martes, 30 de abril de 2024

¿Por qué dicen en Chile que el arte se fue a la cresta?

 

"Las piedras parlantes". En el interior de esta ¿instalación? mostrada en la Galería de Arte Contemporáneo Gabriela Mistral hay un parlante oculto con una grabación que se lamenta que la naturaleza se va quedando muy sola producto de la depredación humana. Conmovedor.
En Chile la "cresta" no es un buen lugar, tampoco está claro si es un lugar. No es la cresta de la ola, por ejemplo, ni la cresta de la montaña; ni la cresta del gallo... nada de eso. "Mandar a la cresta" es una expresión de deseo que aduce más a una condena que a un espacio indeterminadamente lejano. 
Entonces decir que "el arte se fue a la cresta" significa que las artes plásticas han sido condenadas a ese degradante camino que el arte contemporáneo -con toda su parafernalia- a dictado como lo adecuado, justo y consustanciado al Sistema.
Una cosa es segura: la cresta no es un buen lugar para la felicidad.

Artículo publicado en julio de 2018

Por Rubén Reveco - Editor

Hace tres meses que estoy en Santiago de Chile visitando museos y galerías. Poniéndome al día después de una ausencia de casi tres décadas. Mucho tiempo.
Después de mirar, observar, admirar, horrorizarme, enojarme, alegrarme, escuchar y escucharme a modo de advertencia un amigo me dijo: "Por acá las lucas se van pa´ puras weabadas". Eso quiere decir en castellano académico que el presupuesto de cultura de las instituciones de gobierno (Nacional o municipal) se destinan preferentemente a manifestaciones relacionadas para lo que se llama Arte Contemporáneo.



Y de a poco fui confirmando que es así y más: espacios urbanos, bibliotecas, museos y galerías promocionan y difunden a estos eventos variopintos que casi nadie entiende como manifestación artística y menos pueden disfrutar como tal.



Columnas de la Biblioteca Nacional intervenidas con salvavidas. 

Todos los países termundistas que tienen pretensiones de ricos y que siempre han estado atentos a lo que hacen en Europa y Estados Unidos para mal imitar, destinan sus escasos recursos a financiar a supuestos artistas que aún no han resuelto la tabla básica del dos.
Sería injusto afirmar que los dibujantes, pintores, escultores y grabadores no tienen su espacio para exhibir. Lo tienen. Pero estos son de orden secundario. Ofrecidos por las municipalidades, muchas veces inadecuados para mostrar dignamente, con poca promoción y nula difusión periodística. Aquí, como en Argentina y resto de Latinoamérica la niña bonita y mimada sigue siendo el Arte Contemporáneo. Por más que para la casi totalidad de la población sea un esfuerzo fatuo, inútil e intrascendente.

Aunque a los artistas plásticos se les brinda espacios para exhibir, estos suelen ser de orden secundario y con escasa promoción. Es importante replantear las prioridades en cuanto a la financiación de las artes, para asegurar un mayor impacto cultural y social en la sociedad.

Esa fascinación de amontonar piedras. Centro Nacional de Arte Contemporáneo (Cerrillos).

GAM. Centro Cultural Gabriela Mistral.

Museo de Artes Visuales (MAVI), otro lugar muy exclusivo para la experimentación de artistas emergentes, según cierto punto de vista.

Centro Cultural La Moneda, esa costumbre de colgar cosas del techo.

En el mismo edificio del MNBA, funciona en MAC (Museo de Arte Contemporáneo). Originalmente fue la Facultad de Arte de la Universidad de Chile.

MAC en Quinta Normal, también dependiente de la Facultad de Arte de la Universidad de Chile.

La prensa al servicio del sistema

Ya sabemos que todo esto no sería posible sin la complicidad de los medios de comunicación. Existe poca prensa especializada en temas culturales y lo poco que hay no duda en ser parte del espectáculo pos-cultural que no duda en marginar a artistas y negar difusión con tal de estar consustanciado con el stablishment.
Por su parte, la prensa no especializada considera que la importancia de todo esto reside –más que nada– en su capacidad de general escándalos, por los precios exorbitantes de sus productos o por el ridículo de sus manifestaciones. Lo que importa es la anécdota... importa el titular, la exposición al ridículo y para eso, el arte contemporáneo es garantía de espectáculo.
Además, la prensa no quiere ser marginada. En parte por temor a ser acusados de falta de visión, de ser miopes ante la supuesta obra de vanguardia que romperá barreras. Nadie quiere ser visto como el público de París que chifló "La consagración de la primavera", o el crítico que desdeñó las telas de Van Gogh. El resultado de ese temor es que hoy todo se aplaude, no hay criterios de valoración y hasta lo más banal es llamado genial.



La Panera es una publicación de distribución gratuíta. Obvio que destina muchas de sus 50 páginas a las performance, land art, instalaciones, fotografía, conceptualismo, etc, etc. Su directora es dueña de una galería que muestra casi de un modo exclusivo arte contemporáneo.

La prensa busca evitar ser marginada, ya que teme ser percibida como carente de visión y miopía frente a las obras de vanguardia. Se teme ser comparado con el público que abucheó "La consagración de la primavera" en París, o el crítico que menospreció las pinturas de Van Gogh. Este miedo ha llevado a una situación en la que todo es aplaudido sin criterio, incluso lo más banal es llamado genial.

Otro difusor de moda es Federico Sánchez. Un señor aparentemente simpático que se esfuerza en mostrarnos por televisión y radio lo maravilloso que es el arte contemporáneo en todas sus facetas.


La belleza también se fue a la cresta

"Belleza", esa mala palabra también ha sido una de las más perjudicadas. Y es comprensible: hacer algo bello requiere talento y esfuerzo. Y ninguno -funcionario, político, director de museo y galería, periodista, crítico y supuesto artista- está dispuesto en poner en evidencia al talento tan necesario para la creación artística. 
El arte seguirá en la cresta al menos que los propios artistas reaccionen y salgan a rescatarlo de ese lugar tan feo y lejano del pueblo al que ha sido relegado.



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