viernes, 1 de septiembre de 2023

José de San Martín, el Libertador, según la revista Anteojito

 

Ilustraciones de Roberto Regalado

José Francisco de San Martín (Reducción de Yapeyú, Virreinato del Río de la Plata, 25 de febrero de 1778, actual Provincia de Corrientes, Yapeyú, Argentina - Boulogne-sur-Mer, Francia, 17 de agosto de 1850) fue un militar cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de la Argentina, Chile y Perú.

En 1783, con aún cuatro años, y previa estadía en Buenos Aires, viajó a España con su familia, radicándose en la ciudad de Málaga.1 Comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786. Ingresó posteriormente en el ejército español haciendo su carrera militar en el Regimiento Murcia. Combatió en el norte de África y luego contra la dominación napoleónica de España, participando en las batallas de Bailén y La Albuera.
Con 34 años, en 1812, habiendo alcanzado el grado de Teniente Coronel, y tras una escala en Londres, retornó a Buenos Aires, donde se puso al servicio de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Se le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo (que hoy lleva su nombre), el cual logró el triunfo en el Combate de San Lorenzo. Más tarde se le encargó la jefatura del Ejército del Norte, en reemplazo del General Manuel Belgrano. Allí concibió su plan continental, comprendiendo que el triunfo patriota en la guerra de la independencia hispanoamericana sólo se lograría con la eliminación de todos los núcleos realistas que eran los centros de poder leales a mantener el sistema colonial en América.
Nombrado gobernador de Cuyo, con sede en la ciudad de Mendoza, puso en marcha su proyecto: tras organizar al Ejército de los Andes cruzó la cordillera del mismo nombre y lideró la liberación de Chile, en las batallas de Chacabuco y Maipú. Luego, utilizando una flota organizada en Chile, atacó al centro del poder español en Sudamérica, la ciudad de Lima, declarando la independencia del Perú en 1821. Finalizó su carrera de las armas luego de producida la Entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar, en 1822, donde le cedió su ejército y la meta de finalizar la liberación del Perú.
Partió hacia Europa, donde murió el 17 de agosto de 1850.
En Argentina se lo reconoce como el «padre de la Patria» y el «libertador» y se lo valora como el principal héroe y prócer del panteón nacional. En Perú también se lo recuerda como el «Fundador de la Libertad del Perú», el «Fundador de la República», el «Generalísimo de las Armas» y el «libertador» del país. El Ejército de Chile le reconoce el grado de Capitán General.

San Martín según la revista Anteojito

















4 comentarios:

  1. ¿A quien se parece mas a Napoleón o a Rouseau?

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  2. Según supe a través de los años, el rostro de San Martín que estamos acostumbrados a ver en pinturas y hasta en los devaluados billetes de nuestra moneda, estaría inspirado en un busto realizado por un escultor cuyo nombre no recuerdo, quien estaba trabajando en una escultura de un emperador romano, sin suficiente tiempo para entregar a tiempo el trabajo, decidió modificarlo y lo convirtió en la imagen que aceptamos como real. Por eso, en algunos bustos y pinturas se puede ver una corona de laureles en la cabeza del libertador, muy al estilo de la antigua Roma.
    Posiblemente, el retrato realizado por el pintor mulato peruano Gil de Castro, durante el virreinato de San Martín en Perú, esté más cercano a la realidad.
    Los historiadores describían al libertador con cabello lacio (sin esas ondulaciones o rizos que estamos acostumbrados a ver), los ojos, la nariz aguileña, el arco de las cejas, estarían bien, pero su mandíbula sería más prominente, coincidiendo con las imágenes pintadas durante su retiro en Francia. Podemos ver que esta característica muestra un rostro algo más alargado y el cabello lacio ya blanco como el nuestro.
    Se cuenta que tocaba muy bien la guitarra, hablaba con acento español, y por su estatura, bastante importante para el siglo 19, sobresalía entre quienes se encontraba e imponía respeto entre la tropa; algo que siempre caracterizó a los oficiales de caballería.

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