía en grado embrionario, arte terapia, talleres colectivos en las salas de los museos de arte contemporáneo, etc. y Siempre seguirá quedando el arte artesanal, me viene a la memoria, lo que me dijo un gran amigo mío judío, gran coleccionista de pintura: Yo trapicheo con todo, Modesto, pero en mi casa solo cuelgo ese cuadro único, irrepetible, producido por la mano humana. Creo que el futuro volverá a surgir gracias a la artesanía. Me viene a la mente ese dicho de Eugenio D´Ors: El hombre piensa porque tiene manos. La pintura realista estaría dentro de este tercer camino.
-¿Por qué se sigue haciendo pintura realista?
La palabra realista habría que redefinirla en cuando al fondo y la forma, hoy se da demasiada importancia a la forma dejándola desposeída de fondo. Yo, uso la forma para darle sentido a lo que quiero explicar, mi obra creo que es simbólica, plasma una emoción subjetiva que intento trasladar al espectador, Intento igualmente que, en ese difícil equilibrio establecido entre el realismo y el sentimiento, sea la emoción subjetivo del espectador el que se sitúe. En toda obra de arte se ha buscado siempre que esta estuviera dotada de una totalidad de sentido. En las propuestas que formulo, no hay una idea o un concepto de totalidad, las sugerencias de los espectadores crearán esa totalidad mayor que nunca está presente. Con la participación activa del espectador intento romper el protagonismo mío y del cuadro para sacarlo al exterior. Por todo ello, aun partiendo de que la composición sea bella y estética, el cuadro no se ha de remitir únicamente a lo pintado, a sí mismo, pues no solo hay un intento de comunicación, sino también de significación. En resumen, que hay una deliberada ruptura del fondo con la forma, una dislocación. Para acercarnos a ella se juega con los elementos compositivos, des situando, desubicando, si se prefiere, al espectador respecto de la obra y de su simbología. De alguna manera, intento recuperar con mi pintura, esa progresión evolutiva que tuvo el Arte, por encima de esa última visión subjetiva de los artistas, que tal vez por caprichosa ya no sea arte.
El artista
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