martes, 29 de agosto de 2023

La balada de las landas perdidas (1) Síoban

Si a cualquier entendido en la materia le preguntarán por una serie de fantasía dibujada por Gregorz Rosinski seguramente el primer nombre que le vendría a la boca sería el Thorgal”, que realizase durante décadas junto a Van Hamme y que le lanzara a la fama, o por regodeo en sus conocimentos mencionase esa delicatessem que es “El gran poder del Cnhinkel”, también con guión de Van Hamme. Y, sin embargo, serían bastante injustos esos entendidos olvidando seguramente el primer ciclo de  “La Balada de las Landas Perdidas” guionizado por el superventas Jean Defaux y publicado por Norma Editorial hace años. Para mí es uno de los mejores trabajos del dibujante polaco.


Dividida cada aventura a lo largo de dos álbumes, Dufaux nos cuenta la historia de Sioban, la hija de un legendario rey de las tierras de Eruin Dulea derrotado por un maléfico hechicero llamado Bedlam. Si los primeros dos álbumes se centran en la ascensión de la predestinada Sioban en la defensa de sus legítimos derechos al trono de los Sudenne, en la segunda presentan el declive de su reinado al ser víctima de las malas artes de la hechicera Gerfault y su apocado hijo que la hacen tomar un elixir de amor para manipularla a su antojo del que solo la muerte logrará salvarla.
Jean Dufaux parte en esta serie de un ambicioso planteamiento para desarrollar una obra puramente de fantasía en la que se mezclan las conspiraciones familiares con la magia y la brujería adelantándose en varios años con la receta a la exitosa “Canción de Hielo y Fuego” de Martin aunque no lograra tan buenos resultados. Dufaux, para desarrollar esta obra, entronca diversas fuentes: desde la persistencia de la mitología celta y escandinava, pasada por la criba dramática y romántica shakesperiana y wagneriana, frente a la expansión del Cristianismo a la magia de "El Señor de los Anillos" de Tolkien (del que toma prestados sin complejos algunos conceptos), para recrear la neblinosa isla de Eruin Dulea - un escenario mítico, romántico y mágico gobernada durante siglos por los Surene hasta que la sucesión legítima se corrompió - y una sucesión de situaciones en torno a la máxima sobre la que orbita toda la serie y sirve como tema central de la misma, “¿Está el mal en el corazón del amor?, como si de una ópera se tratase.
Dufaux se muestra como un guionista motivado y competente aunque, quizás por exceso de entusiasmo, acaba incorporando demasiadas ideas a un soporte que acaba quedándosele corto y que habría requerido de un recorrido mayor para no caer en el mismo error en los dos dípticos, que pecan de partir de excelentes planteamientos iniciales, pobres desarrollos y unas conclusiones un tanto artificiosas que unidos a unos personajes arquetípicos y faltos de carisma a los que da la sensación que podría haber sacado mucho más juego pero que se ven constreñidos por las limitaciones de una serie que parece haber sido pensada para un desarrollo a lo largo de bastantes más álbumes (de hecho, ya sin Rosinski, con posterioridad Dufaux retomó conceptos de la serie en un Segundo Ciclo dibujado por Delaby, del que Norma ha publicado solo dos de los tres álbumes publicados hasta la fecha en Francia).

Más allá de las luces –soberbio planteamiento y excelente caracterización- y sombras – precipitado desarrollo y errática conclusión – del guión, el primer ciclo de “La Balada de las Landas Perdidas” es un delicioso cómic de fantasía superior a la media gracias a la brillante labor de un fantástico Rosinski que consigue una soberbia ambientación y desarrollo de los arquetípicos personajes comparable, si no mejor, a sus mejores trabajos en  “Thorgal”. 
Rosinski se muestra como un dibujante maduro en la cúspide de su talento que evoca como nadie la naturaleza romántica y mágica de los espacios naturales que representa – su representación de los escenarios neblinosos está solo al alcance de unos pocos elegidos- y  los cuidados y detallados escenarios interiores representando desde lóbregas criptas hasta ricas salas señoriales que idealizan un Medievo ficticio pero creíble y en ocasiones y, salvando las distancias, evocan con su figuración naturalista el clasicismo costumbrista de todo un Foster.

Rosinksi da en la tecla con la recreación de cada uno de los personajes que pueblan la obra así como con las soluciones gráficas que presenta y solo la falta de un guión más refinado de Dufaux acaba socavando la narrativa del conjunto que no la belleza intrínseca a sus composiciones.

El primer ciclo de La Balada de las Landas Perdidas” es un cómic claramente descompensado en el que el ambicioso guion de Dufaux no acaba de estar a la altura de las expectativas que genera en sus primeras páginas y que solo la portentosa labor gráfica de un inspiradísimo Rosinski logra salvar de la mediocridad. Y, sin embargo, y a pesar de sus defectos o precisamente gracias a ellos uno de los mejores cómics de Fantasía que he leído.












No hay comentarios:

Publicar un comentario