lunes, 19 de agosto de 2024

El "Caupolicán" de Nicanor Plaza y "El último de los mohicanos"

 

Caupolicán, obra de Nicanor Plaza.

La escultura que el artista chileno estrenara en yeso en 1868 fue fundida en bronce al año siguiente y replicada en Europa y los Estados Unidos como la típica imagen del nativo norteamericano descrita por el novelista James Fenimore Cooper en su célebre obra de ficción.


Por Rodrigo Barra Villalón
PUBLICADO POR: CINE Y LITERATURA

En mayo de 1910, al celebrarse el Centenario de la Independencia de Chile, un consejo del Museo Nacional de Bellas Artes redactó un acuerdo en el que accedía a donar a la ciudad de Santiago: “la estatua en bronce del héroe más característico de la raza araucana… Caupolicán”. La pieza quedó instalada ese mismo año donde sigue hasta hoy en día, a unos cien metros de altura, sobre un peñón que se eleva a un costado de la terraza del mismo nombre del Santa Lucía.


En ese entonces, ninguno de los sabios consejeros del Museo de Bellas Artes pareció poner en duda que esa escultura caracterizaba al jefe militar mapuche. Era Caupolicán simplemente, porque así la había bautizado su autor dos décadas antes, cuando la creó como parte de su programa de estudios de la Escuela de Bellas Artes de París.
La obra llegó con ese nombre y en yeso al Salón de París de 1868, y al año siguiente se fundieron varios ejemplares en bronce que se dispersaron por Chile y el mundo. El original habría llegado a manos de Luis Cousiño, mecenas del escultor, y sería el mismo ejemplar que actualmente se exhibe en Lota y que se exhibió en la Exposición Nacional de Artes e Industrias de 1872, en el recién inaugurado Mercado Central de Santiago.
Por la época, otro ejemplar de la misma serie era bautizado “The Last of Mohicans” para presentarse en un concurso en Estados Unidos.
En la segunda edición de Azul, que documentó su paso por Chile, Rubén Darío escribió que: “la industria europea se aprovechó de esta creación de Plaza —sin consultar con él para nada, por supuesto, y sin darle un centavo— y la multiplicó en el bronce y la terracota. ¡Caupolicán se vendió en los almacenes de bric-a-brac de Europa y en América, con el nombre de The Last of Mohicans”.
Se dice que no hubo confusión ni ánimo de engaño por parte del escultor. Que el modelo es del tipo caucásico y sigue los cánones clásicos del David de Bernini. Y que lo que Plaza hizo fue: “transformar en ícono y emblema el concepto romántico del nativo, que en Europa despierta curiosidad y hasta mitología”.
En octubre de 1939, a casi tres décadas de haber sido instalada en el Santa Lucía, un redactor de la revista Zig-Zag denunciaba que la estatua de Plaza, con su penacho de plumas, no representa nada chileno. Tres años después, el poeta Carlos Acuña reparaba en el equívoco acusando que un cacique de carne y hueso había desconocido al Caupolicán de bronce.
En su Historia urbana y cultural de Santiago, Cristian Salazar Naudón dice además que tanto Joaquín Edwards como Ernesto Greve: “creían que se trataba de un mito o de un engaño”.
Para fortuna del autor, la polémica no lo alcanzó en vida. Ni la polémica ni la fortuna. Vivió de espaldas a la celebridad, encerrado en su taller de calle Ejército, como lo retrató Juan Francisco González en su paso por Europa: “viviendo pobremente, sin calefacción, y, al parecer, hasta comía mal”.
Nicanor Plaza, maestro de maestros, trabajó hasta sus últimos días, pese a la amputación de uno de sus brazos, y a su muerte, ocurrida en Florencia en 1918, su emblemática obra estaba distribuida por parques de Santiago, Concepción, Rengo y Lota.
La obra alcanzó tal impacto, que llegó al antiguo billete de $1.- del Banco de Concepción, a la imagen del Teatro Caupolicán y a la cadena de farmacias El Indio, que popularizó su propia escultura en madera y terminó de desperfilar la imagen narrada por Alonso de Ercilla.








Nicanor Plaza


Santiago de Chile (1910)



Uno de los pocos estudios realizados sobre Nicanor Plaza fue realizado por el profesor Pedro Zamorano, académico de la Universidad de Talca.


El trabajo realizado en torno a la figura de Nicanor Plaza tiene por objetivo saldar una deuda no solo con este escultor fundacional, sino con la historiografía artística chilena, carente de mucha información.
La escultura en Chile está “pobremente registrada”. Hasta ahora el catálogo “oficial” del artista no pasa de unas 10 obras. La mayor parte de sus esculturas están ocultas. Algunas por pertenecer a colecciones privadas; otras, aun cuando en colecciones o espacios públicos, están omitidas respecto de su estudio o registro. Otras, desaparecidas, no registradas.
Destacó, asimismo, que casi la totalidad de los escultores chilenos de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX tienen en común el magisterio de Plaza. “Ese elemento no ha sido suficientemente recogido en nuestra historiografía artística. Ha faltado empoderarlo mejor en esa condición, de primer gran maestro, formador de escultores”.
De acuerdo a lo observado por Pedro Zamorano, Plaza fue víctima del “pago de Chile”, debido al escaso reconocimiento y valoración de su figura y al saqueo de su patrimonio. “Vemos obras suyas destruidas o casi abandonadas, como los sepulcros del doctor Cademártori, en Talca, o el de la familia Castellón, en Concepción”, acotó.



Los orígenes

Nicanor Plaza nació en Santiago –Renca- en 1840, estudió en Chile con Auguste Francois, autor de la escultura del Abate Molina, y por su talento el Gobierno Chile lo becó para continuar su formación en Francia. En 1871 inició su labor docente a cargo de la cátedra de Escultura en la Escuela de Bellas Artes, que le permitió establecer las bases para la formación escultórica en Chile. Falleció en un hospital público de Florencia, Italia, 7 de diciembre de 1918.
La directora del Centro de Extensión de la Universidad de Talca, Marcela Albornoz, expresó que para montar esta muestra, el Museo de Bellas Artes facilitó el busto de Nicanor Plaza, realizado por su discípulo Virginio Arias, y el “Jugador de Chueca” (1880).
Destacan en la exhibición siete maquetas de “Caupolicán”, obra presentada en yeso en 1868 y en bronce en 1869 en Francia, de la cual Gazitúa realizó moldes y réplicas para explicar las facetas de su ejecución. Además, se incluyen en la exposición piezas del Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca, el Seminario San Pelayo, el Museo Bomberil de Talca y el Liceo “Abate Molina”. (Fuente)



Plaza Caupolicán. Cerro Santa Lucía (Huelén)





La captura de Caupolicán según Raymond Monvoisin.


Caupolicán prisionero y Fresia según Raymond Monvoisin.

«Yo soy Caupolicán, que el hado mío / por tierra derrocó mi fundamento, / y quien del araucano señorío / tiene el mando absoluto y regimiento» (canto XXXIV) Alonso de Ercilla y Zúñiga, La Araucana.

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