La ausencia de víctimas humanas se explicó porque la lejana comarca rusa estaba deshabitada; solo unos pocos cazadores vivían en la colindante región de Vanavara. De haberse estrellado en alguna ciudad superpoblada, los muertos se hubieran contado por millones. Ninguna de las más de 200 expediciones enviadas al lugar encontró jamás restos del cuerpo espacial.
El 30 de junio de 1908 se registró en la taiga siberiana, cerca del río Podkamennaya-Tunguska, una colosal explosión cuya energía se calculó en 12,5 megatones TNT, equivalente a 1500 bombas como la de Hiroshima.
Tres atronadoras detonaciones y un cañoneo aterrorizaron a los habitantes de la cercana ciudad de Vanavara. Según testigos presenciales, momentos antes de la explosión, algunos árboles y yurtas (cabañas típicas de la región) fueron violentamente arrancados del suelo; y en los ríos de la zona, olas gigantescas avanzaron contracorriente. En algunas comarcas de la región, la vegetación quedó reducida a cenizas, pero en otras, sin embargo, no se produjeron daños materiales. La causa fue atribuida sucesivamente a un meteorito (1927), a un cometa (1930), a una explosión nuclear (1961), a la antimateria (1965), a un pequeño agujero negro (1973) y a la explosión de un platillo volante (1978). A pesar de estos intentos, durante muchos años este suceso no obtuvo una explicación científica medianamente convincente, hasta que, en 1992, los físicos rusos Nevski y Balklava dieron a conocer una teoría que parece explicarlo todo.Según ellos, la explosión se debió a que un meteorito atravesó la atmósfera terrestre y fue destruido por un rayo que él mismo generó. Cuando un objeto penetra a alta velocidad en la atmósfera queda envuelto en plasma, su superficie se calienta por el rozamiento y comienza a liberar electrones, que son arrastrados en dirección contraria a la trayectoria de la cola del plasma. Al perder partículas, el meteorito va cargándose positivamente, generando una diferencia de potencial que libera a su vez su energía en forma de rayo. La descarga eléctrica, con una intensidad de cientos de miles de amperios, pudo desintegrar parte de la roca antes de llegar al suelo. En cuanto a las tres detonaciones que constataron los testigos, se explican según la teoría de estos físicos rusos como las correspondientes al propio rayo, a la destrucción del meteorito y a la onda balística provocada por la irrupción en la atmósfera de un objeto a velocidad supersónica. El cañoneo posterior pudo corresponder al habitual eco que provoca el trueno que sigue a un rayo, en los miles de canales de descarga que lo componen. Por lo que respecta al levantamiento de árboles y casas se debió a que la enorme carga positiva del meteorito pudo inducir cargas negativas en los objetos terrestres, produciéndose una atracción electrostática. El rayo también habría producido intensas radiaciones X y neutrónicas, como consecuencia de la síntesis nuclear de deuterio, lo que provocó a su vez mutaciones posteriores en los árboles.