lunes, 18 de diciembre de 2023

Or-Grund (8) El principe y las hijas del sol

N. de la R.: Esta historia fue impresa en blanco y negro. Color gentileza de Machete.

Pasada la mitad de la década del ’70 y después de un consagratorio período como equipo creativo de la serie Nippur de Lagash, estaba cantado que Robin Wood (guionista) y Ricardo Villagrán (dibujante) volverían a encarar algún proyecto juntos. Dicho y hecho: en la revista D’artagnan Súper Álbum nº 1 de abril de 1977, hizo su debut triunfal una serie que marcó época y se constituyó en paradigma de la buena historieta de fantasía heroica argentina.


Parte 123456, 7

Or-Grund fue publicada por la Editorial Columba argentina en la revista D'artagnan entre los años 1977 y 1989.

La numeración de la serie llega hasta el número 95, aunque en realidad son solo 92 entregas, pues los episodios 10, 11 y 25 nunca se publicaron. Otro de los habituales errores de numeración de episodios de Columba.

Dibujada toda la serie por Ricardo J. Villagrán, con guiones de Robin Wood entre 1977 y 1984  hasta el episodio 49, en el que de alguna manera tiene un final; a partir del episodio 50 hasta el 95, de 1984 hasta 1989, se hace cargo del guión Armando S. Fernández (a veces firmando como Denny Robson).

El buen salvaje

Hay una guerra secreta que cada vez lo es menos: los Primordiales, seres malignos venidos de otro mundo con la intención de apoderarse de éste, deciden acabar con Atlantis, la máxima civilización de la Humanidad y la protectora de la floreciente raza humana. Los invasores han conjurado a las Fuerzas de las Tinieblas en contra del hombre; los atlantes, por su parte, combaten al enemigo con su tecnología y cuentan con Anhala, sacerdotisa de la Esencia. En el plano místico, entonces, la cosa va para empate, pero a la hora de los bifes los Primordiales llevan las de ganar ya que tienen de su lado a las razas semi humanas y han concentrado sus ataques sobre la mítica ciudad. Atlantis necesita músculos y es así que, desesperada, Anhala proyecta su fina estampa de hembra en celo hacia distintas latitudes y se le aparece en sueños a miles de bárbaros calenturientos de gran fuerza física que, babeantes, abandonan sus hogares para conocerla en el más escrupuloso de los sentidos bíblicos.

Esta es la historia de uno de esos bárbaros, Or-Grund. El tipo es casi un animal. Vive en las montañas heladas, al norte de vaya uno a saber qué. Es el Gran Cazador Proveedor de su tribu; es respetado, temido, amado y envidiado. El estómago lleno, un buen combate y la ocasional visita de alguna mujer callada y bien dispuesta para el comercio carnal le sobran para sentirse pleno. Sin embargo, lo deja todo cuando a una creciente curiosidad por conocer el mundo más allá del suyo se le suma la invitante visión de Anhala y su ciudad plateada.

A lo largo de casi cincuenta episodios, presenciamos la lenta evolución de un personaje en principio elemental, sin complejidad alguna, pero al cual vemos crecer en todo sentido; ni más ni menos que otro de los tantos humanos de tinta y papel a los que nos tiene tan bien acostumbrados Robin Wood.

Curiosidades

1- A lo largo de la serie, junto a la pluma principal de Ricardo Villagrán, pueden distinguirse las de sus no menos célebres asistentes: Víctor Toppi, Carlos Pedrazzini y Carlos Villagrán.

2- Hacia 1984, a pedido de la Editorial Columba, el guionista Armando Fernández (siempre con Ricardo Villagrán en lápices) escribe 45 innecesarios episodios más de una historia ya magistralmente cerrada.

3- En octubre de 1998 Or-Grund llega a la Colección Clásicos de Columba protagonizando un álbum que contiene sus nueve primeros episodios. La portada –una bonita ilustración de Alfredo de la María mal recortada-, la calidad del papel y la terrible impresión no le hacen justicia al contenido... pero hay que tenerlo.


Fuente: robinwoodscomics. Ariel Avilez


















1 comentario:

  1. El villano de turno estuvo ingenuo al no anticipar que Or-grund podría pensar en ayudar a esas mujeres aladas, tan bellas, de apariencia angelical. Literalmente.

    O tal ve pensó que el banquete y las bailarinas lo harían incondicional.

    Lo que obviamente no pasó. Ayudó a las mujeres aladas.

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