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lunes, 11 de agosto de 2025

Blackbeard (2) La leyenda del Rey Pirata

 


                                                                                        

El mundo conoce a Barbanegra, el rey de los piratas, pero pocos saben del hombre detrás de la leyenda,... Edward Teach. Que convirtió a un muchacho común y corriente en uno de los piratas más temidos de su tiempo?
¿Cómo se formó ese personaje tan terrible que los piratas y los gobiernos le temían y se obsesionó con su destrucción?

                                                                                        



Edward Teach o Edward Thatch (¿Brístol?, c. 1680​-Ocracoke, Carolina del Norte, 22 de noviembre de 1718), más conocido como Barbanegra (en inglés, Blackbeard), fue un pirata inglés que operó alrededor de las Indias Occidentales y la costa este de las colonias británicas de Norteamérica a principios del siglo XVIII. Poco se conoce sobre sus primeros años, aunque se cree fue un marinero de los barcos corsarios participantes de la guerra de la Reina Ana, que tras la misma se establecería en la isla bahameña de Nueva Providencia, base de operaciones del capitán Benjamin Hornigold, pirata bajo el cual Teach iniciaría sus actividades delictivas alrededor de 1716. Hornigold lo pondría al comando de un sloop que este había capturado. Tras esto, ambos se verían involucrados en numerosos actos de piratería. Su éxito pronto se vería impulsado por la adición de dos barcos a la flota, uno capitaneado por Stede Bonnet; a pesar de esto, Hornigold se retiraría de la piratería a finales de 1717, llevándose dos navíos con él.
Su más sonado ataque fue realizado en la localidad de Charleston, Carolina del Sur, en mayo de 1718. Fue aliado del por aquel entonces gobernador de Carolina del Norte, Charles Eden, quien llegó a perdonar sus actividades ilegales a cambio de obtener un provecho de los saqueos realizados por el pirata. Barbanegra, que ostentaba un peculiar atuendo a la hora de hacer sus ataques, se convirtió en una figura muy popular en diversas manifestaciones culturales. (W)

Barbarroja: El demonio del Caribe


                                                                                        

Barbarroja, es una serie de piratas creada para la revista Pilote en 1959 por Jean-Michel Charlier y Victor Hubinon, el mismo equipo creativo de la serie Buck Danny, se convertiría en un título indispensable del género de aventuras merced al clasicismo del dibujo y decoupage de Hubinon y los guiones de Charlier, preñados de lances en los que su joven protagonista, Eric, pone en liza su ingenio para salir bien librado.

                                                                                        






El origen de la rueda y el error histórico de los humoristas gráficos


La rueda no se inventó en la Prehistoria.

                                                                                        

Siempre que vemos un chiste relacionado con la invención de la rueda, los dibujantes nos remontan a tiempos muy prehistóricos. Incluso lo asocian a los neardenthal (entre 230.000 y 40.000 años), cuando en realidad la invención de la rueda  no tiene más de 6000 años. La más antigua evidencia es un pictograma de Sumeria, (en el moderno Irak) data del año 3500 antes de Cristo. A partir de allí, el invento se difundió rápidamente por el antiguo mundo Occidental.
Igual, el error lo tomamos con un poco de humor.

                                                                                        

La invención de la rueda representa un hito fundamental en la historia de la humanidad. Si bien su origen exacto permanece envuelto en la bruma del pasado, la evidencia arqueológica sugiere que las primeras ruedas surgieron en Mesopotamia alrededor del 3500 a. C., no como medios de transporte, sino como tornos de alfarero. Su posterior adaptación al transporte, con la invención del carro, revolucionó el comercio, la guerra y la movilidad humana.
Curiosamente, la representación humorística de la invención de la rueda a menudo incurre en un error histórico persistente: la imagen del cavernícola intentando infructuosamente arrastrar un objeto rectangular y, tras un golpe de genialidad, transformándolo en una rueda circular. Este cliché, popularizado por caricaturistas, ignora el contexto original de la rueda como torno alfarero, una herramienta que requería precisión y una comprensión sofisticada de la mecánica, muy alejada de la burda solución a un problema de arrastre sugerida por la caricatura. En realidad, el desarrollo de la rueda implicó un proceso gradual de innovación y refinamiento, no un simple acto de azarosa genialidad. La perpetuación de este estereotipo distorsiona la verdadera naturaleza de este trascendental invento y minimiza la complejidad del ingenio humano que lo hizo posible.





La niña de Altamira

 

                                                                                        

La Cueva de Altamira fue descubierta en 1868 gracias a que el perro de un cazador se introdujo por una ranura entre las piedras que taponaban su entrada.

                                                                                        

Desde entonces, un arqueólogo aficionado santanderino, Marcelino de Sautuola, la visitó repetidamente en busca de restos arqueológicos. Pero hasta el verano de 1879 no encontró las pinturas rupestres en su interior. En esta fecha, la hija pequeña de Sautuola, María, que le acompañaba en una de sus frecuentes visitas a la cueva, ante la sorpresa de su padre, dio casualmente con la sala donde están las pinturas. Sautuola, una vez que comprendió la importancia del hallazgo, lo dio a conocer mediante un breve informe publicado al año siguiente (1880). Sin embargo, la comunidad científica internacional no concedió ningún crédito a su hallazgo, hasta que, al descubrirse dos décadas después otras cuevas con pinturas rupestres de similar calidad en parajes franceses, volvió a la actualidad el descubrimiento de Sautuola (que había muerto en 1888) y se aceptó finalmente que las maravillosas pinturas de Altamira no eran una falsificación, como se había pensado en principio.

María Sanz de Sautuola (Santander, 1871 - Santander, 1946) pasó a la historia un día de verano de 1879, cuando se convirtió en la primera persona en contemplar las pinturas de Altamira desde que la entrada de la cueva se derrumbó hace 13.000 años.

Aladino (y toda la obra de Chiqui de la Fuente)




Aladino es una de las historias de Las mil y una noches y una de las más famosas en la cultura oriental. No pertenece a la colección original árabe, sino que fue añadida en el siglo XVIII por el francés Antoine Galland, quien la había escuchado al cuentista cristiano maronita sirio Anṭūn Yūsuf Ḥannā Diyāb.​


La historia trata de un joven pobre en una ciudad del Medio Oriente llamado Aladino, que es reclutado por un brujo malvado, haciéndose pasar por hermano de su fallecido padre, para que le ayude a recuperar una lámpara de aceite de una cueva mágica que apresa a quien entra en ella. Después de que el brujo malvado intentara traicionarle, Aladino se queda con la lámpara y descubre que puede invocar a un hosco genio que está obligado a servir a la persona que posea la lámpara; con su ayuda, Aladino se hace rico y poderoso y se casa con la princesa Badroulbadour.




Chiqui de la Fuente
Chiqui (José Luis) de la Fuente (Santander 1930- Madrid 1992) fue un historietista español, hermano menor de los también dibujantes Víctor y Ramón de la Fuente. Según Faustino R. Arbesú, "el dibujo de Chiqui de la Fuente podemos calificarlo de realista con pérdida de rigidez, al que se le han incorporado las mejores técnicas del dibujo de humor, logrando conjugar de forma armónica algo realmente difícil de conseguir en este campo de la expresión: el realismo y la caricatura humorística. Ha sabido, así, fundir en un todo homogéneo el dibujo propio de la historieta aventurero-realista con el humorístico. En su dibujo destaca la magnífica utilización de la pluma y un empleo magistral de una planificación moderna y altamente visual".