martes, 18 de julio de 2023

Historias de arcos y flechas (3) América precolombina

Pintura de Alfredo Rodríguez.

Nadie conoce con certeza de qué manera llegó a América el arco, pero su uso se extendía por todo el continente cuando llegó el hombre blanco. En el hemisferio norte, podemos encontrar un amplio abanico de calidades, desde los arcos muy pobres hasta los refinados arcos construidos en el Noroeste de la actual Norteamérica. Algunos podían rivalizar en diseño y belleza con los antiguos arcos clásicos.

Historias de arcos y flechas 1,2


Arquería nativa americana             

Seguramente, el arco llegó desde Asia en migraciones posteriores a las que colonizaron el continente por primera vez.

Los únicos arcos construidos con refuerzos hechos de tendón fueron hallados en Norteamérica, entre las tribus de las praderas, las montañas rocosas y California. Algunos de ellos son sorprendentemente parecidos a ciertos diseños de origen asiático.

Los arcos más toscos provienen de la zona amazónica. Tal vez el primitivismo de estos nativos sea la causa de ese escaso desarrollo.


Existen una serie de ideas tan preconcebidas como equivocadas acerca de los nativos americanos y ello se hace extensivo al tema de la arquería, haciéndose necesario corregir algunos conceptos.

La arquería aborigen americana ha tenido que soportar una mala reputación, habiéndose tachado de “inferior” por los expertos, en base a la creencia de que los arcos son de baja calidad y los arqueros, malos tiradores. Si pensamos que la mayor parte de los grupos étnicos indios basaban su dieta en la caza, estas afirmaciones han de resultar erróneas por fuerza. Curiosamente, no siempre fue así.

Cuando los primeros europeos llegaron al continente americano, el arco en nuestro “viejo” mundo se hallaba en un momento de franco declive, en favor de las armas de fuego. Los recién llegados quedaron fascinados por las habilidades de los indígenas con algo tan necesario para la caza como para la guerra. Muchas generaciones mas tarde, con el renacimiento de la arquería como deporte, la arquería nativa americana volvió a sufrir un gran descrédito, ya que se usaban flechas y arcos cortos en comparación con los largos y potentes “longbows” europeos. Además, los pueblos originarios utilizaban el calor para moldear la madera de modo que fabricaban formas más cortas, algo impensable en Europa, un verdadero sacrilegio para la época, sobre todo en Inglaterra.


Nativos del Amazonas

Así pues, la leyenda de los buenos arqueros nativos se desvaneció y llegó a extenderse la idea de que los indios debían acercarse tanto a sus presas para acertar el disparo, que podían prescindir del arco y clavar la flecha en el animal con la mano. A la vez que el mito se esfumaba injustamente, los indios comenzaron a decantarse por las armas de fuego, con más alcance y precisión, pero más aparatosas, pesadas y ruidosas, además de tener una cadencia de tiro muy lenta.

Un arquero podía descargar un carcaj entero en menos tiempo del que costaba recargar un mosquete de avancarga de la época, los cuales no era infrecuente que fallasen, poniendo a veces en peligro al mismo tirador. El ruido del disparo era seguro que asustaría a las posibles presas en una amplia zona, por lo que un segundo disparo, si se fallaba el primero, era poco probable.

Se acertaba a la primera o se volvía con las manos vacías, en tanto que si un arquero falla, muy probablemente podrá repetir más veces el tiro al no alertar excesivamente a las presas.

Así pues, ¿por qué abandonaron el arco tan rápidamente? Se trató, sin duda, de una cuestión de prestigio. Como a todo el mundo, les impresionaban las novedades y, aunque al principio se sintiesen impresionados por el ruido, el fuego y el humo de las armas de fuego, pronto llegaron a la conclusión de que ellos eran tan capaces de manejarlas como el hombre blanco y se mostraron ansiosos por obtenerlas. Para colmo, eran difíciles de conseguir y muy caras en sus intercambios por pieles que, en si mismas, eran costosas de obtener. De este modo, el poseedor de una arma de fuego de los blancos era considerado un gran cazador, mejor trampero y, lo más importante, un admirado guerrero.

No obstante, en zonas del Este, las armas ancestrales sobrevivieron y se retornó a su uso. Los nativos de Canadá, Maine y los Cherokee del sur volvieron a cazar con arco y flechas, más apropiados a su estilo de vida y más prácticos en aquel momento.

Onas en una fotografía de fines del siglo XIX.

También en el Oeste se abrían camino los “palos de trueno” del rostro pálido a los que llamaban “mazawakan” que puede traducirse como “hierro misterioso” en el idioma sioux.

La realidad es que hasta la aparición del famoso winchester de repetición, la mayoría de los indios siguieron usando el arco por razones prácticas como la disponibilidad y la cadencia de tiro, además de verse liberados de la dependencia del hombre blanco para su adquisición, municionamiento y reparación.

Todavía hay detractores que señalan a los indios como malos arqueros, tal vez debido a que disparaban a los bisontes a los que daban caza a lomos de su caballo, cabalgando extremadamente cerca del animal, tanto como para poder abatirlo con una lanza, cosa que no era infrecuente si se les terminaban las flechas. A estos detractores parece olvidárseles que también cazaban continuamente otras presas mucho más asustadizas, como cabras montesas y ciervos, a las que era muy difícil aproximarse más cerca de 15 o 20 metros. Eso mismo sucede actualmente y los cazadores deportivos regresan a casa muchas veces con las manos vacías.

Dibujo de Themo Lobos.

Entre los nativos de las praderas, el arco era visto más como un arma defensiva, ya que la obtención de honores en combate se realizaba mediante el cuerpo a cuerpo con el enemigo. Tanto era así, que si un guerrero daba muerte a otro a distancia, con una flecha o una bala, debía tocar el cuerpo del enemigo abatido para reclamar esa victoria.

En la actualidad podemos decir que hay pocos indios que hayan tenido un arco en sus manos, y mucho menos, un arco tradicional de cualquiera de sus etnias. Mientras que en tiro con arco ha ido ganando adeptos entre otros grupos americanos, por ejemplo los de origen europeo, los nativos americanos parecían reacios a retornar a una practica que tal vez les transportase a unos tiempos en los que se les consideraba salvajes, creando en la actualidad un rechazo hacia esta actividad. 


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