jueves, 31 de octubre de 2024

Pintar no es cosa fácil (3) Yo compongo tu compones



La composición en las artes plásticas es el plan. La distribución de los elementos en un determinado plano.
Esta vez hablaremos de composición, manzanas y otras frutas menores. De cosas obvias, pero no tanto. Resuelto el tema a representar (una manzana, por ejemplo) está por definir qué reparto le doy en mi obra.

Por Rubén Reveco - Editor

La composición en las artes visuales constituye un aspecto fundamental que se refiere a la disposición de los elementos dentro de un plano determinado. En esta exploración, tomaremos como ejemplo la manzana, una fruta que, más allá de su evidente familiaridad, suscita diversas consideraciones sobre su representación artística. Aunque tradicionalmente se le asigna un papel central en la obra, las opciones para su uso son casi infinitas; puede ser presentada sola, en distintas posiciones, o en combinación con otras frutas, cada una de las cuales aporta un matiz único a la composición. A diferencia de otras frutas que carecen de una base firme que les permita mantenerse erguidas, la manzana posee una estructura que le otorga un “estatus” visual, convirtiéndose en un símbolo que el artista debe respetar y resaltar a través de la organización estratégica del color, la forma y el espacio. Así, la elección del entorno —como el uso de una mesa o un mantel— y la escala en la que se representa la fruta devienen factores cruciales que enriquecen la narrativa de la obra. En definitiva, la composición no solo se limita a la disposición física de los elementos, sino que también implica un profundo razonamiento artístico que puede transformar a la manzana en un emblema de múltiples significados, desde la inocencia hasta la tentación, inscribiéndola en un contexto más amplio que trasciende su mera existencia como objeto.


La manzana

Por lo general, hará el papel protagónico, pero existen infinitas combinaciones y pueden ser una, dos, o un grupo de manzanas. Pueden estar en un primer o segundo plano, entre las opciones más recurrentes. 
Todos sabemos cómo es una manzana. Lo más ancho está en la parte superior y lo más angosto en la inferior. Pero la base tiene tres puntos de apoyo que le permiten sostenerse parada. El plátano, la naranja, el limón, la uva no poseen esa propiedad. Quedan “tiradas” sobre la mesa no importando mucho su posición. Sólo la manzana mantiene (después de haber vivido descolgada) cierto status y que nosotros debemos respetar.

La obra de arte satisface si los elementos se acomodan de un modo equilibrado.

¿Para qué hizo la naturaleza este recurso práctico e ingenioso en un fruto que nace y se desarrolla colgado de la rama de un manzano?  “Que pregunta más tonta”, dirán ustedes. Puede ser, pero no crean que tenga una respuesta fácil. Lo único seguro es que podemos desprenderla de la rama -sin escuchar un solo quejido- no para comérsela sino para representarla. Porque le vamos a dar otra vida, antes de que se pudra por ser separada del árbol materno.

La composición también puede ser definida como la organización de los elementos del arte de acuerdo a los principios del arte.

Si bien el fruto elegido tiene una forma casi estándar, se diferencian entre ellas por sus colores. Podemos comprar dos verdes y una roja. Dos colores opuestos, lo que ya está determinando que en nuestra pintura el color tendrá un importante protagonismo.
¿La roja en el centro? ¿Las tres alineadas en forma horizontal para que todas tengan la misma importancia? ¿Sobre qué las apoyamos? Si lo hacemos sobre una mesa ya tenemos otro objeto como parte de la composición. Y si la mesa tiene un paño o mantel, agregamos un actor más. Son problemas simples pero que el artista debe saber cómo resolver.


Casi siempre se respeta el tamaño original del fruto. Pero hay excepciones, ya se puede pintar una manzana de un metro de alto por 80 cm. de ancho. Pero a pesar de sus proporciones sigue siendo una manzana. Un pintor realista respeta rigurosamente las medidas originales de los objetos elegidos. 


Por otro lado, si la manzana es de tamaño original, las medidas del soporte (tela o madera) sugiero que estén en relación al objeto protagónico (30 de alto por 40 cm. de ancho). Lo que no quiere decir es que en una tela de dos metros de ancho por 1.50 de alto se represente sólo una manzana de 10 cm. de alto. No hay nada que me lo impida. Partiendo del principio del punto negro sobre una superficie blanca. ¿Qué se ve primero, el punto negro o el blanco de la hoja que ocupa el 99% de la superficie? 


El término “composición” significa básicamente “juntar”. Cualquier obra de arte, de la música a la escritura, se arregla de acuerdo a una idea consciente. Es decir, en la realidad no existen dos o tres manzanas prolijamente ubicadas sobre una superficie o en una frutera acompañadas de naranjas, plátanos y peras. Están colgadas en un árbol; su lugar natural. Nosotros la arrancamos de su “hogar” donde han nacido. No es bueno para la manzana lo que le hacemos. Y después de desprenderla, nos la comemos. ¡Fatal!


Pero en una obra de arte una manzana puede dejar de ser un objeto físico atraído por la gravedad y levitar. Representa a la tentación, ser un fruto envenenado en un cuento infantil, ser símbolo de una de las empresas de informática líderes del mundo. Una manzana puede ser mucho más que una manzana.
Menos mal que existen los pintores que las eternizan y les dan una oportunidad de estar a salvo de los agricultores, comerciantes, compradores y degustadores. Además, sólo el artista les da la oportunidad de otra vida, con emociones y capacidades diferentes. 
Existe una anécdota de cuando Walt Disney era niño. En la escuela su maestra les pidió que dibujaran alguna flor que recordaran. Disney hizo dos, una al lado del otra en actitud de dialogar, con los típicos globos de las historietas donde van las palabras.
-¡Walt! -exclamó la maestra- las flores no hablan!
-Las suyas no hablarán, las mías sí” -le contestó el niño.


Trascendencia del objeto simple

Nunca subestimen un modelo aparentemente simple. La superficie de la manzana está cubierta de matices leves pero diferentes. Sus “manchas” obedecen a un patrón establecido en su genética y su cuerpo resistente alberga en su centro el tesoro más preciado: sus semillas.

Sin embargo hay artistas que tratan de interrumpir la composición tradicional y desafían al espectador.

Una manzana sostenida por la mano de una mujer representa una historia sórdida de dos inocentes acusadas de pecados incomprensibles. Si bien el Génesis no nos dice que el “fruto prohibido” era una manzana, con los años le dimos ese “mal honor” que ha llegado hasta nuestros días. Actualmente, si queremos representar una escenas de alto vuelo erótico, mostramos la boca de una mujer a punto de morder una manzana roja. Tiene que ser roja, porque el rojo representa la pasión.
¡Ojo, cuando pintamos una manzana nos podemos estar metiendo en problemas!


A modo de conclusión

1) Para empezar, elijan objetivos simples. Empecemos por la “A”. Un pintor que comienza todavía no sabe hablar. Si abordamos una composición compleja seguro que sucumbiremos en el intento y vendrá la frustración. Tiene razón en las escuelas de arte cuando los primeros modelos son cubos, esferas y pirámides. Son los más simples pero, tampoco, fáciles.
2) Hagan una serie (seis pinturas) en un formato mediano (60 x 50 cm.). Es lindo entrar a una sala de exposición y ver que todos los cuadros tienen la misma medida. Eso generará una sensación de orden.
3) Dos o tres protagonistas por cada obra.
4) No se preocupen del fondo. Algo neutro, en lo posible claro. Una sutil degradación; nada más. Nada que distraiga el monólogo de nuestro actor principal. Ni un solo ruido; una pintura también puede ser silenciosa.
5) Gracias a la imaginación y a la fantasía -condición propia del verdadero artista- podemos “hacer hablar a la manzana”, hacerla viajar por universos surrealistas insospechados o invitarla a ser parte de nuestra fantasía y nuestro propio anhelo de trascendencia. Juntos podemos llegar muy lejos.

VER TAMBIÉN:



Leer artículo completo



No hay comentarios:

Publicar un comentario