jueves, 25 de julio de 2024

Entrevista a Cesar Santos






El artista plástico cubano-estadounidense César Santos tiene una imaginación y un virtuosismo privilegiado. Es dueño de una obra minuciosa, de técnica depurada, con una precisión y densidad realmente notable. Aquí, la entrevista exclusiva con uno de los mejores pintores realistas contemporáneos del mundo.


Por Camila Reveco - Editora revista Ophelia

Nació en Santa Clara, Cuba en 1982 y desde el año 1995 reside en Miami, Florida. César Santos es un pintor joven pero su obra es madura. Tiene un acabado impecable, en la que se entremezclan áreas de carbonilla y pintura al óleo. Todo lo que pinta este artista cubano, guarda una intensa belleza y a la vez representa un aire fresco que sorprende y seduce.


Su pintura es sólida. Santos fue reconfirmando su talento a través de los años. Hoy su marca como pintor es destacada por todo el mundo.
La obra que ha logrado envuelve al espectador en una órbita de misterio y fascinación que si bien aborda temáticas distintas, tiene como común denominador una atmósfera que se puede identificar con claridad. En cada lienzo se reconoce su aliento, su soplo, eso que se llama “estilo”.
Se trata de un pintor ambicioso, dotado con una agudeza y sensibilidad que lo transforman en inclasificable. Cruza géneros, crea híbridos en donde convive lo clásico y lo moderno, va más allá de donde los límites pictóricos le permiten.
Dotado de un increíble conocimiento sobre técnicas de pintura y admirador de la obra de los grandes maestros de la historia del arte, César Santos nos ofrece un trabajo grandioso, que se termina por agradecer: que exista lo suyo nos alivia porque significa que la pintura realista está más viva que nunca y que ha sabido mantenerse en un contexto de tanta improvisación y falta de rigor absoluto.
En la nota, el artista César Santos explica su experiencia como estudiante de la Angel Academy of Art (Florencia, Italia) lugar en el que aprendió “realmente a dibujar”, como afirma. Fue el espacio que pudo acercarlo a ese anhelo que mantuvo siempre por “pintar con la mano lo que vemos con los ojos”, parafraseando al novelista francés Honoré de Balzac (1799-1850). En el Viejo Continente consiguió la sólida formación clásica que buscaba. Cuando regresó a Estados Unidos, una sólida carrera lo estaba esperando y las galerías y museos no sólo de América, sino también del resto de los Continentes expondrían lo suyo para deleite del público. Un público deseoso de ver pintura, ese mismo público que se alejó por años de los lugares de exhibición, cansado de propuestas incomprensibles de dudoso o nulo valor estético.
César Santos sostiene, por otro lado, que dedicarse al realismo no se trata de “copiar”; porque, además de que cada pintor tiene su propia manera de "ver" el mundo, cada época ha tenido su propio realismo, acorde a las ideas imperantes de ése momento. El ámbito cultural e ideológico de cada tiempo crea una serie de estructuras formales e informales que acaban constituyendo categorías únicas e irrepetibles. Por eso hoy “copiar” a Rembrant, como explica nuestro entrevistado, no tendría sentido alguno; es tan absurdo como imposible.
Quizás esta reflexión explique la yuxtaposición de lenguajes que atraviesa todo el universo pictórico de César Santos. Hay una búsqueda consciente por hacer uso de todas las técnicas clásicas pero a través de un lenguaje completamente contemporáneo, familiar a nuestro tiempo.
Otro punto importante que destaca Santos es cuando se refiere al “renacimiento” de la pintura (si es que lo hubiese). Es que el pintor reconoce que si bien hay un impulso importante en torno a la vuelta por las técnicas clásicas, opina que sólo una profunda aceptación y comprensión por eso que llaman “arte contemporáneo” ayudaría a un real "Renacimiento" de la pintura en este siglo XXI.
También habló del “abandono del retrato como tal” y nos cuenta por qué tiene, a pesar de su corta edad, una obra tan prolifera. 



-Recibiste educación formal en Estados Unidos (en Miami en el Design and Architecture Senior High: más tarde en el Miami Dade College, seguido por New World School of the Arts). La formación que allí se imparte no es clásica… ¿Aprendiste ahí a dibujar?
-Claro, mi educación formal se divide en dos partes. Como mencionas tú, en Estados Unidos me enseñaron a dibujar pero más que nada la parte emocional. Me enseñaron a expresarme como artista. Eso creo que es válido porque se logra un dibujo un poco más expresionista, un poco más suelto, pero como allí ellos imparten una educación más contemporánea no me estaban enseñando a representar el mundo en que vivo con precisión. Por eso fue que en el Ángel Academy, en Florencia, aprendí a pintar. Ahí aprendí formalmente a representar el mundo que me rodea, el mundo visual con los principios del arte clásico. Esa fue la primera vez y después de haber estudiado casi ocho años arte contemporáneo en las otras escuelas… en Italia se basó la enseñanza en una disciplina muy intensa. Me enseñaron desde cómo afilar un lápiz, hasta pintar con la paleta y manejar toda la gama de colores. Para resumir: mi época de estudio en Estados Unidos fue una etapa de dibujo conceptual en comparación al estudio de dibujo clásico que conseguí en Europa. 


-Es en Florencia entonces (en la Academia de Arte de Ángel) que logras introducirte en las técnicas y métodos del Renacimiento, siglo XVIII y los talleres franceses del siglo XIX…
-Sí. Después de cuatro años de indagar en el arte conceptual me sentía un poco frustrado porque siempre quise, un poco mirando los libros de historia y viendo a los Maestros del pasado, pintar realismo. Siempre quise representar a la pintura de una manera casi sobrenatural. Que las personas que lo vean no tengan que “entender” qué fue lo que se hizo. En la Academia de Ángel pude rescatar -y por lo menos llenarme de esta inquietud- que tenía sobre las técnicas clásicas; así que eso fue lo que fui a buscar a Italia. Al inicio de estos estudios allí estuve fascinado con el proceso porque existe un sistema muy eficiente donde se enseña realmente dibujo, aprendes todo lo que tienes que saber sobre una simple línea, sin claros, ni oscuros, ni colores. Sólo cuando logras dominar bien estos aspectos y representas las cosas más importantes del sujeto, entonces puedes avanzar y estudiar otros aspectos. Amasas lo que estás pintando y cuando tienes maestría para esto, pues nada, entonces te queda ver el color que da dentro de estos claros oscuros dándole más cualidad al objeto, a aquello que estás pintando. Le das vida, esa sensación tangible.

-¿Y esto normalmente en cuánto tiempo se logra?
-El programa de la Academia es de cuatro años, pero yo trabajaba mucho. No paraba de trabajar… tenía problemas económicos y no podía darme el lujo de estar todo ese tiempo en Italia. Entonces resumí el programa entero a un año y medio gracias a mi esfuerzo; ningún estudiante lo había podido lograr antes. Pero me puse esa meta entonces los estudiantes luego vieron que era posible y empezaron a hacer la carrera más rápido. Yo fui allá con mucha ambición y logré lo que quería que era poder representar visualmente las cosas que veía, que sentía, y poner todo eso en un lienzo. El futuro se enfrentaba a mí y me decía: “Bueno, a ver qué vas a hacer con éstas técnicas clásicas; qué vas a expresar que sea para el público interesante ver”. 


-¿Crees que los talleres de arte han recuperado en parte su antiguo esplendor?
-Los talleres de arte siento todavía que son un poco elementales. Están imitando el arte clásico. De cierta manera yo creo que no tienen el control, ni dominio del arte clásico. Me parece que hay mucho esfuerzo por estar descubriendo técnicas, o descubrir los principios clásicos y se pierde mucho a veces la parte artística, que es la más importante. Creo que es buena la combinación de estudiar el concepto y la teoría, tanto como estudiar el oficio y la técnica. Pero sí hay que darles crédito a los talleres porque han rescatado algo que estaba abandonado, que estaba agonizando -me refiero al arte del “buen oficio”-. La misma juventud, que ha estudiado como yo, ha tratado de enseñar todos esos secretos y las técnicas que fueron dejadas de lado. Creo que es el mérito más grande que tienen los talleres clásicos. Muchos están idealizando demasiado y no entienden el contexto, el tiempo que se vivía en aquellos tiempos y de esa forma se pierden mucho las referencias de las técnicas que podemos usar hoy en día como la luz artificial, la computadora, la fotografía…. Los tiempos son diferentes y hay que entender los motivos por lo que los maestros tenían un tipo de práctica específica de su propio momento histórico. 


-¿Cómo era?
-Los grandes maestros tenían un tipo de práctica que se basaba más en la escultura clásica y en la idealización de la forma. Es difícil ponerse en el tiempo de Rembrant, si copiamos su estilo, o el de Velázquez, o copiamos el manierismo, estamos perdiendo el sentido, la base, de “por qué” estamos estudiando el realismo.
-¿Estaremos aconteciendo un “Renacimiento” de la pintura figurativa en rechazo al autodenominado “arte contemporáneo” (que excluye a dibujantes y pintores)?
-Sí, definitivamente. Estamos en un Renacimiento de la pintura realista y está emprendiendo otros niveles, más altos de lo que trajo el fotorrealismo y ese hiperrealismo más crudo ¿no? Pero de cierta manera… no es aún un verdadero “renacimiento” porque no tiene una base conceptual fuerte. Creo que hace falta entender la época que estamos viviendo, y como te dije antes, poner en contexto esas prácticas en este tiempo. Los jóvenes pintores deben ver sus resultados y estar verdaderamente inspirados en ellos. Por lo tanto para para que haya un nuevo renacimiento creo que tiene que haber una aceptación del arte contemporáneo, del arte que está ocurriendo ahora...y entender por qué está pasando ¿Qué efectos causa en la sociedad este tipo de expresión? Tenemos que ver qué pasa en esas galerías y eventos tan grandes en el mundo y estudiar el contexto y a partir de ahí preguntarse cómo se pueden rescatar hoy esas técnicas perdidas que queremos traer. 


-El retrato no está perdido, pero… la fotografía por un lado colaboró con dejar en el olvido la importancia del retratista y por otro lado, las nuevas corrientes estilísticas que irrumpen en el siglo XX, ligadas a lo conceptual, están en la vereda opuesta… 
-En mi opinión, creo que las corrientes estilísticas del conceptualismo son más bien las responsables del abandono del retrato como tal. No creo tanto que haya sido la fotografía porque hoy más que nunca se encuentra en un nivel muy alto de calidad y, al contrario, ha habido un gran intento por rescatar al retrato. No creo que la fotografía haya perjudicado la existencia del retrato porque no creo que se haya pensado realmente que lo foto lo iba a reemplazar. Antes sí…. La meta de los artistas era captar la esencia del hombre, etc. Entonces cuando se dio la fotografía fue un shock pero creo que nunca esta disciplina reemplazó artísticamente al retrato.
-¿Sientes que revalorizas el retrato?
-Sí. En mi arte no sólo revalorizo al retrato como tal, sino que quiero traer con las técnicas clásicas y ofrecer la opción de revalorizar al humano como tal, con los defectos que tenga, sin tener que idealizar la forma. A mí me interesa captar al humano con sus traumas, sus problemas, etc. Incluso añadirle elementos que lo saquen un poco de contexto y que le de esa cosa extraña que tiene cada uno tiene. Esa es mi meta como retratista. Pero lo esencial es que me encanta, verdaderamente me encanta pintar retratos, por eso es que lo hago. Creo que a través de mis retratos estoy “creando” y tomo así un poco el papel de Dios ¿no? “Creo” a otros seres humanos que no son como la persona retratada a veces. Con el retrato se crean características que al espectador le parece que está acompañado de alguien vivo. Sientes esa compañía cuando están alrededor de mis retratos. Esa es mi meta, poder alcanzar esa sensación de que la pintura tenga vida, de que en el retrato hay “alguien” que a lo mejor quien mira no sabe si existe o no, pero que esta ese momento preciso está presente y capta el interés del espectador. 


-¿Ahí radica su mayor encanto?
-A través de mi retrato me interesa captar la presencia de lo humano y cómo se trata de una pintura que no va a cambiar tanto, me parece que es un tipo de “aceptación” al ser humano, de asumirlo tal como es: con su reflexiones y la manera en que lleve su estilo de vida. Me parece interesante poder pintar a alguien que mantenga su lugar, que mantenga su presencia, perdonando sus defectos y aceptándolo. Creo que a veces -como en la vida real- las personas van cambiando, van moviéndose y el retrato en si tiene una vida interna pero al mismo tiempo no cambia de apariencia. Como pintor es interesante crear ese tipo de aceptación y lograr un retrato en donde esté allí una persona a la cual hay que aceptarla como es.
-Tu producción no sólo es de calidad, sino que también tienes ¡cantidad! e incluso hay obras de gran formato ¿Cuántas horas por día pintas?
-Yo produzco mucho porque me encanta mi oficio. Me siento de alguna manera inconforme con lo que acabo de hacer y veo fallas y cosas que podría haber mejorado, tanto en la técnica como en la parte artística y entonces, pues, me lanzo hacia otra obra, y empiezo una segunda y después con esa me pasa lo mismo, entones me tiro a hacer una tercera… Así que, eso es lo que creo que me motiva a trabajar tanto. Puedo estar fácilmente de diez a catorce horas cada día, sin ningún tipo de problema. Serán diez años de carrera, desde que me gradué de la escuela en el 2006, y a partir de allí he producido bastante, movido siempre por la ambición y las ganas de hacer. 


-Por último ¿Qué noción tienes del hombre moderno y su relación con la sociedad contemporánea? ¿Ha perdido su individualidad para ser parte de la “masa”?
-Siempre hay mentes y personalidades que se conocen a sí mismo y entienden lo que implica ser individuo, eso que te hace “ser” diferente. En el momento que sacas eso, pues ya te sales de las masas. Esto ha pasado en todos los tiempos, pero lo que pasa ahora es que estamos todos en comunicación y en contacto. Tendemos a seguir a los otros y muy pocas veces nos damos el espacio para pensar por sí mismos y filosofar sobre la vida que estás viviendo. Eso es importante; poder conocerte a ti mismo y expresar tus inquietudes de acuerdo a lo que has aprendido. Pero… sí, es fácil caer en las masas, es más cómodo, definitivamente. Igual, repito, creo que no es un tema de ésta época. El hombre en general, si suele ser vago y si no quiere hacer mucho esfuerzo… pues va a caer en el lugar del pensamiento común. Vemos muchos ejemplos de hoy en día, igualmente hay personas que logran destacarse y tienen nuevas ideas para proponer. Por ellos es que vamos moviéndonos hacia adelante como sociedad.








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