miércoles, 3 de julio de 2024

Historia de una pintura

"Roxana", óleo sobre tela. 1977


Hace 41 años yo era un estudiante de la Facultad de Arte, en la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina. En esa época me fascinaba el periodo azul de Pablo Picasso y trataba de emularlo.


Por Rubén Reveco - Editor

1977

Vivía en la calle Granaderos, donde arrendaba una pequeña pieza a un matrimonio que tenía una hija de unos 5 años. La niña iba y venía a los saltos por la casa jugando los sueños propios de su edad. Un día -vencida por el cansancio- se quedó dormida con su cabeza apoyada sobre sus brazos cruzados en la mesa de la cocina.
Viendo a una potencial e involuntaria modelo, fui por mi bloc de apuntes y antes de que despertara comencé a dibujarla. La madre, al ver el trabajo, me entusiasmó a que realizara una pintura con la promesa de una futura compra.
Recuerdo que por entonces me gustaba Pablo Picasso y esa primera etapa en la cual predominaban los azules y la línea; mezcla de pintura y dibujo que daba a su obra un frescor quizá heredado de Paul Gauguin. 
La pintura quedó linda en ese estilo, pero la venta nunca se concretó y después de un mes terminé mudándome. Además de mis pertenencias personales, también me llevé mis pinturas y dibujos.
A fines de 1978 me trasladé a Santiago de Chile donde terminé mis estudios. En todos los lugares en que viví y en todos los talleres que fueron testigos de varias noches de bohemia, la pequeña pintura siempre tuvo un lugar de privilegio.
Pasaron los años y en 1985 volví a Argentina a radicarme con la clara intención de cumplir ese mandato de cambiar esfuerzo físico y mental por monedas, para mantenerme y mantener a una familia. La pintura se quedó con mi hermana quien la enmarcó y le ubicó un lugar en su hogar.

2017

Desde ese entonces no pasaron grandes cosas, hasta que el año pasado por facebook me llegó un mensaje. Me preguntaban si yo era Rubén Reveco y si había vivido en Mendoza entre los años 1976 y 1978. La persona que escribía se presentó como Roxana. Contesté que si, que me acordaba perfectamente y si ella era Roxana, entonces, también era mi pequeña modelo de hace 40 años. Ahora convertida en una mujer adulta y en una exitosa profesional.
Pude notar su emoción cuando se enteró que la pintura todavía existía. Ella, a pesar de su corta edad y el poco tiempo que la había visto nunca se había olvidado de su retrato, quizá porque la pose era poco habitual, o por los comentarios que generó en su ámbito familiar o porque simplemente tiene una gran memoria.
Después de casi un año, donde hubo que repatriar la obra desde Chile y sortear varios escoyos legales, Roxana se reencontró con esa niña que fue y que nunca pudo olvidar, como no se olvidan las historias simples que por bellas son eternas.





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