martes, 19 de noviembre de 2024

Cosas extrañas de tres artistas

 

Que los artistas tienes excentricidades no es nada extraño. En esta entrega, tres ejemplos de algunas obsesiones y cosas extrañas.



La bailarina rusa Ana Pavlova (1885-1931), genial intérprete de la coreografía original de Fokine sobre La muerte del cisne del compositor francés Camine Saint Säens, llevó su amor a los cisnes hasta el extremo de cuidar con verdadera dedicación a varios ejemplares en un estanque especialmente diseñado por ella en su residencia londinense, Ivy House, en la que también tenía algunos flamencos, un pavo real y una gran pajarera llena con ejemplares de muchas especies reunidos en sus viajes.


A los 27 años, el escritor estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) se casó con su prima Virginia Clemm, que por entonces sólo tenía 13. Poe pasó a vivir en Baltimore, en la casa de su tía y suegra María Clemm, que rápidamente se convirtió en una nueva madre para el escritor. Cuando escribía, exigía de ella que se quedase a su lado sirviéndole café hasta la madrugada. Fue su época más fructífera. Por entonces, gustaba de leer en público sus composiciones; para ello, pegaba con engrudo sus manuscritos, formando un largo rollo que iba desenrollando a medida que avanzaba su lectura, obteniendo un efecto dramático muy a tono con el talante de sus poemas.



Hijo de una familia de clase media acomodada, el escritor francés Marcel Proust (1871-1922) luchó durante años por hacerse un hueco en la alta sociedad parisina. Una vez conseguido tal propósito, comprobó que ese ambiente le hastiaba y a partir de entonces dio rienda suelta a su excentricidad. Conocido bisexual, contribuyó a financiar un burdel homosexual, al que acudía frecuentemente como espectador de sesiones de sadomasoquismo. Tal hecho trascendió tanto a la opinión pública que el escritor intentó defender su honor retando a duelo de pistola (que se saldó sin heridos) a un periodista que comentó en un artículo sus hábitos sexuales. En otro momento de su vida, vivió un apasionado menage à trois con la actriz Louise de Mornand y uno de sus amigos.
Pero sus peculiaridades no terminaban ahí. Se cuenta que trabajaba hasta altas horas de la madrugada, acostándose hacia las ocho de la mañana y durmiendo, al parecer, completamente vestido, incluso con los guantes puestos, como correspondía a un friolero compulsivo que, por ejemplo, con ocasión de la boda de su hermano, apareció abrumado por tres abrigos, varias bufandas y protección especial en el pecho. Proust era además un hipocondríaco impenitente y extremadamente sensible a los ruidos y a los olores. Por eso aisló su fumigado apartamento parisino con paredes de corcho.


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