La última profecía 3) Bajo el signo de Baal

Abandonados por el cristianismo triunfante, los antiguos dioses de Roma han exogido a Flaviano para salvar su culto milenario. Le han ofrecido el poder de viajar al Pasado para descubrir la Verdad. Ciento cincuenta años antes, Heliogábalo, un loco sanguinario, se apodera del Imperio con la firme intención de imponer su dios todopoderoso, Baal, divinidad solar de la que murmuran que se alimenta de la carne de los niños primogénitos de las grande familias. Es un reino de locura que comienza arrastrando en su tormenta, todo aquello que Roma poseía de sagrado...

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Siete profecías han sellado el destino de Roma

Septiembre del año 394. La Antigüedad toca a su crepúsculo. Amenazada por todas sus fronteras, el viejo imperio romano parece más absorbido por sus luchas internas que por el peligro bárbaro. El emperador cristiano Teodosio y su maestro de caballería Estilicón penetran en la diócesis de Italia a la cabeza de un ejército muy poco romano… Alrededor de sus viejas legiones, se dejan ver bandas de Godos, Alanos, Armenios, Medas, Árabes… ¡E incluso Hunos!

Los cristianos sitian Roma, anunciando la caída del paganismo. Es entonces cuando comienzan conflictos tanto guerreros como religiosos, que sumergen a Roma en la tormenta. En medio de tanta confusión, Flaviano se mantiene como puede, hasta el día en que su familia es asesinada.

Flaviano se inicia entonces por casualidad en el culto sibilino y desciende literalmente a los infiernos y se convertirá en el Elegido. Le corresponderá descubrir el designio de los dioses. Un designio sellado por siete profecías, seis de las cuales ya han sido reveladas… Y nada parece presagiar que la última profecía que falta por cumplirse sea el preludio de una nueva era de felicidad…

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